Un Cielo Azul. Capítulo 13

104 13 130
                                    

Capítulo 13

Nosotros...

*

—Ago... —No puede evitar ir hacia él y abrazarlo. Agoney se deja y también lo abraza. Lloran. Lloran juntos por un rato, sin atreverse a más—. Te extraño, joder, te extraño mucho, cielo.

—Raoul, yo-

Es interrumpido por esos labios que adora. Raoul lo besa con mucha desesperación sumergiendo sus manos entre sus cabellos hasta sujetar su nuca y, a pesar de cualquier cosa que parezca o dicte que está mal, Agoney no puede evitar seguirle el beso. Y se dejan llevar en esa caricia por varios minutos.

—Te amo, cielo, te amo demasiado... Bésame, dime que me amas también.

—Ya lo sabes, lobito. Te amo con todo lo que soy. Pero, Robert...

—Ay, Ago, si creo que hasta él lo sabe.

—¿Que él sabe, qué?

—Que es a ti a quien amo. Por las cosas que dice y hace. No sé, es muy extraño... Pero, creo que sí lo sabe.

—Oh, ahora entiendo lo que me dijo cuando entró y me vio aquí —Dice tan sólo para sí —. No, no, esto está muy mal, Raoul. Yo, no puedo... Nosotros no... Él es tu prometido y tú... Tú no puedes abandonarlo, le has dado tu palabra y él te necesita.

—Lo sé, Ago, lo sé... Pero no puedo perderte, no quiero perderte —Las lágrimas no cesan. Agoney se las limpia sin ocuparse de las suyas. Besa sus mejillas y se separa de él.

—No hay nada que podamos hacer, Raoul. Te vas a casar con Robert y yo no seré quien le haga sufrir más de lo que ya hace. Parece un gran chico y se ve que te ama. Yo también te amo, pero lo nuestro no puede ser. No, mientras estés con él. A pesar de todo mi amor, no seré tu amante, ni le causaré a él esa tristeza. Debemos olvidarnos de lo nuestro, aunque duela. Una vez me dijiste que hay cosas en la vida que no se pueden tener, aunque se quieran y es cierto. Este es un buen momento para ponerlo en práctica, lobito.

—No me abandones, Ago...

—Créeme que se me parte el corazón y me duele el alma tener que dejarte, pero...

—Lo sé, cielo, lo sé. Yo estoy sintiendo lo mismo... También sé que tienes razón y jamás te pediría que fueras mi amante. Si llegara a tenerte de nuevo, quisiera que fuera sin ocultarle ese amor a nadie. Eres mi orgullo y quisiera poder amarte a la luz del día, que todos lo sepan. Pero sé que moriré cada día viéndote en la distancia, sin tocarte, sin besarte, sin hacerte el amor...

—Ojalá yo tuviera una solución para eso, mi vida. Seremos dos padeciendo por amor en la distancia. O aprendiendo a olvidar. Pero ahora, sólo importa que Robert esté tranquilo, concentrado en su recuperación y no sufriendo también por amor. Nosotros no debemos causarle ese dolor. No podemos. Por cierto, ¿cómo está él?

—Mal... Muriendo lentamente. Es... Realmente triste, Ago... Cada día es un milagro...

—Oh, por Dios... Tienes que quererlo, Ra...

—Trato de demostrarlo... Al menos, trato... Es muy difícil toda esta situación. Pero esta es la vida que me tocó y hago lo que puedo. Todavía no entiendo por qué acepté casarme... ¿Cómo pude renunciar a ti? Es-

—Ya no tienes que machacarte por eso. Lo hecho, hecho está. Supongo que el destino tiene planes para todos. Ahora, tienes que ser muy valiente, lobito. Te toca ser más feroz que nunca, por Robert. Yo también te necesito. Pero, lo que más necesito de ti ahora, es a mi manager, a mi consejero, a mi amigo. El que me orienta y me defiende. Tampoco quiero que desaparezcas de mi vida, porque también te extraño profesionalmente. Tal vez deberíamos poner un alto o una pausa a nuestros sentimientos y tener solamente una relación profesional. Necesito tu punto de vista, tus razonamientos, tu crítica y tu sabiduría. Sé que tienes mucho trabajo, pero también sé que puedes dedicarle un tiempo a tu primer representado. ¿A que sí? Creo que podemos tratar de ser amigos... A pesar de todo.

UN CIELO AZULDonde viven las historias. Descúbrelo ahora