Capítulo 12

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Hablemos de una maldita vez

-¿Katsuki-kun?

Ya lo había visto, no había manera de evitarla, si se iba parecería que su presencia lo afectaba y aunque le importaba una mierda lo que cualquiera pensara de él, se negaba a verse como un cobarde luego del trabajo y la humillación que le supuso poder ir a ver a Deku. Aunque no pudo negar que una parte de él flaqueó al ver a Inko en la habitación, ¿hace cuanto no la veía? Ahora se veía muy diferente, había subido bastante de peso y Katsuki la veía mucho más pequeña de lo que recordaba, claro que la última vez que la vio debía tener unos seis años. Su rostro también parecía haber perdido algo de brillo y lucia muy cansada. Un gruñido involuntario salió de su boca cuando captó la nostalgia haciendo eco en sus pensamientos. 

Katsuki nunca ha sido alguien fácil de tratar, él lo sabe, incluso en su infancia era un niño bastante engreído y grosero, pero era algo que realmente lo tenía sin cuidado. Aún así eso era algo que parecía no afectar a los Midoriya pues Inko siempre fue increíblemente amable y paciente con él. O al menos lo fue.

-¿Qué haces aquí, Katsuki-kun?-preguntó Inko saliendo de la habitación y quedando frente al cenizo. Aún tenía lágrimas en sus ojos pero no hizo nada por limpiarlas, estaba desconcertada por ver al pequeño de los Bakugo fuera de la habitación de su hijo, pero también sabía la razón por la cuál su hijo estaba allí. 

Haciendo un esfuerzo por mirar a Inko a los ojos volteó su cara y allí estaba otra vez, esa mirada, la misma que le había dirigido hacía muchos años cuando la vio por última vez. Ni siquiera en aquel entonces que era un mocoso se había sentido intimidado por un adulto, estaba acostumbrado a que la gente lo admirara y eso incluía a personas mayores que él. A pesar de que la relación con Deku cambió cuando Katsuki consiguió su peculiaridad e Izuku no, el nerd continuaba siguiendolo a todas partes y lo mantenía cerca porque le gustaba la atención que a veces podía tener de él, le complacía que él se sintiera inferior. Cualquiera pensaría que comenzaron a tomar distancia porque al crecer su dinámica se tornó cada vez más agresiva, pero la realidad es que su separación se debió a Inko. 

Los abusos de Katsuki a Izuku llevaban un rato entre los dos, pero Izuku nunca había hablado de ello con su madre, temía que lo separara de Kacchan y él realmente no quería eso. Si bien Izuku entendía que lo que Kacchan hacía no estaba bien, no podía evitar seguirlo y sentir como su cuerpo vibraba de emoción cada vez que Katsuki usaba su don, o cuando usaba su liderazgo para que los demás lo siguieran, incluso había llegado a enfrentarse a niños mayores que él y había salido victorioso. Izuku no podía parar de mirarlo, era su imagen de victoria, tenía todo lo que él deseaba y creía que era genial. Pero no era envidia lo que Izuku sentía, a pesar de que Kacchan ya no lo trataba como antes y parecía odiarlo, él sabía que Kacchan estaba destinado a la grandeza y llegaría a ser un gran héroe, uno que él nunca podría ser. Pensaba que si continuaba a su lado, al menos de la forma en que lo hacía, podría verlo convertirse en el número uno, como su héroe favorito, All Might. 

Una tarde de verano, demasiado fría y gris para la época, Izuku había decidido seguir a Katsuki como de costumbre. Katsuki jugaba con sus amigos e Izuku los miraba desde la distancia, dinámica que se había convertido en la única "saludable" que podían tener, pues en cuanto el cenizo se percataba del peliverde lo golpeaba o lo insultaba hasta que  lo dejara en paz.

Esa tarde no había sido diferente.

-Eres un nerd espeluznante, Deku. ¿Acaso no tienes amigos a los cuales molestar?-Katsuki ya conocía la respuesta, nadie se acercaba al nerd sin peculiaridad. 

Para merecerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora