Jihaein, una joven patinadora de 19 años con una vida bastante miserable, las constantes peleas y riñas la han llevado a desarrollar diferentes conductas respecto a su entorno, convirtiéndola en una persona calculadora, esa máscara la ha hecho resal...
No puedo creerlo, mi amiga está allí afuera mientras que yo estaba besándome con el empresario más famoso de Corea, mi mente queda en blanco y el pánico surca mi circulación sanguínea, si ella llegará a observar un poco más detenidamente lo que se encuentra dentro de aquel lugar, se llevaría la sorpresa de su vida, nada más y nada menos que su fiel amiga Jihaein con el cabello enmarañado y las mejillas coloradas como si hubiera corrido toda la hora que llevaba aquí.
─ ¿Jungkook? ─ pregunta confundida ─ Oh... lo lamento no sabía que estabas aquí ─ se lamenta y me la imagino diciendo todo eso mientras mantiene la cabeza cabizbaja ─ Venía a ver a Jihaein ─ informa ─ Hace rato que vino con los superiores pero aún no la he visto, pensaba quizás que podía seguir aquí, lo siento no quería interrumpir ─ escucho cómo se disculpa ─ Mejor me voy...
─ De acuerdo ─ menciona el hombre que está parado entre la puerta y la pared, obstaculizando la vista hacia el interior del despacho.
El aire llega a mis pulmones y como si un peso se me levantara de encima, suspiro aliviada.
No quiero imaginarme lo que hubiera pasado si mi amiga me hubiera encontrado aquí dentro.
Casi al minuto de que ella se haya ido me llega un mensaje al móvil, nuevamente el terror da paso en mi organismo al ver el nombre de An So-hyun adornando la pantalla del aparato.
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Sonrío leyendo los mensajes tan propios de alguien como An, pero mi pequeña cabeza no percibe la mirada reparadora que me está dando el hombre que se encuentra parado totalmente serio frente a mí.
─ Tu amiga suele ser muy asfixiante ─ comenta acercándose a recoger el saco que antes había quitado.
No digo nada y se me cae la cara de vergüenza cuando asumo todo lo que acaba de ocurrir.
─ D-ebería irme... ─ tartamudeo cuando él me toma de la cintura nuevamente.
─ ¿Segura? ─ juega con mi cordura ─ Hace apenas 5 minutos no parece que hubieras querido eso.
─ Yo... ─ las palabras no salen de mi garganta y nuevamente el sonido de mi celular me salva del momento tenso, lo tomo como puedo con manos tembleques y juro que casi se me sale el corazón al ver el nombre de pantalla que figura en mi celular.
Llamada entrante de Mamá.
Mi cuerpo se desconecta y sudo frío del miedo, salgo de mi trance y la llamada ya se ha perdido y espero el mensaje que siempre envía mamá luego de no responder alguna llamada suya. Cuento mentalmente los segundos y como lo dije, el mensaje de mamá llega alarmándome más de lo que pueda fingir.
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