Jihaein, una joven patinadora de 19 años con una vida bastante miserable, las constantes peleas y riñas la han llevado a desarrollar diferentes conductas respecto a su entorno, convirtiéndola en una persona calculadora, esa máscara la ha hecho resal...
Llevo alrededor de media hora escuchando los lamentos de An, hace casi una hora llegamos a este lujoso restaurante, Tae dijo que su asistente estaría aquí pero al llegar solo encontramos asientos vacíos indicio de que absolutamente nadie había estado allí.
Mientras Tae lleva un buen momento hablando por teléfono, yo estoy igual pero con An, no sé que bichito le picó porque cuando dejé de escuchar sus mensajes de voz, una ola de mensajes me llegó haciéndome sobresaltar, algo fastidiada agarro el celular y de una me saltaron 100 mensajes de ella, todos diciendo lo mismo.
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Me preocupé bastante, pensé que algo le había ocurrido y me alarmé mucho, enseguida abrí la aplicación y respondí con suma rapidez a sus insistentes mensajes que me estaban preocupando.
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Lo único que recibía era que me había leído significando que me dejaba en visto, esto hizo que me ponga en triple de inquieta y nerviosa.
Con las manos temblorosas busco rápido su nombre en mis contactos para llamarla.
Un repique...
Dos repiques...
─ Maldita sea, vamos responde An.
Estoy con los nervios picándome hasta lo más profundo de mí y es ahí cuando empiezo a culparme de haberla ignorado durante estas semanas.
Si tan solo hubiera dejado ser un poco orgullosa, ella estaría bien...
Trato de tranquilizarme al ver que me manda al buzón de voz.
Vuelvo a intentar llamarla y cuando estoy a punto de perder la calma, descuelgan el teléfono desde la otra línea.
En ese momento siento cómo mi alma volvía a mi cuerpo.
Pero qué susto me has dado An.
─ Hasta que respondes An So ─ me callo al percibir las fuertes respiraciones de mi amiga activando por segunda vez mis alarmas.
