????, ???? de Abril de 1937.
???? Horas.
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Mi primer contacto con la muerte llegó cuando mi tío me obligó a nadar después de arrojarme de su bote a una edad temprana cuando ni siquiera sabía cómo mantenerme a flote.
En ese momento, estaba entrando en pánico, que es lo que haría la mayoría de las personas cuerdas en esa situación. Mi mente joven no podía comprender estar cara a cara con mi propia mortalidad, y la perspectiva de que mi estadía finita en el mundo fuera interrumpida era aterradora. Me agité, abriéndome camino a lo que podía sostener para evitar mi prematura muerte. Atado al borde de la vida y la muerte por una simple bocanada de aire o agua.
¿No es grandioso? Estamos constantemente equilibrando la vida y la muerte, comiendo y bebiendo, trabajando y apareándonos, todo para perpetuar una existencia sin sentido. No comprendemos el absurdo de la vida hasta que nos sometemos a la perspectiva de la nada, de la inexistencia. Ninguna vida tiene más valor que la nuestra, y sin embargo pierde todo sentido para nosotros una vez arrojada al olvido.
Pero ahora he probado la muerte, me he encontrado con la disolución del Ego, empujado a un estado de entropía sin alma.
Déjame decirte, querido lector, que las palabras no alcanzan a describir el placer infinito de la nada. Con la muerte del Ego, llega la verdadera conformidad con el universo. Te vuelves uno con el pulso primordial del universo, indiferente e indiferente a las cavilaciones de la mezquindad individual del ser humano.
Estaba al tanto de la locura de la guerra, de patriotas y santos, de mártires y traidores. Todo mezclado en una ráfaga de polvo que soplaba en el viento cósmico mientras eones de existencia pasaban ante mí. Mis palabras se callaron ante la magnitud de la existencia que estaba frente a mí, ofreciéndome la respuesta a mi preocupación más apremiante.
¿Estaba solo?
Y el universo respondió.
Yo no estaba solo. Yo era uno con eso. Uno contigo, y tu padre, y el padre de tu padre. Y el mar y la hierba. Polvo cósmico, un mero juguete del tiempo. Mis preocupaciones no importaban. El mero concepto de "yo" se desvaneció en los reflujos de la existencia. Todos latimos en un solo pulso, un pueblo.
Y cuando me uní a la existencia en su fría indiferencia, fui arrancado de ella. De vuelta a mis huesos doloridos. De vuelta a los grilletes de mi carne y mi mente. A los pequeños monos que se pelean entre ellos por Dios y la patria. A mi propio infierno personal.
Lo que me trajo de vuelta fue un sacerdote con sobrepeso, de pie sobre mí con manos brillantes, cantando un verso. Su voz sonaba lejana, casi como si mi cabeza estuviera sumergida en agua. Me dolía todo el cuerpo, casi como si me moviera por primera vez. Supongo que así es como se debe sentir un recién nacido, llegando a un mundo en el que no pidieron nacer, en un títere de carne que no saben cómo manejar.
—Cuando hubo dicho esto, Jesús llamó a gran voz: ¡Lázaro, sal fuera! El muerto salió con las manos y los pies envueltos en tiras de lino y con un paño alrededor de la cara. Jesús les dijo: Quitad las vendas y dejadlo ir. Por eso, muchos de los judíos que habían venido a visitar a María y habían visto lo que hacía Jesús, creyeron en él.
—Deja que se vaya de una vez, padre —escuché decir a Torito en algún lugar detrás de mí.
—Estoy tratando de remediar vuestro error —dijo el padre Maximino—. Deberíais arrepentios.
—Y deberías estar agradecido de que la bala os golpeó —dijo Torito—. Agradece que haya dado su vida por ti. Es casi como-
—¡No digas una herejía!

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El Sonajero
HorrorLa muerte acecha la ciudad vasca de Guernica, asediada por una guerra civil, y cae sobre los hombros de un soldado cobarde pero romántico para salvarla... si es que puede superar su ansiedad primero. *** Alférez Sebastián "Sebas" Goicochea, un ofici...