Viernes, 23 de abril de 1937.
0000 horas.
Afuera de El Zurito.
Ahora, lo primero que debes saber sobre Camarada es que nunca sonreía. Era un partidario acérrimo de todo lo que salía de la mente de Marx, Lenin y quienquiera que se sentara en ese alto castillo al que llamaban El Kremlin, por lo que se puede deducir que su sentido del humor era, digamos, deseoso, por falta de una palabra mejor.
Cuando los comunistas ganaron las elecciones, fue uno de los primeros, y pocos, en antagonizar al partido anarquista que quedó en segundo lugar, a pesar de que la dirección comunista llegó a varios acuerdos con ellos. Para Camarada, era comunismo o nada. La insurrección de derecha de la facción Nacional de Franco obligó a los comunistas y anarquistas a aliarse contra los insurgentes. Adivina quién estaba en contra de esa alianza.
No puedo decir que sepa mucho sobre su vida antes de la guerra. Algunos dicen que era un empleado clericó de bajo nivel; algunos dicen que fue un zapatero que, influido por el idealism del estado rojo, se convirtió en un líder comunitario que movió los votos de muchos en Barcelona. Sinceramente, creo que era una especie de operativo especial porque su destreza con un rifle no tenía comparación.
Lo que sí sé es que hizo todo lo posible para sabotear las relaciones comunistas / anarquistas es Barcelona. Por su falta de voluntad para cooperar, lo enviaron a un lugar donde no podía hacer un lío, a un pintoresco pueblo vasco, lejos de la línea enemiga.
Bueno, la línea enemiga lo persiguió hasta acá, y yo estaba a cargo de asegurarme de que no se metiera en más problemas. Como podéis deducir, yo no era el mejor hombre para dicho trabajo.
La única vez que esbozó una sonrisa fue cuando lograba hacer enojar a un anarquista. A menudo lo llevó a ser golpeado por dicho anarquista. Esta fue una de esas veces.
—Te ves de la mierda — le dije mientras nos acercábamos.
—Lo tomo como una victoria moral —respondió. Su aliento apestaba a alcohol. Usando a Tuerto como muleta, logró levantarse lentamente. Tenía un corte superficial en la mejilla, pero nada realmente serio.
—¿Quién te hizo esto? —preguntó Tuerto, como si hubiera duda de quién lo hizo.
Camarada escupió en el suelo, arrastrando su bota sobre el escupitajo.
—Adivina.
Podría haber jurado que Tuerto realmente se lo tomó en serio y comenzó a pensar en posibles culpables, bendito sea. Pero su respuesta llegó tan pronto como abrimos la puerta. En medio del lúgubre salón, sentado con aire de suficiencia cual rey en su castillo, estaba Javier "Torito" Loyola.
—Cuando saco la basura —dijo Torito con su cantor vasco—, espero que se quede afuera.
Justo cuando terminó de decir eso, se puso de pie, haciendo que otros tres soldados a su alrededor también se levantaran, cada uno elevándose sobre Torito.
Torito era diminuto, pero recio cual toro; por eso lo llamábamos Torito. Eso, y que odiaba a "Los Rojos", como solían llamar a los comunistas.
Al igual que Camarada, Torito era una especie de exiliado político, pero en lugar de ser demasiado fanático del anarquismo, lo criticaba, ofreciendo su propia marca de anarquía individualista y amante de la libertad, en oposición al enfoque sindicalista establecido por los políticos españoles. Sus habilidades naturales de liderazgo y su encantador ingenio eran desperdiciados en el campo de batalla. En cualquier otro momento hubiera sido un influyente líder político.
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El Sonajero
TerrorLa muerte acecha la ciudad vasca de Guernica, asediada por una guerra civil, y cae sobre los hombros de un soldado cobarde pero romántico para salvarla... si es que puede superar su ansiedad primero. *** Alférez Sebastián "Sebas" Goicochea, un ofici...