CAP.46

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Desperté alarmada, pensando que todo era en sueño y me senté en la cama.

Malak: y nana. ¿Dónde está?

Marco solo me miró negando con tristeza dándome a entender que nana no estaba, que nada de esto había sido un sueño y que todo lo que pasó fue totalmente real.

Nuevamente comencé a llorar desconsolada mientras mi hermano me abrazaba y acariciaba mi cabello. Mis padres me miraban con lástima, quizás en el fondo ellos sentían mi dolor.

Sebastian: Malak, ya está todo listo para el velorio

Solo me dediqué a asentir mientras seguía llorando, mi padre se acercó a mí y tomó mi mano... Había olvidado cómo se sentía tomar la mano de papá.

Sebastian: Rosario siempre decía que cuando muriera, la enterraran en México, así que iremos allá después del funeral. Jun Pyo y su familia nos van a acompañar

Solo pude asentir, necesitaba a mi mejor amigo en estos momentos. Aún no me sentía lista para ver a mi nana en un ataúd y mucho menos para enterrarla, pero esa era su petición y la íbamos a cumplir.

Marco me ayudó a levantarme, pues sentía que en cualquier momento me caería. Como pude caminé hacia el closet y tomé la ropa que iba a usar.

Salí y subí a la camioneta que nos llevaría al funeral, en todo el camino no dije nada, mi cara no tenía expresión alguna. Miraba hacia la nada hasta que sentí la mano de mi hermano sobre la mía y volteé a mirarlo.

Marco: siento mucho no haber estado ahí en ese momento... Me necesitabas y no estuve, perdóname

No dije nada y me recargué en su hombro, este acariciaba mi mano mientras yo permanecía callada.

Llegamos al lugar del velorio, bajé de la camioneta con ayuda de Julio. Él, al igual que María y yo, estaba destrozado, pues pude ver en sus ojos que también había llorado.

Tomé su mano con fuerza y caminé con él hasta el ataúd, cuando llegué miré su caja con detalle y la acaricié. Julio me entregó las rosas que había cortado del rosal de Chayito y las puse sobre la caja.

Malak: ¿Te acuerdas cuando cortaba flores de tu propio rosal y te las regalaba? Me regañabas por habarlo hecho, y al mismo tiempo sonreías para después ponerlas en un florero en tu buró... Nana, prometo que seguiré cortando estas rosas y te las llevaré cuando te visite, ¿de acuerdo?

Besé el féretro cerrado, no quería que nadie lo abriera. Sería mejor que mi nana fuera recordada tal y como fue en vida, una mujer con mucho amor y alegría en el corazón.

Abracé la caja imaginando que era ella a quien abrazaba, levanté un poco la mi rada y pude ver a Jun Pyo junto a la presidenta He Soo, así que me acerqué a él recibiendo un abrazo de su parte.

Jun Pyo: me parte el alma verte de esta forma, Malak, tu mirada se ve apagada y tu rostro está demacrado de tanto llorar -me tomó de los hombros y me miró- sigue con tu vida, Mal y no la olvides, llévala en tu corazón

Malak: me crió desde bebé, tanto tiempo con ella... Simplemente no sé cómo voy a seguir

Jun Pyo: no estás sola en esto, me tienes a mí -besó mi frente-

Seguimos platicando, él quería hacer que me sintiera mejor pero en estos momentos nada lo podía lograr. Pasaron las horas y la gente ya se había retirado, solo quedaban la familia de Jun Pyo y la mía. Yo seguía abrazando el féretro hasta que llegó mi secretario y me tocó el hombro.

Martín: Malak, ya está todo listo para su vuelo a México. En unos minutos vienen por la señora Rosario

Asentí y volví a besar su ataúd mientras lo seguía abrazando. Me alejé un poco en cuanto vi a los hombres que se llevarían la caja hasta el avión.

Todos salimos y subimos a las camionetas que nos llevarían al aeropuerto. Al llegar al jet me senté frente a Jun Pyo, quien tomó mi mano en cuanto empecé a pellizcarme.

Todo el viaje estuvo tranquilo, nadie decía nada, todos estaban metidos en sus pensamientos. Luego de unas horas el piloto informó del aterrizaje, un rato después bajamos y nos llevaron a la casa que teníamos en Michoacán.

Cuando llegamos bajé de la camioneta y me adentré a la casa. No quería estar con nadie, quería seguir llorando para poder desahogarme. Entré a mi habitación y me tiré sobre la cama mientras las lágrimas salían sin parar, sintiendo el dolor en mi muñeca la cual no dejaba de pellizcar. Escuché que tocaban la puerta y me levanté para abrir, era Jun Pyo. Este al notar mis manos me jaló hacia la cama e hizo que me sentara para después ir por un botiquín.

Jun Pyo: entiendo que te duela, pero no deberías lastimarte así, Malak

Tomó mi mano, limpió la sangre que salía de ella y puso unas cuantas curitas para luego seguir con la otra que estaba igual o peor que la anterior. Yo no dejaba de llorar y hacer muecas por el dolor en mis manos.

Cuando terminó de curarme me abrazó por los hombros y me llevó a caminar por los jardines de la casa.

Malak: mañana es el sepulcro de Rosario, a veces siento que nunca me voy a acostumbrar a estar sin ella

Jun Pyo: sé que lo harás, eres alguien muy fuerte

Malak: no en estos casos, Jun Pyo. En estas situaciones ni siquiera sé qué significa la fuerza

Jun Pyo: en ti está el seguir adelante con su recuerdo, Mal

Me abrazó y se fue a su habitación dejándome sola en el jardín, poco rato después me fui a mi cuarto pero no pude dormir, solo miraba el techo sin pensamiento alguno.

Al día siguiente me levanté y me vestí para el entierro, salí de mi habitación encontrándome con mi hermano y mi mejor amigo, este último tomó mi mano y me ayudó a subir a la camioneta sentándose a lado mío.

Llegamos al panteón donde vería por última vez el féretro de mi nana para ahora ver su nombre en una lápida. Nos acercamos al espacio donde la iban a enterrar y colocaron la caja en su lugar.

Jun Pyo: ¿Quieres decir algo antes de que bajen el féretro?

Intenté contener las ganas de llorar pero era casi imposible, me acerqué a su ataúd y lo acaricié para comenzar a hablar.

Malak: como saben, este es un momento muy difícil para mí. Créanme que no es fácil despedirse de una de las personas que más haz amado en la vida, su despedida se lleva consigo varios recuerdos de lo vivido junto a ella. Tantos momentos y tantos años... Rosario era una persona muy gentil y amable con los demás, nunca despreció a nadie, así como nadie la despreció a ella, es por eso que ella se va tranquila y en paz

Besé el féretro por última vez, lloraba al ver como lo bajaban para luego cubrirlo con tierra y poner su lápida. Luego de eso me tiré en el suelo llorando, añorando que ella siguiera en este mundo, aún sabiendo que lo que pedía era imposible.

Dejé un beso en la lápida y regresé a la casa, cuando entré a mi habitación vi una foto de mi nana. Comencé a golpear el suelo sin razón alguna mientras seguía llorando.

Abrieron de golpe la puerta al escuchar los golpes, era mi hermano y Jun Pyo, quienes me levantaron del suelo.

Marco: deja de hacer eso, Malak. ¿Qué ganas haciendo esto? Mira tus nudillos... ¡estás sangrando!

Jun Pyo corrió hacia el baño y trajo una toalla para limpiar la sangre que tenía en las manos.

Jun Pyo: no mides el daño que te haces. Te duele y lo sé, pero no son formas de sacarlo

Malak: ¿Y qué otra alternativa tengo? No pude hacer nada

Marco: no es tu culpa

Malak: solo quiero que vuelva -me escondí en el pecho de Marco-

Marco: ella está contigo, talvez físicamente no, pero está en tu corazón y en tus recuerdos

Asentí y dejé que terminaran de curarme, pusieron vendas en mis manos y salieron del cuarto dejándome sola. Nunca pensé que esto pasaría y que algún día tendría que perder a mi nana.

...

𝑒𝑛𝑎𝑚𝑜𝑟𝑎𝑑𝑜𝑠 𝑝𝑜𝑟 𝑐𝑎𝑠𝑢𝑎𝑙𝑖𝑑𝑎𝑑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora