23. Piedad

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Desde aquel cambio en el que todos pensaban que no iba a tener importancia, los días en la Organización se volvieron un verdadero suplicio.

Enseguida se conoció el nombre del gran afortunado que se había llevado el alto cargo y había remplazado a Gin, era un miembro de la Organización llamado Bourbon. Por como hablaban de él los otros altos cargos era una persona muy fría y calculadora como misterioso, apenas se dejaba ver.

La diferencia de Gin era que Bourbon al tener ese cargo se pensaba que toda la Organización ya era suya; mandaba órdenes a todos por beneficio propio, incluidos los miembros del más bajo rango. La parte de Sherry, los laboratorios, también se hallaba afectada. El nuevo ayudante de Anokata, mandaba a los científicos drogas imposibles para que le ayudase en sus misiones, o quería toda la información creada para el mismo día, lo único que lograba era agotarles con esos extraños trabajos extras. Por otro lado nadie sabía nada de Gin.

Vodka agarró con fuerza el fino brazo de Sherry al encontrarse con ella en los pasillos de los laboratorios, lo agradeció, llevaba días buscándola.

–¿Qué quieres? –preguntó de mala manera, entre sus brazos llevaba varias carpetas que tenía que archivar en otra sala.

–Tienes que saber que una de las causantes del descenso de Gin –gruñó, ocultando sus ojos tras sus oscuras gafas –. Eres tú.

–¿Solo has venido para acusarme por el error de Gin? –alzó una ceja, Vodka parecía desesperado –. ¿Qué haces aquí? ¿Ahora acompañas a Bourbon?

–Eso no te incumbe mocosa –guardó sus manos en los bolsillos del pantalón, aunque Sherry estaba en la razón.

–Pues si no es importante... –se giró para seguir su camino, ella también era una de las que estaba estresada –, seguiré con mi trabajo.

–¿Sabes que el cliente que tuvo que ver ese día era el padre de uno de los chicos que te intentaron violar?

Sherry se giró totalmente sorprendida, Vodka había logrado le escuchase y para ello la acompañó a uno de los despachos que se hallaba en ese momento vacío. Cerró la puerta con llave, lo mejor era que nadie se metiera en medio.

–¿Ahora me vas a escuchar?

La chica dejó los importantes documentos sobre la mesa antes de sentarse encima de ella para estar más cómoda, él lo tomó como un sí.

–La misión de aquel día era ir a hablar con uno de los representantes de una importante compañía farmacéutica con la que tenemos una alianza –explicaba, era información confidencial pero no le importaba contárselo, la situación era critica –. Necesitábamos uno de sus laboratorios que tiene los materiales y maquinaría de última tecnología en el mercado negro para seguir con las copias de tus drogas.

La científica respondió fulminándole con la mirada, aún recordaba el porque Gin le utilizó.

–Por eso queríamos ese laboratorio, para hacerlo lejos de ti –intentaba arreglarlo –. Ya que Anokata pensó que te podría afectar psicológicamente y te negarías a seguir con tu investigación.

–Ve al grano –le cortó, no quería escuchar más sobre ese tema.

–Sí, sí... –rectificó –. Bueno cuando fuimos al restaurante, todo fue bastante bien, solo necesitábamos que nos dieran los papeles para firmar. Pero de pronto le preguntó si le fue divertido matar a su hijo.

–Espera... –había algo que no cuadraba en esa historia –. ¿Cómo sabía que fue él? ¿No quemasteis todas las casas juntamente con sus cosas y no hubo testigos?

Los días en la Organización: El error de SherryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora