13. Abrazo oscuro

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La luz del amanecer empezó a filtrarse débilmente a través de la puerta del balcón, iluminando poco a poco el interior de la habitación. Eran tan débiles aquellos rayos de sol que no lograban despertar a la pareja que dormía profundamente.

En el mismo futón se encontraban Gin durmiendo, de lado, con un brazo estirado en el cual estaba apoyado la cabeza de Sherry mientras ella rozaba con los dedos de su mano el torso de él.

A los pocos minutos de esa tranquilidad sonó la melodía de un teléfono móvil, Gin apartó el brazo lentamente donde estaba apoyada Sherry sin despertarla y cogió el pequeño aparato sin levantarse en ningún momento.

–¿Sí? –preguntó al colocárselo en su oreja libre con los ojos aún cerrados.

–Jefe, encontré a una de las ganadoras de esas flechas –explicaba Vodka, seguramente habría madrugado y no se había molestado en esperarle, sabiendo que él dormiría algo más de lo normal –, ¿Qué hago?

–Mátala y te llevas la flecha –contestó como si nada.

–Pero jefe... está embarazada...

–¿Y esa excusa? Mátala o la mataré yo –se levantaba una vez despejado, ignorando a la chica –. ¿Por cierto encontraste lo otro?

–Miré en sus maletas pero no había nada... ¿Estás seguro que lo llevaba consigo?

La conversación seguía, Gin abrió la puerta del balcón provocando que Sherry se despertara a causa del exceso de luz que entró de golpe a la habitación, colocándose instintivamente el brazo encima de los ojos.

Sherry se empezó a incorporar quedándose sentada sobre el futón, tapándose el torso con la sabana ya que el yukata se le caía, intentaba orientarse sobre la situación.

¿Cómo le iba a mirar ahora? ¿Después de lograr lo que quería iba a pasar de ella?

Negó con la cabeza para convencerse a si misma, de fondo se escuchaba a Gin aún con la conversación aunque no lograba oír de que hablaba.

No, había dicho que no la veía como un objeto, pero entonces, ¿Qué iban a ser a partir de hoy? Además estaba la conversación de Akemi... Gin no se enamoraba.

Se intentó coger de las rodillas para pensar mejor, pero sintió un dolor extraño. Con la mirada confusa estiró las dos piernas y colocó la mano sobre el pálido muslo, sentía unas pequeñas agujetas pero que no eran dolorosas. Era un dolor extraño... Tenía las piernas cansadas.

La chica suspiró.

Sintió como una mano se colocaba encima de la suya provocando que volviera en si.

–¿Te duele? –preguntó Gin sentándose a su lado y tiraba el teléfono móvil a un lado –. ¿Te hice mucho daño?

–¿Cómo? –contestó con otra pregunta algo sorprendida por el comportamiento de él.

–Que si te hice daño anoche –volvió a preguntar mirándole con aquellos ojos verdes penetrantes.

Sherry negó con la cabeza y después agachó la mirada avergonzada, en parte era verdad, durante aquella noche Gin tuvo el suficiente cuidado en sus movimientos para que no sufriera pero los nervios pudieron con ella.

Gin levantó la barbilla de la chica y le dio un beso corto que Sherry aceptó.

–Con el tiempo te acostumbraras –susurró al separarse de aquel beso.

–Entonces, nosotros...

–No te separaras de mi Sherry –murmuró abrazándola con fuerza.

<<¿Estaré haciendo bien? >> pensó Sherry apoyando su cabeza en el hombro de Gin, teniendo la llamada de su hermana en la cabeza en todo momento.

Detrás de ellos un espejo reflejaba a un Gin con una sonrisa fría y cruel sin dejar de abrazar a la joven.

Los días en la Organización: El error de SherryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora