Los días en la Organización: El error de Sherry

7. Justicia oscura

Aunque esperes que el tiempo se detenga, aunque lo desees con toda tu alma, el tiempo no parara. No podemos luchar contra algo inevitable aunque nos duela saberlo...

Sherry sabía que no podía estar eternamente encerrada en el laboratorio, tenía que salir e enfrentarse al grupo de hombres que seguramente la estaban esperando en cualquier esquina... colocó su mano en la zona del corazón, parecía que se le iba salir de los fuertes latidos que sentía causa de los nervios.

Era lanzarse hacia el fuego, pero aún así Sherry finalmente salió al exterior, no podía huir... suspiró mientras avanzaba por la oscura y silenciosa calle, el ambiente estaba ahí, avisándola para que corriera, pero ella lo ignoró.

Sintió como una mano la arrastraba con fuerza al interior de uno de los callejones cercanos a la Organización. Sherry intentó gritar pero una mano le tapó la boca con un pañuelo empapado con olor a cloroformo mientras la agarraba con fuerza por la cintura con la otra mano enemiga.

A los pocos segundos los ojos de Shiho se cerraron quedando totalmente inconsciente y vulnerable entre sus brazos, sin llegar a identificar su agresor. La sombra asomó su cabeza por la esquina.

Una calle más arriba había cuatro sombras más que bajaban tranquilamente conversando entre ellos.

–La chica giró a la derecha... –sonrió uno de los hombres, los demás reían.

Andaban unos al lado de los otros, al mismo paso, para acabar con el trabajo esa misma noche...

–No era de extrañar, las ratas siempre vuelven al mismo lugar... –murmuró una voz masculina a sus espaldas.

El grupo de jóvenes se giraron.

–Vaya el cuervo ya esta aquí –rió el líder del grupo dando varios pasos adelante, en verdad se sentía intimidado pero delante de sus amigos no podía dar marcha atrás –, crees... ¿Qué podrías enfrentarte sin tu arma?

Gin no contestó solo encendió un cigarro sin moverse.

–¿¡Me estas escuchando?! –gritó mientras se dirigía corriendo hacia Gin con un puño levantado para golpearle con todas sus fuerzas.

Se escuchó un golpe fuerte y seco, el grupo se quedó impresionado de la situación.

Aquel sonido había sido creado del contacto del puño del enemigo con la mano de Gin, con la que había parado el golpe tranquilamente mirando hacia un lado. En cuestión de segundos el hombre de negro giró su bazo y clavó su codo presionando con fuerza hacia abajo, dislocándoselo fácilmente.

El chico cayó de rodillas sin parar de gritar del dolor, Gin aprovechó para pisarle con fuerza una de sus piernas para que no se pudiese levantar.

–¡Serás!– gritó uno de sus compañeros corriendo con una gran barra de acero en sus manos, pero lo único que logró fue que Gin agarrara aquella arma y golpeara con su pierna izquierda el estomago del chico.

Poco a poco iban cayendo aquella banda, sin posibilidades de dar ni un solo golpe a Gin, mientras tanto una sombra ajena a la situación se adentró por aquel oscuro callejón con Sherry a cuestas.

–¿Ya está? –preguntó Gin metiendo su mano por la gabardina buscando algo –. Pensaba que me iba a cansar...

–Cabrón, dijiste que no ibas a sacar el arma para luchar –susurró viendo aquella pistola con el silenciador.

–Yo no he dicho en ningún momento que no la fuera a utilizar... –sonrió mofándose fríamente apuntándole en la cabeza.

Disparó cuatro balas silenciosas que no alteró la tranquilidad del barrio, cogió la documentación privada de los cuatro fallecidos para alejarse luego de allí. A los pocos metros encontró su auto con Vodka en el interior asombrándose al verle manchado de sangre.

–¿Estás herido? –preguntó Vodka una vez Gin entraba en el asiento del acompañante.

–No es mi sangre –contestó fríamente mostrándole la documentación privada –. Busca por el portátil sus direcciones tenemos algunas casas que eliminar.

–¿Hace falta?

–No ha de haber nada que nos vincule –respondió mirando desde su espejo retrovisor el asiento de atrás, donde se hallaba Sherry aún durmiendo profundamente mientras sacaba la sangre de su gabardina.