Capítulo 34

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El sol de la mañana deslumbraba en la pequeña sala de la cabaña, a las afueras de la ciudad, en un pequeño pueblo granjero. Se oían los animales desde los establos y los gallos cantar a primera hora, un viaje entre amigos, cada uno compartía habitación con distintas personas, en mi caso me ha tocado nada más y nada menos que con...

—¡Por Dios, callen a los gallos, necesito dormir una hora más! —Se quejaba Kya, quien odia despertar a tempranas horas de la mañana.

Melanie, Annie y yo, por otro lado, estábamos listas para ir a buscar de los mismos cultivos para preparar el desayuno.

—Melody y Kya, no pueden dormir toda la mañana, el viaje era para divertirse y descansar del trabajo.

—Tú misma lo has dicho «descansar»—Respondió Melody a Mel, quien se cruzó de brazos por su respuesta.

Luego de una larga lucha contra Kya y Melody para que despertaran, empezamos a buscar lo necesario para el desayuno.

—¿Ellos no podían buscar el desayuno? ¡Ellos también pueden! —Se quejaba Melody mientras tomaba unos tomates.

—¿Has visto siquiera a Thomas y Peter cocinar? ¡Dejaría de existir la cocina! —Replicó Annie.

—¡Ya basta de quejas! —Exprese — Mejor busquen huevos en el gallinero, acá en la cesta tengo lo necesario.

Me dirigí con las demás hacia la cocina mientras Kya y Melody buscaban los huevos para comenzar a cocinar, los chicos se encargaron de la limpieza.

—Hay demasiado polvo aquí—Se quejó Harry, quien limpiaba una librería vieja.

—En todos lados—Respondió Peter, quien barría la sala.

—No se quejen a ustedes, no les toco el ático—Sonaba disgustado Thomas mientras que Ethan reía.

—El ático no estaba tan mal, solo míranos—Se señaló a sí mismo y a Thomas, mostrando su ropa llena de polvo y telarañas.

—¡Menos quejas, más limpieza! — Grito Melanie desde la cocina ganando a su vez reproches y quejas.

Luego de todas las labores hechas, cada quien fue a ducharse y cambiarse, para poder disfrutar del desayuno. Mientras degustamos el desayuno, Ethan nos contaba como Thomas gritaba por las arañas en el ático. El día se fue en actividades en grupo, pícnics, y ver como a Peter y Ethan los perseguían las gallinas, su única misión era cerrar el gallinero pero... La situación se salió de control.

—Nunca volveré a ese lugar—Peter hablaba con la respiración acelerada y su voz entrecortada.

—Ni yo—Ethan respondió, mientras yacía boca abajo sobre el sofá.

Negaba con mi cabeza, cada día me sorprendían más.

Me volteé hacia la sala en busca de mi chaqueta sobre el sofá, al tomarla me encuentro con Thomas quien llevaba por igual una chaqueta.

—¿Qué haces? —Pregunto.

—No encuentro mi chaqueta, no recuerdo donde la deje.

—¿Buscaste en la habitación?

—No, deja la busco—Fui directo a la habitación y allí se encontraba sobre mi cama.

—¿La encontraste? —Preguntó al llegar a la habitación.

—Sí, ¿saldrás? Pregunte al ver como se hallaba vestido.

—Exacto, venía a preguntarte si me querías acompañar.

Terminé de arreglar mi chaqueta y recogí un poco mi cabello.

—Excelente, entonces vamos.

Nos despedimos de los chicos y juntos salimos a caminar por el pueblo, compramos algunas cosas que nos faltaban, además que compre uno que otro souvenir, hicimos una parada en un muelle donde vendían manzanas acarameladas y Thomas compró un par y nos quedamos observando el mar desde el muelle mientras comíamos nuestras manzanas.

Una chef novataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora