Beta perfumada

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Hirai Momo es una Beta.

Una simple humana que no se rige por la biología de las castas. En los ojos de muchos Alfas, un error de la evolución al no poder controlarla. En los ojos de muchos Omegas, algo que ellos deseaban haber sido. Y en los ojos de los médicos, un cheque por todos los exámenes que le hicieron cuando era menor.

Para Momo ser una beta no era nada malo, podía juntarse con cualquier persona que quisiera. Alfas u Omegas, aunque prefería juntarse con los últimos. Los primeros generalmente caían en el estereotipo de pensar sólo en sexo, y ella al ser una Beta se volvía tópico de conversación, no era lo más cómodo que le preguntaran cosas que podían perfectamente buscar en Internet.

Aún así, le gustaba ser una Beta, era liberador de cierto modo, podía elegir a quien ella quisiera para estar a su lado. Pero, al mismo tiempo, le asustaba. ¿Qué pasaría si la persona que su corazón escogiera no la amaba? O peor algo peor aún ¿que pasaría si la amaran, pero por biología aquella persona estuviera ligada a alguien más? No creía poder soportarlo.

Y claro, a ella no le pasaría como a los Omegas, que les causaba dolor físico cuando su Alfa los rechazaba. Ni como a los Alfas, que al verse rechazados serían prácticamente escoria, pero las heridas emocionales eran igual de dolorosas. Entonces, sabiendo eso, la chica había prometido no enamorarse nunca, se ahorraría todos los problemas que pudieran surgir. O si es que se enamoraba, sería de alguien de su misma casta, había menos riesgos con eso.

- Momoring eres tonta.- Le decía Sana, su amiga desde que tenía memoria, mientras veían peliculas romanticas-. Uno no decide si enamorarse o no, sólo pasa.

- Sí claro.- Se rió mientras llevaba papas fritas a su boca.- Uno decide Sa-chan, tú deberías saberlo, eres una Alfa.

Sana frunció el ceño, como si el hecho de que la llamaran Alfa le ofendiera. Y realmente así era, al menos cuando Momo le llamaba así. Por alguna razón que la mayor desconocía su amiga se disgustaba siempre que mencionaba su casta, casi como si hubiera dicho que pateaba gatitos por diversión. La muchacha le había dicho que era porque la hacía sentir rara, cómo si su única cualidad fuera ser de aquella casta, pero Momo pensaba que había algo más, claro que no se le ocurría qué podía ser.

- ¿Eso que tiene que ver? ¿A caso por ser una Alfa puedo mágicamente decidir quién me gusta?

- No pero, algún día tendrás una Omega-. Momo llenó su boca con comida otra vez, antes de seguir hablando- y te vas a tener que enamorar sí o sí de ella.

- Primero que todo, no hables con la boca llena, es asqueroso- la menor enumeró con sus dedos-. Segundo, yo no me obligaría a amar a nadie y tercero, quizás nunca tenga una Omega.

- ¿Nunca?

- Nunca.- Sana asintió-. Prefiero morir sola en el bosque a estar con alguien por mero instinto.

Momo rió nuevamente y se encogió de hombros, para luego hacer un par de bromas ridículas sobre como su amiga quedaría sola para siempre, teniendo cuidado de no decir algo que fuera realmente hiriente. Riendo aún más cuando Sana en venganza le lanzó unos cuantos Doritos a la cara, señal de que sus bromas eran, de cierto modo, bien recibidas.

La voz de la menor se volvió muy aguda mientras le reprendia por nuevamente insinuar que estaría abandonada en su vejez, y ella sólo podía disculparse entre risas. La película seguía en reproducción, pero las muchachas la olvidaron al iniciar un pequeño combate con la comida que tenían al alcance.

Sana aún reprendiendo a Momo, diciendo que era muy mala por decir que estaría sola por siempre, mientras amenazaba con mojarle con un refresco que tenía en mano. Momo, tirándole papas fritas encima mientras entre risas daba razones tontas por las cuales, según ella, definitivamente su amiga envejeceria sin compañía.

Y como la mayor seguía con sus burlas, que se habían vuelto ya en razones totalmente inverosímiles, la menor dejó caer el refresco sobre su ropa. Nada mejor que la venganza en forma de bebidas azucaradas. Ahora Momo tendría todo el cuerpo pegajoso, era un victoria para su amiga.

- Tu Coca-Cola estaba fría... ahora me estoy congelando-. A pesar de todo, Momo seguía riendo.

- Te lo mereces por mala Mo-. La Alfa se acercó a su amiga-. ¿Si sabes que si termino sola en mi vejez significa que no estarás conmigo?

- Obvio que no estaré, yo moriré joven como los cantantes famosos-. Sonrió mostrando los dientes, como si lo que había dicho fuera un logro increíble.

- ¿¡Qué!?- Momo sintió como el aire escapaba de ella de un momento a otro, Sana la estaba abrazando con mucha fuerza-. No digas eso, si mueres joven entonces... entonces yo también moriré joven.

- ¿Sólo porque yo moriré joven?

- Sí, eres mi mejor amiga no podría vivir sin ti-. La menor hundió su rostro en el cuello de su amiga-. Recuerda que prometimos vivir juntas algún día.

- Eso fue cuando teníamos diez años-. Una gran carcajada salió desde el fondo de su pecho.

- ¿Y eso qué? Es una promesa de todas maneras.- Momo abrazó a la Alfa, riendo levemente, las promesas eran muy importantes para la menor, pero aún así no podía creer que Sana aún recordará las que hicieron cuando eran menores. Era lindo-. Recuerda que prometimos vivir en Nara y alimentar a los ciervos que nos encontraremos en el camino.

- Cierto, cierto-. Las manos de Momo comenzaron a dar pequeños paseos por el cabello ajeno-. Tú dijiste que comprarías todos los aromatizantes con olor a durazno que pudieras encontrar, para que la casa siempre huela así, jaja.

- Ese es tu olor-. Sana se acurrucó en su amiga, no importandole que ahora ella estuviera empadada de refresco también-. Porque siempre usas perfumes que huelen a eso, y tu nombre significa durazno.

- ¿Pero, no es mucho que todo una casa huela a lo mismo?

- Hmmm... no-. La muchacha miró a Momo- mucho es que ahora las dos vamos a estar pegajosas.

La Alfa y la Beta rieron, la película que habían estado ignorando casi llegaba a su final. Tendrían que retroceder la reproducción para entender que es lo que estaba pasando, o fingir que sabían porqué ocurrían las escenas finales, a ninguna de las dos le pareció buena idea adivinar la trama. No eran las mejores en cuanto a eso, así que Sana fue quién retrocedió la película, preguntado a su amiga si recordaba donde había quedado. Momo solo observó la pantalla, no recordaba.

Y siguió observando, pero no la película, sino que a Sana. Aún cuando estaba un poco mojada por abrazarla, Sana se veía hermosa. Sana era hermosa, Momo siempre había pensado eso. Le gustaba compartir con su compatriota, aunque a veces realmente pensaba que, si no fuera porque se conocían desde niñas, no serían amigas nunca. Sana era hermosa, no sólo físicamente, Momo lo sabía.

Sana era una persona impresionante y ella sólo era... ella.

Su amiga era increíble en todo sentido, si bien la joven Beta había decidido no enamorarse nunca, en ocasiones como esta, cuando sólo estaban ellas dos riendo y sintiendo el momento, se le olvidaba aquello. Cuando recordaba las promesas tontas que hicieron hace años, su determinación por no enamorarse de alguien se perdía un poco.

Pero Sana era una Alfa, iba a encontrar una Omega algún día, y Momo había prometido no enamorarse.

- ¿Momoring?- La menor la veía confundida-. ¿En serio no recuerdas en que parte de la película quedamos?

- Uh... no, no recuerdo...

- Mejor hubiéramos puesto Harry Potter-. Sana rió porque amaba Harry Potter, se sabía todas las películas de memoria y Momo sonrió viéndola.

La chica había prometido no enamorarse nunca pero, aunque para su amiga las promesas siempre debían cumplirse, Momo las rompía en más de una ocasión. Y en el fondo, muy en el fondo, sabía que desde hace un tiempo su promesa de no enamorarse nunca ya no tenía tanta validez.

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Beta durazno [Saidahmo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora