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Sana acercó la pizza a sus labios, aunque no tenía hambre. Se sentía perdida desde hace días, como si estuviera frente a su hogar pero una barrera invisible le prohibiera entrar. Necesitaba un respiro del mundo. Y ese respiro era quedarse en su habitación hasta que tuviera que ir a clases. El suelo estaba frío, pero no creía tener las fuerzas necesarias como para subir a la cama. Se sentía gris y aunque ella nunca había sido el tipo de persona que entristece fácilmente, cómo evitarlo. ¿Cómo podía hacer que su corazón dejara de doler? ¿Era esto lo que sentían los Alfas cuando los rechazaban? Probablemente no, Sana definitivamente estaba sufriendo más que un Alfa rechazado. Sentía como todas sus ilusiones caían sobre sí mismas aplastando su cuerpo, todo por su deseo de que Momo fuera una Omega.
Pero Momo no era una Omega. Lo sabía, Momo nunca sería una Omega, e incluso si lo fuera... Momo no sería su Omega. Sana se sentía la peor persona del mundo, no le importaba en lo más mínimo el hecho de que su compatriota conociera a la persona que, muy probablemente, sí era su Omega. Ella sólo quería a Momo, no quería a nadie más. Quería hundirse en el cuello de Momo otra vez, sintiendo ese aroma exquisito desprenderse de su piel, quería engañar a su instinto y hacerle creer que ese aroma era el aroma de Momo y no el de alguna chica que ni siquiera conoce.
Sana creía ser una mala Alfa.
- ¿A qué huelo?- Había preguntado Momo hace días, dándole a entender que no podía percibir el aroma que de forma tan potente invadía su cuerpo, rompiendo el corazón de su menor.
A Sana le gustaría creer que, a causa de la falta de experiencia, la muchacha no captaba su propio aroma, pero sabía que era imposible. La falta de experiencia sólo haria que lo sintiera aún más, pero la japonesa mayor no pudo sentirlo en ningun momento. La pregunta que le había hecho lo confirmaba. Además de significar que el aroma que tanto le había gustado no era el de Momo. Momo seguía siendo una Beta y no era su Omega. Sí que era cruel el destino.
Olía a malvaviscos, Momo (o mejor dicho, la Omega sin identidad) olía a malvaviscos, y a pesar de que habían pasado los días Sana aún podía recordar el olor. Lo sentía aún en sus narices, seguramente por ser el aroma de su Omega.
- Soy una persona horrible.
La japonesa siempre había pensado que era mejor que los Alfas comunes, pero el último tiempo la hizo dudar. No había interactuado tanto con Momo sólo porque se dio cuenta que no era su Omega. Aún la amaba, por Dios que aún la amaba, su corazón seguía loco por la Beta. Pero, verla teniendo la confirmación de que no existía posibilidad alguna de que Momo fuera su Omega le dolía enormemente. Al menos antes tenía la duda, al menos antes podía engañarse a sí misma. Ahora no siquiera eso tenía.
Nayeon había notado como la actitud de Sana se transformó con los días, consolando a su amiga. No le gustaba verla sufrir, por eso le había llevado pizzas. Aunque fueran las diez de la mañana de un Sábado, el fin de semana es para comer comida deliciosa. Pensaba que quizás con eso podría levantar el ánimo de la Alfa, pero lamentablemente la muchacha cometió un error. Llevó pizza de en la cadena de favorita de Momo, Sana comía pensando en ella.
- Es normal que te sientas así si te rompen el corazón-. Le había dicho Nayeon antes de irse. Por mucho que quisiera quedarse a consolar a Sana, el aroma a chocolate amargo que estaba desprendiendo la Alfa era mucho para ella.
Sana no tenía el olor a chocolate más dulce del mundo, era agradable, como una barra de chocolate con sesenta por ciento de cacao. Pero cuando la tristeza le invadía, su aroma invadía a los demás, y no de una forma agradable. Dejaba incluso una sensación desagradable en las papilas gustativas, por eso, cuando Sana tenía una gran tristeza Momo era quien estaba a su lado consolandola. Era una ventaja en esas ocasiones el que su mejor amiga no percibiera su olor. Obviamente Nayeon también le apoyaba, pero detrás del teléfono, querían prevenir que la Omega le terminará vomitando encima, ya le había ocurrido una vez y no le ayudó mucho en su estado de ánimo.
La pizza se había enfriado, pero la Alfa seguía comiendo. Si no la terminaba se sentiría culpable por hacer que Nayeon gastara su dinero en ella. Dios, se sentía tan miserable. Si algún otro Alfa la viera le trataría como basura ¿Sufrir tanto por alguien que ni siquiera puede controlar? Eso no lo hacen los Alfas, al menos no la mayoría. Pero Sana no era de la mayoría, estaba sufriendo por una Beta a la que se le había pegado el aroma de su Omega.
El timbre de la casa sonó.
¿Nayeon había regresado? Si era eso, le echaría. No quería que su aroma hiciera sentir mal a su amiga. El timbre sonó otra vez y después tres veces seguidas. Sana corrió a abrir la puerta, casi se cae en el camino pero se lo atribuyó a su sorpresa y no a su conocida torpeza.
- ¡Hola Sana!- Momo la saludó con una sonrisa-. ¿Me prestas el baño?
La mayor daba leves saltitos en su lugar. Sana asintió y su amiga entró corriendo a la casa, sabía el camino de memoria.
¿Estaba triste? Por supuesto que sí, pero no por eso iba a dejar que Momo se hiciera encima. Y menos frente a su puerta. Puerta que iba a cerrar hasta que se dio cuenta de que había una chica frente a ella. Era un poco más bajita que Momo y estaba escribiendo algo en su teléfono. Sana quiso hablar, pero la chica desconocida habló primero.
- Sería mejor que cierres la puerta-. Sana volvió a asentir, pero no obedeció-. Mi amiga dice que tu aroma se siente desde la esquina de la cuadra.
La Alfa miró a la esquina, su casa no estaba tan alejada del lugar. Pudo distinguir perfectamente a otra chica. Tenía su teléfono en mano al igual que la que estaba en frente. El sol hacía que su piel brillará, Sana tenía dos teorías. Esa chica era un vampiro como los de crepúsculo o era muy, pero muy blanca. La chica alejada la miró, cree, podría estar mirando a la otra desconocida. ¿Estaba tan intenso su aroma? Sólo había un par de casas antes que la suya, pero eran un par de casas. ¿Su aroma se sentía hasta ese lugar? Que vergüenza, todo el barrio sabría que estaba triste.
Todo por culpa de su aroma inestable, probablemente si sintiera el aroma a malvaviscos de su Omega podría calmarse, era biológico. Como una persona lactando al escuchar el llanto de un bebé. Pero su Omega no estaba allí porque ni siquiera la conocía, además Sana se negaba a usar a alguien como tranquilizante.
¿Pensar en su Omega la hacía sentir su aroma? La Alfa podía notar el ligero aroma a malvaviscos en el aire. ¿Estaba volviéndose loca por la tristeza? Diablos, no sabía que eso podía pasar. Arrugó la nariz, el aroma no era fuerte pero estaba presente. Sana sintió que estaba perdiendo la cabeza, porqué sentía aromas que no estaban ahí.
- Supondré que sientes lo poco de su aroma que se pegó en mí-. Sana miró a la chica frente a ella-. Eso le dará vergüenza jajaja.
- ¿Qué?
- Oh es que, Dahyun no controla bien su aroma y se lo termina pegando a los Betas sin querer-. La chica acercó su muñeca hasta la extranjera-. Dicen que huele a malvaviscos.
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Beta durazno [Saidahmo]
Fanfiction🍑🍑🍑🍑🍑🍑🍑🍑🍑🍑🍑🍑🍑🍑🍑🍑 Sana está convencida de que su mejor amiga es su destinada, por lo que desea con todas sus fuerzas que se convierta en su omega. El único obstáculo... Momo es una beta. Aún así, sus esperanzas suben a tope cuando su...