¡Odio a esa Alfa!

302 35 3
                                    

🍑🍑🍑

- ¿En serio?

Sana estaba sorprendida.

Una vez alguien le había dicho que los Omegas carecían de sentimientos malos, casi como si fueran una princesa Disney, y lo había creido hasta que conoció a Nayeon. Esa Omega era impaciente, se frustraba mucho cuando las cosas no salían como las había planeado, le gustaba vengarse de Momo cuando la Beta le hacía pequeñas bromas, y además se la pasaba diciendo que envidiaba a la gente que tenía más dinero que ellas.

Pero odiar a alguien, palabras como esas nunca habían salido de los labios de su amiga. Sana incluso pensaba que Nayeon era incapaz de odiar a alguien. Incluso cuando hablaba de su antigua bully de la escuela sólo decía que le desagradaba ligeramente. ¿Qué había hecho la persona que odiaba Nayeon? La Alfa se imaginaba lo peor. Quizás esa persona había matado a alguien y Nayeon la descubrió pero no pufo denunciarlo porque la hizo cómplice.

Claro que eso era improbable, pero la japonesa no encontraba otra explicación. Así que, mientras esperaban a Momo fuera de un gimnasio, sólo podía mirar a Nayeon con incredulidad.

- En serio Sana, esa idiota...- el enfado en la voz de la Omega era evidente-. Esa idiota es detestable, la odio.

- ¿Pero por qué?- La menor necesitaba una respuesta-. ¿Qué pasó? ¿Te hizo algo? ¡Si te hizo algo puedo protegerte!

Sana inconscientemente se paró lo más recta que pudo, como si le estuviera demostrando a Nayeon que era más grande y fuerte que cualquier Alfa que quisiera hacerle daño. Después de todo Sana era un Alfa y haría lo que fuera, realmente lo que fuera, para proteger a las personas que consideraba parte de su manada. Lo había hecho antes, cuando junto a Momo le dieron una lección a la bully de Nayeon, sólo que en esa ocasión la Omega se molestó con ambas por, según ella, comportarse como animales.

- No, Sana, no es necesario que me protejas-. Nayeon rió un poco, ayudando a liberar la tensión que se le había formado a su amiga.

- Es que- la japonesa habló suavemente- tú no odias a las personas.

- Lo sé, pero esa Alfa me supera-. La mayor ordenó su cabello-. Sé que no debería odiar a alguien, pero no puedo evitarlo, ella me irrita.

- Nayeon en serio necesito que me expliques bien la situación.

La coreana asintió y comenzó a hablar de como desde hace unos cuantos días, dos semanas para ser exactos, Yoo Jeongyeon, la persona que aseguraba odiar, se había prácticamente autoproclamado su Alfa. Explicó que la muchacha no se había llamado "su Alfa" de forma verbal, pero hacía cosas que la hacían ver como su Alfa, pero que la hacían sentir como una inútil. A Nayeon nunca le había gustado sentirse de esa manera y en cuanto llegaba esa chica lograba que se sintiera así.

Hacía cosas por ella cuando la Omega podía hacerlas perfectamente, pero a esa Alfa parecía no importarle. Desde ofrecerse a llevar sus libros diciendo que eran muy pesados y, sin esperar respuesta, tomarlos impidiendo que la mayor los llevara. Hasta decirle que comida de la cafetería de la universidad consideraba mejor, insinuando que Nayeon debería comer eso.

La Omega la detestaba, esa chica la frustraba como nadie. Pero lo que más le había frustrado era darse cuenta que esa idiota le dejó su aroma. A Nayeon le causó aversión el salir de clase y notar que el aroma de esa chica estaba sobre ella, todo porque esa Alfa se sentaba a su lado. Sentía como si la estuviera marcando sin pedir permiso ¿Era un aroma horrible? No, la verdad le parecía bastante agradable, pero no por eso iba a aceptar traerlo pegado.

Así que había ido a los baños de la universidad esperando que el aroma se le quitara un poco durante el camino, para después lavarse la cara e intentar recomponerse. Tener el aroma de una Alfa encima no era lo mejor para una Omega. Tuvo que quedarse unos minutos dentro de un cubículo hasta que ya no pudo percibir el aroma. Si Momo hubiera estado cerca su neutralidad podría haberla ayudado.

La chica con nombre de fruta no tenía aroma, así que los de los demás se le pegaban fácilmente. Nayeon le habría pedido permiso para "depositar" el aroma de Jeongyeon en ella. Pero Momo no tenía clases ese día, no pudo pedir su ayuda y por esperar hasta que el aroma de la Alfa se esfumara dejó a Sana esperando más tiempo de lo normal antes de caminar hasta el gimnasio donde estaría la Beta.

En un día normal Nayeon y Sana aprovecharían de comer algo delicioso en el camino, pero por culpa de Jeongyeon no habían podido. Ahora ambas estaban con el estómago vacío y frustradas porque esa idiota parecía creerse la Alfa de Nayeon.

- Realmente las personas de mi casta son idiotas-. Sana suspiró para después seguir escuchando como su amiga se quejaba, no le gustaría estar en la situación de Nayeon.

Quizás esa Alfa no pretendía hacer daño a su amiga, pero esa no era forma de cortejar a alguien. Lo primordial era conocer a la persona, conocer las cosas que le gustan o disgustan antes de mostrar interés, para no verse como una irrespetuosa y por último entablar una conversación de manera respetuosa. A Sana le parecía evidente que esa chica no lo había hecho. Dejarle su aroma era una señal clara.

Ahora entendía porqué Nayeon decía que la odiaba. Ella también odiaría a alguien de la casta contraria si esa persona le dejara su olor, casi reclamandola suya sin siquiera preguntar. Le parecía horrible, Sana sólo aceptaría que un Omega le dejara su aroma si es que ese Omega fuera su querida Momo. Sentir el aroma de aquella mujer acompañarla durante el día le parecería algo maravilloso.

- ¿Sana?- La voz inconfundible de su compatriota la hizo reaccionar. ¿Desde hace cuánto estaba Momo ahí? No la había notado llegar.

Sintió como Nayeon reía a su lado, cuando le iba a reclamar por estar burlándose de ella las palabras murieron en su garganta y un aroma que nunca había sentido atacó su nariz. No era el aroma de Nayeon, ella se estaba riendo tanto por la cara que la menor de todas había puesto que hasta se había alejado un poco. Sólo Momo estaba junto a ella, riendo también, pero ella se reía de la risa de Nayeon.

Sana se acercó a su amiga, casi hipnotizada. Pasó sus manos por la cintura de Momo y el aroma se hizo mucho más potente. Su amiga la veía confundia, Sana era bastante afectiva pero no solía sostener su cintura. Nayeon dejó de reír, al parecer ella tambien había sentido el aroma nuevo y ahora estaba a la espera de lo que sea que podría pasar.

- ¿Sana?- Momo llamó a su amiga nuevamente, había algo en su mirada que nunca antes había visto. Pero la menor no respondió, sólo hundió el rostro en su cuello, dejando que el aroma que Momo desprendía la embriagara levemente.

- Momo hueles a...- Sana la abrazó totalmente y sonrió al sentir como la mayor correspondía su abrazo, logrando que ese aroma la abrazara también. Probablemente Momo estaba extrañada con su comportamiento pero no le importaba, necesitaba sentir ese aroma mucho más.

Se sentía tan extraña. Ninguno de los aromas que había captado alguna vez en su querida amiga era como aquel. Era exquisito. Llenaba sus fosas nasales con gracia, no era invasivo como otros. Fluía por su sistema dulcemente, como si estuviera diseñado para encajar con su propio aroma a la perfección. Sana sonrió, un aroma así, tan exquisito, tan dulce, tan cálido y tan potente sólo podía ser el olor de su Omega.

Momo desprendía aroma a Omega. Sana pensaba que ese aroma era demasiado intenso como para que la otra japonesa no lo percibiera. Ella sabía que era bastante común que, el primer día, el aroma de una persona que se presentaba años después de lo normal fuera potente. Incluso el antiguo Beta solía abrumarse al percibir su propio aroma.

¿Entonces, finalmente había ocurrido el milagro? ¿Acaso Momo por fin se había presentado? El aroma que Momo tenía en ella debía ser el aroma de su Omega. Momo debía ser su...

-¿A qué huelo?

Una pequeña risa sacó a Sana de su trance.

🍑🍑🍑

Beta durazno [Saidahmo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora