Cobardía

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Sana era una cobarde, o al menos se sentía como una. ¿Pero quién no se sentiría así después de lo que hizo? Incluso aunque ya habían pasado tres desde aquello no dejaba de sentirse así, es más, mientras más tiempo pasaba se sentia más cobarde. Hace tres días conoció a Dahyun y hace tres días como una cobarde había huido de la fiesta después de que la Omega le ayudara a llevar a Momo a una de las habitaciones para que durmiera mejor. Nayeon la había regañado mucho por eso, pero no pudo evitarlo. Cuando la realización de estar conversando con su Omega le pegó en el rostro sólo pudo sentir pánico.

Esa era la persona con la que iba a pasar el resto de su vida, de alguna u otra manera. Sana sabía que en algún momento la biología la alcanzaría y ya no podría huir de ella, sabía que en algún punto iba a necesitar a su Omega para sentirse en paz, sabía que en algún punto lloraría y sólo el abrazo de su Omega la iba a consolar, sabía que en algún punto se volvería como los demás Alfas y la necesidad de tener un Omega sería mucho más fuerte que el amor que le tenia a Momo.

Después de todo, cuando las personas encuentran a su otra mitad no les interesa nadie más.

Sana tenía miedo, había amado a Momo gran parte de su vida. Encontrar a su Omega le hacía ver que en cualquier momento ese amor podría ser arrancado de su corazón, como si su único propósito hubiera sido un mero plato de entrada mientras estaba a la espera del plato principal. Sana no quería eso, haber amado a Momo tanto tiempo la hizo ser quién era. No era ella sin Momo y dudaba que algún día fuera a sentirse completa sin amar a la Beta. Sana era quien era por Momo y para Momo, no por alguien más.

Todo lo que había hecho en su vida era para ser el Alfa de Momo. Si Momo fuera su Omega, que ella fuera una Alfa tendría sentido al fin, había pensado así desde el día que se presentó su casta y tener frente a ella a Dahyun, su verdadera Omega, era la señal clara de que se había engañado nuevamente. Al conocer a Dahyun comprendió que no era una buena Alfa como creía, no era una Alfa siquiera, sólo era un vago intento de persona construido para un futuro que no existía y eso la había aterrado.

- ¿Quién eres?-. Sé decía a sí misma mientras se miraba en el espejo, por más que intentaba no podía encontrar a la persona adecuada para este futuro, sólo veía a Minatozaki Sana, la eterna enamorada de Hirai Momo.

Quiso llorar, aunque las lágrimas no salieron. Se seguía observando en el espejo, preguntado una y otra vez quién era. No quería sentirse como un cascarón de persona, pero aparentemente eso era. Era decepcionante y pudo haberlo evitado si no hubiera planeado su vida alrededor de una mentira que nunca se convertiría en una verdad.

- ¿Satang?

Escuchó golpes en su puerta, sabía perfectamente quién la estaba buscando, pero no fue a abrir. Hace tres días conoció a su Omega, habló con ella por primera y última vez y también, hace tres días que no hablaba con Momo. No podía, había querido actuar normal el día después de la fiesta pero no pudo. En el momento en que distinguió a Momo caminando entre las personas que estaban en la universidad corrió hacia el otro lado. No podía verla. Verla hizo que se sintiera como los Alfas que eran amigos de una chica sólo porque sentían atracción por ella.

No quería eso, no quería sentirse de esa forma. Ella era amiga de Momo porque la Beta era una persona maravillosa y la amaba por eso, la amaba por ser la mejor persona que conoció en su vida. Pero verla era un constante recuerdo de que lo que había planeado para su vida no era posible. Que todas sus fantasías se quedaban sólo en eso, fantasías. Sana, antes que todo, era la mejor amiga de Momo, pero en estos momentos sólo se sentía como la enamorada de Momo. La enamorada que nunca se confesaria porque sabía que no tenía una oportunidad.

- ¿Satang, estás bien?- La voz de Momo reflejaba su preocupación y aún así Sana abría la puerta.

¿Por qué seguía ahí la Beta? Su casta le permitía hacer cualquier cosa que quisiera. No tenía que estar preocupándose por una Alfa fracasada que nunca podría hacer feliz a su Omega por amar a alguien que no podía tener. Tenía opciones, no como ella.

- Carajo-. Los golpes eran cada vez más fuertes-. ¡Sana si no abres esta maldita puerta la voy a romper!

Hubo silencio, por unos instantes pensó que el tiempo se había detenido. Por un lado, la amenaza de su amiga parecía totalmente cierta, pero por otro lado, podía vivir sin puerta si se acostumbraba a ello.

- ¡Sana!- Ni siquiera pudo terminar de abrir cuando Momo se lanzó hacia ella. La estaba abrazando con fuerza casi quitándole el aire de los pulmones.

- Momo...

- ¿Qué sucede contigo?- Momo se veía molesta-. No fuiste a la universidad, te he estado llamando todo el día y no contestaste ninguna de mis llamadas.

- No es-. Sana se sentía culpable por preocupar a la Beta-. No es nada, no pasa nada.

- No me mientas, por favor-. Momo la tomó de los hombros, a pesar de ser unos cuantos centímetros más baja que Sana se veía intimidante-. ¿Te pasó algo? ¿Alguien te hizo algo? Sana, si alguien te tocó un solo pelo te juro que lo mato. Pero tienes que decirme qué te pasa, sé que fuiste a la universidad ayer pero no te vi por ningún lado y Nayeon tampoco te vio. Quiero ayudarte a estar mejor pero desde la fiesta del otro día es como si estuvieras huyendo de todo el mundo. ¿Qué ocurrió para que estés así?

- No pasó nada-. Sana intentó alejarse de Momo, pero la mayor no lo permitió y las lágrimas que antes parecían no existir empezaron a bajar por sus mejillas-. Lo juro, no pasó nada.

- ¡NO MIENTAS!- La Beta sostuvo sus hombros con mucha más fuerza que antes-. ¡DIME LO QUE PASÓ DE UNA BUENA VEZ!

Sana tenía el rostro lleno de los caminos que dejaban sus lágrimas y Momo la sostenía como si en cualquier momento fuera a correr para esconderse del mundo nuevamente. Por un momento, al ver furia en sus ojos, la Alfa pudo jurar que si no la conociera pensaría que eran de la misma casta. Pero luego comprendió que no era furia lo que desprendía el alma de Momo y entonces sólo encontró preocupación en la mirada ajena. Sana no podía esconderse ante alguien que la veía con tal preocupación.

- ¡Encontré a mi Omega!- Gritó, pero no tan fuerte como su amiga lo había hecho-. Y no quiero ser su Alfa, en realidad yo...- Sana parecía llorar con más fuerza por cada segundo que pasaba- no quiero ser una Alfa.

- Satang-. La preocupación en los ojos de Momo era cada vez más grande.

- No quiero ser una Alfa, Momoring, no quiero-. Su voz comenzó a cortarse por el llanto-. No quiero ser una Alfa-. Dijo nuevamente.

Momo la abrazó, Sana se aferró a ella y lloró mientras respiraba el perfume con aroma a durazno de la chica. Quería que ese aroma la calmara, quería que Momo la abrazara por siempre y que su aroma frutal quedara impregnado en ella.

La Beta la sostuvo delicadamente, pero sin perder firmeza. Aún cuando no podía entender del todo los problemas de su mejor amiga, la sostuvo. Aún cuando las lágrimas de Sana mojaron su ropa y aún cuando las piernas de la menor parecían querer que la muchacha se derrumbara en el suelo, la sostuvo y no la dejó ir en ningún instante. No le importaba nada más, no le importaba que la puerta siguiera abierta y que los vecinos muy probablemente habían escuchado todos los gritos, su prioridad era Sana.

Así que dejó que llorara. Dejó que la abrazara con fuerza y prometió un millón de veces más que irían a vivir a Nara juntas en un intento de tranquilizarla.

Pero Momo es una Beta y Sana había encontrado a su Omega, nada de lo que dijera calmaría realmente a la Alfa. Aún así, imaginar un futuro junto a la mayor, imaginar que podían tener un hogar juntas, imaginar que alimentarían a los ciervos que vieran en el camino, imaginar que un futuro en Nara era posible y no simples fantasías la hacía sentir mejor.

Engañarse a sí misma la hacía sentir mejor.

La hacía sentir que su vida como una Alfa no era un error. Engañarse a sí misma con fantasías, ahora que había encontrado a su Omega, era lo único que le quedaba.

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Beta durazno [Saidahmo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora