Smoothie

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Sana no podía creer lo que veía, sentía como su corazón se encogía en su pecho al ver que ya nunca tendría lo que quería. Habían cambiado la receta de su smoothie favorito. El cartel en el frente del negocio lo dejaba muy en claro, tenía escrito "NUEVA RECETA" con letras brillantes y la imagen del smoothie con una cara sonriente que dejaba ver lo renovado que se sentía. La japonesa se sentía un poco decepcionada. Está bien, las cosas en su vida estaban cambiando, pero eso no significaba que hasta el smoothie que más le gustaba debía cambiar. Eso ni siquiera tenía algo que ver con la "trama" de su vida. Si quisiera que la receta del smoothie cambiara lo diría mientras pide una orden personalizada.

Pero ya nada podía hacer, no le quedaba de otra que pedir el smoothie y probar la nueva receta. Quizás terminaría gustándole, o quizás no, pero no iba a saberlo si es que no lo probaba.

- ¿Aún se puede pedir el original?- Preguntó (más que nada a sí misma) al ver una versión pequeña del cartel de la entrada junto a la caja.

- Así es, la nueva receta es por tiempo limitado-. Respondió la cajera-. Están viendo si les gusta a los clientes.

- Oh, ya veo.

- ¿Va a querer el clásico o el nuevo?

Sana salió del negocio con la versión del smoothie que tenía la receta nueva. Y, honestamente, se sorprendió mucho cuando lo probó.

¡Era horrible!

Algunas cosas no deben cambiar.

Aunque se lo acabó (para no ser una mal agradecida con la persona que lo había preparado) prometió no volver a comprarlo nunca más en la vida. Se iba a quedar con la receta original una y mil veces, tuvo que comprarse gomitas de menta para poder quitarse el sabor de la boca. Definitivamente eso no era para ella, quizás para alguien más, pero no para Minatozaki Sana. Había malgastado su dinero.

- Eso te pasa por tonta-. Se reía Momo mientras sacaba galletas del horno-. Debiste preguntar qué tenía la nueva receta.

- No se me vino a la mente eso cuando lo pedí-. La Beta rió nuevamente y remarcó que su mejor amiga era tonta. Sana se hubiera enojado si no supiera que Momo sólo lo decía jugando. La mayor la consideraba torpe (Sana estaba de acuerdo con eso) pero no ña consideraba tonta, después de todo la Alfa estaba estudiando para ser maestra, si fuera tonta no podría hacerlo.

- Bueno, al menos ahora vas a comer algo que sí te va a gustar.

- Sí.

Sonrió viendo a Momo, la chica tenía un don para la cocina. Todo lo que hacía era delicioso. Desde el tiempo en el que iban a la escuela la muchacha había aprendido a manejarse bien en ese ámbito, Sana no. Ella probablemente provocaría un incendio si es que intentara "cocinar" algo más que un simple ramen de tres minutos ¡pero, ey! Los opuestos se atraen dicen por ahí y ellas sí que eran opuestas en ese tema y, además, Momo atraía a Sana con la fuerza de mil imanes.

- Sana-. Escuchó decir a su compatriota-. Si me abrazas tan fuerte me vas a romper, jaja.

- Oh, lo siento.

Ni siquiera sabía que estaba abrazándola, debía poner más atención a lo que hacía. Momo estaba poniendo las galletas crudas en la bandeja del horno y Sana la abrazaba por detrás, pasando por su cintura. La Alfa se puso nerviosa, ella nunca tenía contacto con la cintura de Momo. Bueno, no nunca, pero no era habitual. Cuando abrazaba a su mejor amiga la mayoría de las veces pasaba sus brazos por los hombros de la otra. Momo era ligeramente más baja que ella, así que le gustaba abrazarla de ese modo.

Beta durazno [Saidahmo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora