Protestar es un derecho

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Escuché las noticias, ya el país era un caos ¿Y el instituto? Brillaba por su ausencia

Era una vergüenza, era indignante portar el uniforme de este instituto ¿Dónde había quedado el prestigio? Por primera vez en mi vida, me avergonzaba decir el nombre de mi instituto ¿Cómo era posible? Tantos docentes ignorando la situación fuera del inti, fingiendo que todo estaba bien, pretendiendo educar solo con sus palabras mediocres, aprendidas de memoria; las personas afuera luchando por lo que era justo ¿Y ellos? Enseñándonos que es más importante quedar bien frente a los directivos que pelear por nuestra dignidad. Muchos docentes que admiraba me decepcionaron de una forma impresionante ¿A dónde habían ido aquellos que eran mi ejemplo? Ellos me habían demostrado que estaban dispuestos a ser alfombras, es decir, que todos pasaran sobre ellos, sin importar qué. No eran fuertes, no eran dignos de admirar, eran una decepción.

Tantas veces criticaron al gobierno, sin embargo, a la hora de enfrentarlo, fueron en contra de sus propias palabras, de sus "principios"; por mi mente pasó la pregunta ¿Merecían educar? Descubriría la respuesta, aunque a mi parecer ya la sabía. El país era un caos, las calles cerradas, unas cuantas personas luchando por algo que nos afectaba a todos. El humo negro inundaba la carretera principal, los gritos de aquellos que sí merecían educar resonaban una y otra vez exigiendo una vida digna, incluso el sistema de salud estaba colapsado era un desastre... Como era de esperarse llegó la policía, me enojó el hecho; era sorprendente como unas cuantas personas que conformaban un gobierno corrupto podían hacer que pueblo se enfrentara a pueblo, de alguna forma era doloroso, ellos comenzaron con la represión: patrullas, unidades de control de multitudes y gases lacrimógenos.

Personas portando un uniforme negro, armados y listos para hacer daño. Tratando a los que luchan por los derechos de todos como si fueran delincuentes, mientras los violadores, asesinos, ladrones, seguían afuera ¿Cuál era la condena de aquellos? Ninguna, no había justicia en este país; era otra decepción saber que no teníamos protección, ya que la misma policía estaba en contra

En consecuencia, el caos se volvió mayor ¿Lo más admirable? No pararon, siguieron demostrando que ellos no soportarían más maltratos, no soportarían injusticias; en realidad no podía hacer nada a pesar de que los apoyaba con todo el corazón, lo único que estaba en mis manos era orar y eso hice, me aferré a mi fe como una arma.

Aquel instituto que tanto prestigio había ganado, para mí, ya no significaba nada. Todo el prestigio y reconocimiento era solo una fachada, nada más. ¿Honor y gloria? Reí con amargura era solo una manera de ocultar lo que realmente eran. Una decepción.

Por supuesto, no todos eran así y lo entendía, había situaciones rescatables, pero en mi conocimiento eran solo la de tres docentes, todos los demás... ah, no merecían educar, sinceramente nos enseñan más esos que salen a las calles que los que acuden a sus centros educativos

Protestar en un derecho, reprimir es un delito -anónimo.

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