2

401 16 0
                                    

LA FIESTA

Nick

No levantó la vista en toda la cena, y después mientras recogía la mesa, ella hablaba con mis padres sobre su madre. Al parecer se iba a hacer un trabajo a África y no podía llevarla con ella, así que le había pedido el favor a mi madre.

Mientras terminaba de guardar los platos en el lavavajillas vi a mi madre acercarse, se sentó en uno de los taburetes, sabía que quería algo así que saqué mi sonrisa natural y la miré.

—¿Qué quieres mamá?

—Llévala a algún sitio, tiene la misma edad que Perla, seguro que se llevaban bien. Intenta llevarte bien con ella, no puede ser fácil dejar tu ciudad y venirte sin conocer a nadie.

—No es mi problema y lo sabes.

—Nick, por favor.

—Lo intentaré.

Ella asintió y se fue, pude ver a la chica ir hacia las escaleras y subir con rapidez, como si me evitase, tal vez tenerla aquí podía ser divertido, así que me dirigí hacia arriba y cuando vi su puerta medio abierta decidí autoinvitarme y abrir.

—Oye, hoy hay una fiesta en casa de unos amigos, si quieres venirte te espero en media hora abajo.

Ella se giró, y fue el primer momento en el que pude ver su rostro perfecto, era guapa, muy guapa. Sus labios eran gruesos y su nariz podría considerarse bastante perfecta rodeada de varias pecas que la hacían más inocente si podía. Pero lo que me dejó confuso fueron sus ojos, nunca había visto a nadie con unos ojos tan claros, eran de un azul, tanto que si no te fijabas podían perderse con el resto del ojo.

—Me lo pienso, pero creo que voy a pasar.

—De todas maneras, no creo que encajases en estas fiestas ojitos.

La vi fruncir el ceño y abrir la boca para contestarme, pero no la di el tiempo suficiente salí de su habitación y me fui hacia la mía en busca de unos vaqueros para quitarme el bañador y ponerme una camiseta blanca.

Bajé al salón y me senté en el sofá durante veinte minutos, esperando a que Maira bajase, aunque supe que después de mi comentario no iría.

Así que cuando apenas faltaba un minuto para que diesen las doce de la noche, me despedí de Nia y Noah que estaban entretenidos viendo una nueva película de Disney. Mis padres seguían en el porche probablemente con una copa de vino y hablando sobre cualquier cosa del trabajo.

Antes de poder llegar a la puerta oí unas zapatillas bajar las escaleras y me giré para ver a Maira, se había arreglado, había dejado atrás esas mallas y esa camiseta ancha que le quedaba grande, y llevaba una falda muy pequeña, y un body que dejaba varias partes de su cuerpo al aire, además de unas botas con algo de tacón, provocando que ya no pareciese tan pequeña, el maquillaje también ayudaba, aunque se había tapado las pecas, había resaltado sus pestañas y se había hecho una coleta alta, ese color rubio de su pelo resaltaba aún más el negro que llevaba puesto.

—Vamos ¿no?

—¿Qué dices? ¿Vas a ir vestida así?

Ella se miró con una sonrisa de oreja a oreja y luego volvió a mirarme.

—Yo me veo guapísima, y seguro que tu madre también. Kiara —oí la silla del porche moverse, y conocía a mi madre perfectamente, querría hacerse una foto con ella, o cualquier cosa peor, así que simplemente le agarré de la mano y la arrastre hasta mi coche.

Conduje hasta la casa de unos chicos de la universidad y nada más llegar la miré.

—No te pierdas, no bebas nada de desconocidos, y si te aburres llámame —cogí su teléfono y le giré la cámara para que se desbloquease.

Apunté mi teléfono en contactos y después abrí el seguro del coche para bajar con rapidez. Pude oír sus pasos apresurados correr hacia mí, y se puso delante, su mano se puso en mi pecho con la intención de frenarme, era la primera vez que estábamos tan cerca y tuve que bajar la mirada para ver sus ojos, su ceño estaba fruncido y se la veía molesta.

—No me voy a perder, beberé lo que yo quiera, y si me aburro seré capaz de buscarme la vida, no necesito nada de ti —se dio la vuelta, y mi mirada la recorrió de arriba abajo, dejando unos segundos de más la vista en su trasero y lo mucho que lo realzaba esa falda.

—Necesito un trago —murmuré y me fui hacia dentro con la esperanza de buscar a una chica con la que poder entretenerme un rato.

Cuando entre en la cocina, vi a Maira hablando con uno de los chicos del equipo de futbol animadamente mientras bebía de un vaso y reía de lo que él le decía, por un momento pensé en lo divertido que sería verla enfadada así que me fui hacía ellos, tras coger una cerveza.

—Hey tío, sabes que tiene diecisiete años ¿no?

Él me miró y yo asentí reafirmándome, luego miró a la rubia y negó.

—Joder tía ya podrías decirlo antes —se giró y se fue. No tardé ni unos segundos en notar un golpe en mi hombro.

—Eres un completo imbécil.

Puse los ojos en blanco y la miré sonriendo.

—Vamos ese tío iba a meterte la polla en cuanto pudiese y se iba a correr, no te daría ningún placer.

Pude ver su mueca de asco y luego como me empujo con la intención de irse.

—Nick, deja de molestar —me giré y vi a Kendric y Perla. Él tenía su brazo por el cuello de ella.

Llevaban juntos tres meses, y no paraban juntos, se conocieron un día que fuimos a recoger a mi hermano al instituto y ella se estaba escapando de su exnovio, así que antes de que le pillase la escondimos. Desde entonces estaban juntos siempre.

Ella tenía diecisiete años como Maira y aunque sus padres no les hacía mucha gracia que saliese con Kendric, pero no le importaba.

—Soy Perla encantada.

Maira sonrió a mi amiga y luego miró al chico que tenía la mano de la chica agarrada a su mano.

—Iros por ahí yo me quedo con ella.

Perla nos empujó después de darle un beso a su novio y nos fuimos los dos.

—¿Quién es? —preguntó mi amigo mientras veíamos a unos jugar al beer pong.

—La hija de una amiga de Kiara. Tiene que vivir con nosotros todo el verano.

—Y supongo que te atrae como una condenada.

Asentí, era verdad, pero ella no me daba ni la hora, pasaba de mí, me miraba lo menos posible y sabía que iba a evitar estar conmigo. Perla volvió un rato después y nos dijo que Maira estaba hablando con Lewis, Lewis era un chico de la clase de Perla, pero su hermano tenía nuestra edad así que siempre estaba por ahí molestando.

—Me ha dicho que se va a volver a casa con él, así que no la esperes.

Vi la coleta rubia de Maira moverse entre las personas, y dejé el vaso con cerveza y la seguí hasta el jardín.

—Oye te tengo que llevar a casa yo, no un gilipollas.

Lewis estaba ya en el coche y ella se giró, sus ojos chocaron con los míos, aunque se tambaleó un poco negó con la cabeza.

Se montó en el coche del imbécil y me fui de nuevo hacia la casa y comencé a beber sin mucho control, hasta que me encontré con Kala, era una chica con la que me acostaba muy a menudo.

Una chica con el pelo largo y negro y un cuerpo de escándalo, así que no tardé en besarla y subir con ella hacia una de las habitaciones de la casa. Su vestido cayó según entrabamos a la habitación y tampoco tardó en quitarme mi ropa.

Sentí sus dedos ponerme el condón y me dejó caer en la cama, con esa sonrisa seductora se subió encima de mí y sentí como ella se movía una y otra vez, mis manos la agarraban con fuerza y mientras besaba sus pechos.

Amor de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora