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DESPERTAR

Maira

Estaba cerca, demasiado cerca.

—Más razones por las que me seguirías.

No me contuve más y mis manos fueron a su cabeza para hundirle hacia abajo. De mi salió una sonrisa victoriosa, pero no duró porque noté sus manos agarrar mi cadera y bajarme junto a él.

Cuando salimos a la superficie, estábamos algo lejos del bordillo y me pude dar cuenta que él ya hacia pie, así que estaba en desventaja. Además, sus manos seguían agarradas a mi cadera siguiendo muy juntos.

—¿Me sueltas? —él sonrió y lo hizo, pero su mano fue a mi cabeza y me tiró hacia abajo, haciéndome otra aguadilla.

En un intento de salir del fondo mis manos pasaron por su cuello y me impulsé para salir. Esta vez estábamos extremadamente cerca, nuestros cuerpos se tocaban y si alguno de los dos se acercaba más de lo necesario nuestras bocas iban a estar más cerca de lo estrictamente necesario.

—Aléjate —dije.

—Eres tú quien esta agarrada a mí.

Quité mis manos y nade hacia la salida alejándome de Nick y todo lo que él me provocaba. Peine mi pelo hacia atrás y me sequé con una toalla. No hacía frío así que a pesar de volverme a poner la camisa no la abroché.

Cogí un vaso con algo dentro y me lo llevé a la boca intentando olvidad las manos de Nick en mi cadera. Perla apareció algo despeinada y se estaba quitando parte de su pintalabios que se había corrido. Reí cuando estuvo a mi lado y ella me dio un pequeño golpe.

—Así que le ha gustado tu regalo de cumpleaños —ella sonrió y agarró otro vaso, ambas nos pusimos a bailar mientras no parábamos de beber.

La gente poco a poco se fue yendo y nos fuimos quedando menos, al final cuando apenas quedaban algunos del equipo, Perla y yo volvimos a meternos la piscina y estuvimos hablando y diciendo tonterías bastante afectadas por el alcohol que nos habíamos tomado.

—Perla nena, vamos a dormir —oímos a Kendric hablar y ella me miró unos segundos.

—No te preocupes, yo también me voy ya a dormir.

Salimos del agua y al subir las escaleras me señalaron la habitación donde podía dormir y el cuarto de baño que podía usar, ellos desaparecieron dándose besos torpes por otra habitación.

Así que primero fui al baño para lavarme los dientes y hacerme una coleta y dejé colgado el bikini mojado y me volví a poner la camisa que, aunque estaba húmeda también ropa interior que me había dejado Perla.

Me dirigí hacia la habitación, pero la habitación estaba ocupada, había un chico rubio con dos chicas, cerré la puerta inmediatamente sin querer saber lo que estaban haciendo allí. Me di la vuelta y miré las otras tres puertas que estaban disponibles, dos de ellas estaban cerradas, así que rezaba para que la última no lo estuviese.

Abrí y vi una cama vacía, sonreí y me dirigí hacia ella, pero antes de poder tumbarme oí la puerta cerrarse y la luz apagarse. Me giré para ver quien era el intruso.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Nick mirándome con el ceño fruncido por la cantidad de luz que había.

—¿Es tu habitación? —asintió y maldije en voz alta —en la mía hay un trío en plena acción, así que no quiero dormir en el suelo del pasillo, pero no te preocupes ya me voy.

—No hace falta, Maira, cabemos los dos la cama es grande.

Miré la cama, tenía razón, yo apenas ocuparía un trozo y entre medías podría haber un espacio para no rozarnos.

Se acercó a mí mirando la camisa y luego tocó ligeramente las mangas.

—¿No tienes pijama? —negué y él abrió un armario para sacar una camiseta —es mía, tengo aquí ropa de otras veces.

—Puedes darte la vuelta —pregunté en un susurro, él lo hizo y yo me desabroché rápidamente la camisa y me puse la camiseta negra.

Me metí rápidamente en la cama y Nick se giró, él ya se había cambiado, así que se metió en la cama y ambos nos dimos la espalda. No quería mantener una conversación nocturna con él, tampoco era lo más interesante que podía hacer y cerrar los ojos y descansar me llamaba demasiado.

Desperté cuando oí un grito y al abrir los ojos me encontré a Perla en los pies de la cama. Ella nos miraba y yo también me miré. Estábamos enredados. Sus brazos rodeaban mi espalda y una de sus manos cubría el abdomen que se había quedado al descubierto debido a que la camiseta se había subido durante la noche. Nuestras piernas estaban enredadas la una a la otra.

—Cállate Perla —dijo sin abrir los ojos y atrayéndome más a él.

Yo le empujé y le di varios manotazos haciendo que se despertarse al verme alterada supe que sabía cómo habíamos dormido y me levanté colocándome bien la camiseta y huyendo de ahí.

Era tan cotidiano en mi vida huir, a veces pensaba si lo había heredado de mi padre, siempre que me enfrentaba a una situación que sobresaltaba mis límites lo hacía. Lo hice el día de mi primer beso, hui después dejándole descolocada, lo hice cuando mi madre me dijo que tenía que venir aquí todo el verano, y ahora lo estaba volviendo a hacer.

Perla me siguió hasta la cocina y preparó dos tazas con café y dos vasos con zumo, también sacó dos aspirinas para callar el dolor de cabeza que crecía en nosotras por momentos.

—¿Cómo has dormido con Nick?

—Mi habitación estaba ocupada, y el prometió que no nos tocaríamos en toda la noche.

—Dios has dormido abraza a Nick, no es que no ame a mi novio, pero Nicholas Harper está muy bueno.

—Lo he oído —Kendric apareció por la cocina con unos donuts comprados, y le dio un beso a su novia antes de sonreírme amablemente.

—Tu amigo estoy segura, que quiere hablar contigo.

Al parecer entendió lo que significaba, y desapareció escaleras arriba.

—¿Qué vas a hacer? —preguntó y yo la miré sin entender —Nick no duerme con chicas, normalmente solo se acuesta con ellas, creo que con la única chica que ha pasado una noche entera fue con una actriz de un rodaje de su padre, pero dudo que durmiesen mucho.

Hice una mueca de asco y me comí el donut para evitar que volviese a rugirme la tripa. Kendric y Nick volvieron a bajar y no me atreví a mirarlo, Dios había dormido abrazada a él.

—Desayuno y nos vamos Maira —asentí —creo que Perla puede dejarte algo para que no vayas solo con la camiseta.

—Claro, vamos.

Subimos hacia la habitación donde había dormido ella y me presto un vestido sencillo verde y luego me dio un abrazo y me deseó suerte. En tres días era cuatro de julio y habían organizado una fiesta en la playa, y la idea era ir con Kendric y Nick.

Cuando bajé él ya estaba esperándome con las llaves en la mano, pero no le miré a la cara, solo pasé por su lado y fui hacia su coche para que abriese. Condujo hasta su casa y antes de que me dejase abrir la puerta las cerró.

—¿No piensas mirarme?

—Que tú y yo hayamos dormido juntos no significa que nos llevemos bien, recuérdalo, Nick, para ti soy una niñata caprichosa.

Me acordaba de esas palabras porque me habían dolido y aunque no me afectaban, pensé que Nick y yo podíamos llegar a caernos bien en algún momento.

No dijo nada, permitió que las puertas se abriesen y nos fuimos los dos hacia la casa. Cuando llegamos los niños se estaban preparando para bajar a la playa con su padre y a Nick le pareció buena idea así que no tardó en apuntarse.

Yo no tenía ni cuerpo ni ganas para aguantar a Nick cerca de mí, así que rechacé la idea asegurando que era mejor si me quedaba en casa, porque iba a hablar con mi madre para preguntarla que tal la llegada a África.

Amor de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora