11

158 8 0
                                    

TE QUIERO

Nick

Llamé de nuevo a mi madre, pero ella no sabía dónde estaba.

No lo sabía ni ella, ni Perla, ni mis hermanos, ni si quiera a Dexter que dejando atrás todo mi orgullo subí y le pregunté.

El miedo de que se volviese a ir se instauró en mi pecho dejándome sin ganas de comer y sin ganas de nada. Solo quería verla entrar por esa puerta bien, aunque me dijese que iba a volver a Dexter y que estas semanas había sido todo un error.

—Maira, ¿Dónde estás? —dije de nuevo a su buzón de voz.

Llevaba unas diez llamadas en las que no me respondía. Me había levantado sobre las nueve y ella no estaba al principio pensé que estaría por el piso, que aparecería en cualquier momento desnuda ante mí y la follaría toda la mañana.

Pero pasado una hora, en la que no dio señales de vida me preocupé y comencé a llamar a gente, llevaba media hora dando vueltas por todo el apartamento de Maira completamente histérico, fuera diluviaba y no iba a parar en todo el día, existía la posibilidad de que la había pasado algo y no tenía como comunicarse.

Al oír la puerta abrirse me giré y la vi. Venía con mi sudadera completamente empapada igual que su cara y su pelo. Me acerqué con dos grandes pasos y acuné su cara mientras revisaba que todo en ella estuviese bien.

Pero todo parecía bien en ella, traía una sonrisa y me miraba como si hubiese sido la mejor noche de su vida.

—¿Se puede saber dónde has estado?

—Necesitaba pensar, así que me había ido a dar una vuelta, conocía a una chica y me fui con ella.

—¿Te has ido con una desconocida por ahí? Sabes lo peligroso que es eso.

—Pero no me ha pasado nada, hemos estado en su estudio, hablando y fumando. Hacía años que no fumaba.

—¿Te has drogado?

—Dios Nick, fumar no es drogarse —me dijo mientras se quitaba las mallas y caminaba hacía el baño.

Yo le seguí dispuesto a saber que era todo lo que había hecho durante la noche.

—¿Algo más? —se estaba quitando la sudadera.

—Oh, claro, me he hecho un tatuaje.

La miré incrédulo y busqué la tinta en su piel, al final me sorprendí al ver el reflejo en el espejo, estaba en su antebrazo. Dos iniciales que reconocía. NH. Nick Harper.

—¿Te has tatuado mis iniciales?

—Claro, eres el hombre de mi vida —di dos pasos hacia atrás al oír esas palabras de Maira.

—¿Sigues colocada? ¿Has tomado algo más?

—Dios Nick estoy perfectamente, tal vez con algo de fiebre por el frio —estaba poniendo la bañera con agua caliente —solo me he cansado de que mis sentimientos se queden para mí, cuando en realidad son completamente tuyos, porque te quiero tanto que estaría dispuesta a cualquier cosa por ti.

—Maira —no tenía palabras.

—Nick Harper, te quiero —susurró con la cabeza baja —Te quiero —dijo más alto y mirándome.

Yo no aguanté más y me lancé a por ella, agarrándola de la cadera y besándola como si mañana ya no estuviésemos juntos.

—Te quiero —dije separándome y dejando que me desvistiese. La moví hasta que chocó con el lavabo.

Dejamos que nuestros cuerpos se fundieran, ella susurraba que me quería mientras yo disfrutaba de esas palabras y me las quedaba todas ellas con algo de miedo por si cambiaba de ida.

—No sé quién será esa tatuadora, pero —hablaba entre besos en su cuello y poco a poco fui llegando a su antebrazo para observar mejor el tatuaje —me caer bien —besé el tatuaje y luego la cogí para meternos en la bañera que se había llenado.

—Es un amor de chica, le he prometido que irías a hacerte un tatuaje.

—Iré a donde tú quieras Maira, iría al inframundo si me lo pidieras. Sabes la cantidad de veces que he soñado que te tenía así entre mis brazos sabiendo que eras completamente mía y yo era completamente tuyo.

—¿Eres mío? —me preguntó con burla.

—Desde el día que nos besamos hace más de ocho años.

Amor de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora