4

341 14 0
                                    

NIÑATA

Nick

—Chicos, aunque ese sea el último entrenamiento de la temporada, espero que a la vuelta no peséis ni un kilo más ni uno menos, quien lo haga le tendré dando vueltas tres horas por el campo.

Algunos evitamos reírnos y otros solo se mantuvieron firmes, hizo sonar el silbato y nos fuimos los treinta hacia el vestuario para cambiarnos.
—Oye Nicholas, la chica de ayer, la rubia. ¿Esta soltera no?

Kendric me miró y después al chico que había preguntado.

—No te acerques a ella —dije sin mirarle y poniéndome una de las zapatillas.

Kendric tardó un poco más en cambiarse, pero cuando estuvimos los dos nos fuimos hacia su coche. Él y yo nos conocimos el primer día del instituto, cuando entramos en el equipo de fútbol, desde entonces siempre nos habíamos llevado bien.

Cuando éramos más pequeños se pasaba la vida en mi casa, porque sus padres eran dueños de una cadena de hoteles bastante importante y nunca estaban en casa.

Condujo hasta mi casa, mis hermanos y mi madre ya debían haber llegado, así que probablemente Perla y Maira se habrían subido a su habitación.

El golpe que me había dado en la comida al principio me molesto, pero ver su cara de cabreo me hacía reírme, así que se me olvido el punterazo. Recordar los pezones erectos, o su cuerpo estirado en la arena con apenas un bañador que cubría lo mínimo me hacía estremecerme demasiado.

—Oye tío y ¿tu coche?

Miré donde había dejado anoche el Audi, y por un momento me vino a la idea de que lo había cogido mi padre, pero luego recordé que cuando salimos esta tarde para ir hacia el entrenamiento seguía aparcado.

Fui hacia casa sin entender que había pasado, primero busque a mi madre, pero estaba en la playa con mis hermanos, así que ella no había sido. Kendric me seguía hacia arriba para ver si las chicas sabían algo, pero ambos nos sorprendimos cuando la habitación de Maira estaba vacía.

Dejé la bolsa con la ropa en el medio y llegué a mi cuarto para buscar la llave de mi coche, pero lo único que encontré fue una nota en la cama.

Oye, te hemos cogido en coche, quería conocer la ciudad, no te preocupes se conducir, no le pasara nada.

Maira :)

Kendric que estaba leyendo la nota por encima de mi hombro empezó a reírse y yo le miré sin un apéndice de gracia, no me podía creer que esa niñata se había atrevido a cogerme el coche.

Arrugué la nota y la tiré hacia la papelera y después bajé abajo para agarrar una cerveza, tenía que calmarme.

—Oye, no te preocupes, no pasara nada. Perla siempre nos pide precaución.

Eso no me tranquilizaba, solo pensar en la sonrisa de Maira convenciendo a Perla en pisar el acelerador me aterraba, era capaz, y ni si quiera la conocía.

—No me puedo creer que haya conducido tu coche antes que yo.

Le miré para que se callase, y ambos nos pusimos alerta cuando oímos el frenazo en la calle. Dejé la cerveza en la encimera y salimos a la puerta. Mi todoterreno estaba bien en un primer vistazo.

Me acerqué hasta la puerta del conductor mientras Maira la abría y bajaba con una sonrisa nerviosa. No me podía creer que hubiese sido capaz.

—¿A dónde habéis ido? —preguntó mi mejor amigo a su novia mientras se daban unos besos en el cuello. Empalagosos.

Amor de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora