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¿QUÉ ME PASA CONTIGO?

Nick

Kendric estaba en el asiento de atrás medio dormido, mientras que yo esperaba a que Maira saliese del baño de la gasolinera en la que me había obligado a parar.

Al parecer era demasiado urgente. Mientras esperaba a que ella saliese, había comprado unos donuts para que comiese algo antes de ir a dormir.

Cuando la volví aparecer de nuevo, llevaba un moño y la cara algo mojada, y aunque seguía borracha ahora ya no tenía esa tonta sonrisa.

Se sentó en el coche y apoyó su cabeza en la ventanilla para cerrar los ojos. Suspiré y con autocontrol sobre mí mismo me acerqué a ella para atarla el cinturón provocando que nuestras caras se juntasen más de lo necesario, aunque ella ni si quiera se dio cuenta.

—Voy a dejar a Kendric en su casa, y luego vamos a la nuestra —asintió aun sin abrir los ojos y aunque esperaba un viaje de vuelta tranquilo Kendric se activó en cuanto puse el motor en marcha.

—Tengo que recuperar a Perla, ella me tiene que perdonar —empezó a decir mientras iba hacia su casa que estaba a un cuarto de hora de donde estábamos —tal vez si le compro un collar de perlas, o la invito al concierto de su cantante favorito.

—Yo creo que si te callas te perdonaría.

Miré a Maira algo sorprendido, pero sin ocultar la sonrisa de mi cara. Maira se ponía de mal humor cuando se encontraba mal, perfecto apuntado en la lista.

—Maira, cállate —replicó mi amigo mientras echaba la cabeza hacia delante. Le eché un vistazo rápido y luego seguí concentrado en la carretera.

—Dios, Perla te va a perdonar, está enamorada de ti, y seguro que si se lo explicas lo entiende.

No sabía que había pasado exactamente, después de dejar a Maira sola en la fiesta, saludé a algunos chicos que conocía y cuando llegué al salón y estaba Maira bailando con Perla me senté para ver como bailaba, al igual que mi amigo buscaba a su novia toda el rato por la multitud.

En algún momento las perdimos y como llevábamos algunas copas, decidimos relajarnos, al fin y al cabo, estaban juntas. Yo me encontré con el primo de Kendric y nos pusimos a hablar mientras que Kendric intentaba pedirle perdón a su exnovia porque le fue infiel.

—Callaros los dos, ya estamos por llegar a tu casa.

Aparqué en la parte trasera y no me preocupé por llamar, busqué entre las piedras las llaves y le ayudé a llegar hasta el sofá, no iba a hacer más ruido y tampoco quería dejar a Maira mucho tiempo sola, así que dejé que él mismo subiese y se preparase para ir a la cama.

Cuando llegué al coche de nuevo, Maira me miraba con algo de vergüenza, pero preferí no hacer nada, solo acerqué su cabello y le di un beso para conducir hasta casa callados.

—Maira por favor en silencio —le susurré mientras su mano rodeaba mi cuello y yo la ayudaba a subir hasta mi habitación.

—Quiero dormir contigo —sonreí y fui directamente al armario.

La desvestí mientras ella se quedaba medio dormida y le puse la camiseta evitando tocar todo aquello que no debía. Luego la moví hasta el baño con cuidado y silencio.

Maira estaba dormida, o casi dormida, ni si quiera se enteró. La senté en el váter y busqué entre todas sus cremas el desmaquillante y algodones.

—Siéntete afortunada —comenté mientras mis dedos pasaban por su mejilla.

—¿Por qué?

La miré a los ojos, la luz de la luz era muy clara y sus ojos me trasmitieron la confianza para decir todo aquello que quería decir.

—Maira me encantas. Tu mirada enfadada y cuando algo te hace ilusión. Tu sonrisa, más si soy yo quien te lo provoca. En fin, tú me gustas.

Ella abrió los ojos mientras yo terminaba de quitarle el maquillaje, y sus ojos estaban algo hinchadas. Pero sus ojos buscaron la mía, y yo me quedé mirándola como un imbécil.

—Tú también me gustas Nick —dijo ella mientras agarraba mis mofletes y me acercó para besarme.

Los besos se volvieron algo más subidos de todo, mi mano fue a sus muslos y la cogieron con algo de fuerza y la llevé a la cama mientras nuestros labios seguían unidos.

Sus manos pasaron tímidamente por mi espalda que estaba completamente desnuda y después se enredaron en mi cabello y mientras las mías subían por debajo de la camiseta para pasarlas por la su espalda y acabar en su cintura. Enredó las piernas en mi cadera pegándome más a ella.

Antes de que mis manos empezasen algo que no iba a poder para me separé de ella con varios besos de por medio y me tumbé a su lado para luego atraerla a mí.

—¿Por qué has parado? —preguntó ella.

—Te aseguro que quería seguir, seguir toda la noche, pero estamos borrachos y no quiero que mañana te arrepientas. Sé que me pediste espacio, pero voy a conquistarte Mai, y al final del verano te vas a dar cuenta que soy el mejor hombre que podrías haber conocido.

Sentí algún beso más alrededor de mi cuello y mejilla, pero poco a poco tanto ella como yo quedamos dormidos, otra vez juntos abrazos y con ganas de conocernos más.

Cuando desperté ella seguía dormida, y a pesar de que sus labios me llamasen para despertarla, preferí apartar un mecho de su rostro y luego levantarme para irme a duchar, o no podría resistirme.

Salí y Maira ya estaba en su cuarto vistiéndose para ir a la playa un rato, como cada mañana, pero antes quería hablar con ella. Así que me fui hacía su cuarto, ella estaba sentada en la cama mientras escribía algo en su teléfono, al verme lo dejó a un lado y centró su atención en mí.

—¿Te acuerdas de algo de lo que pasó anoche? —pregunté enfrente de ella, Maira negó.

—Me acuerdo de que me encontraste con Kendric, y luego ya despertarme, bueno dormí en tu cama, tu desmaquillándome. Muchas gracias, Nick, eres el mejor.

Sonreí, aunque fingí que todo está bien. Me había dolido, ella no se acordaba de cada cosa que habíamos dicho, de los besos que nos dimos, de cómo la miraba mientras la desmaquillaba.

—Nada —dije algo más serio de lo que solía ser.

Me di la vuelta para salir de casa en busca de Kendric, el que sabía que me iba a necesitar y yo también iba a necesitar que me ayudase, porque Maira, la chica que había llamado mi atención, esos ojos con la mirada inocente y el pelo tan platino que me encantaba.

Maira me tenía loco, y ella ni si quiera podía recordarlo.

Amor de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora