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NOCHE EN VELA

Maira

Nick estaba a mí lado, completamente dormido. Había pasado casi una semana desde la fiesta de Halloween todo estaba bien.

Había pasado toda la semana conmigo, y solo me hacía darme cuenta de lo que me gustaría vivir con él de verdad, poder llegar a casa y que estuviese él levantarme todas las mañanas. Me tenía sin dormir todos los pensamientos sobre la relación que tendríamos Nick y yo, y luego pensaba en todo lo que podía perjudicar si salía mal.

La gala, la relación con sus padres y sus hermanos, Perla y Kendric eran nuestros mejores amigos. Trabajamos juntos, por lo menos un mes y medio más y podía llegar a ser incomodo y si luego quería volver a Dexter tendríamos que llevarlo a distancia.

Me levanté y busqué una sudadera de Nick y unas mallas, me hice una coleta y salí de casa para empezar a correr, al final sin decidirlo acabé frente al mar.

—¿Te has perdido? —miré detrás de mí, una chica con un perro cerca y una bolsa de chuches estaba por el paseo marítimo mirándome.

Me había sentado en un banco y miraba el mar como si me fuese a dar la solución a que hacer con mi vida.

—No, solo necesitaba pensar.

—Va a empezar a llover, ven conmigo.

Desconfié un poco, pero al ver como el primer rallo caía a lo lejos me levanté y caminé junto a ella mientras el perro iba algo adelantado caminando alegremente mientras movía su cola.

—No es mío, pero todas las noches está por aquí y me da pena, hoy sabía que iba a llover así que le he comprado chuches para que viniese conmigo.

—A dónde vamos.

—A mi trabajo.

Llegamos a un local negro, en el que podía leer tatuajes, la miré de nuevo. Llevaba una sudadera, pero a través de sus manos pude ver algunos tatuajes.

Al entrar empecé a observar todos los dibujos que tenía colgados en la pared, también el local, era todo negro al fondo pude ver una camilla y una mesa, pero ella se sentó en un sofá invitándome a mí. El perro se hizo un hueco entre ambas y la chica empezó a acariciarla.

—Soy Lara.

—Maira, muchas gracias.

—¿Qué pensabas?

Suspiré y mirando hacia el techo dije el nombre de la persona que estaba enamorada, sin pretenderlo y como si conociese a Lara de toda la vida le conté toda nuestra historia.

—¿Me estás diciendo que tienes a un tío que está más bueno que el pan a tus pies y tú no sabes qué hacer?

—Sí sé que hacer, quiero estar con él, pero tengo miedo.

—Te diría que corrieses ahora mismo y le confesases lo que sientes, pero diluvia.

Reí y luego me interesé por ella. Lara era una chica que venía de México, se había mudado cuando cumplió los diecinueve y ya llevaba seis años aquí, había empezado a tatuar y descubrió que era su vida. Eso y ayudar a los perros abandonados.

—Quiero tatuarme algo —dije mirando la máquina que tenía en la mesa.

—Maira, los tatuajes hay que pensárselos bien.

Miré sus brazos completamente tatuados y luego señalé uno de ellos. Era una lagartija, no muy grande, pero se veía a la perfección.

—Bueno eso es otra historia.

—Por favor, no me arrepentiré.

Ella se levantó y cuando volvió traía todo lo necesario para tatuarme.

—Pon NH

—¿NH?

—Nick Harper.

Negó con la cabeza, pero no tardó en empezar a tatuarme en el antebrazo esas iniciales. hablamos durante horas después de eso hasta que vi los rayos del sol aparecer.

—Creo que ya hay taxis —comenté pagándola —me ha encantado conocerte y no dudes que en algún momento vendré con Nick para hacerme otro tatuaje y que le conozcas.

—¿Qué es lo que vas a hacer?

—Una noche en vela da para pensar muchas cosas, y después de todo lo que ha pasado voy a decirle todos mis sentimientos.

Amor de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora