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VERDAD O RETO

Nick

El viaje a España fue increíble, mis padres y mis hermanos se quedarían unos días más porque irían a las playas de Santander, al parecer ahí había muy buenas olas y Noah las quería probar.

Así que aprovechando mis padres tardarían más en ir una semana más empecé a organizar una fiesta de cumpleaños para Maira. Era sorpresa, Perla me estaba ayudando y queríamos que ella lo disfrutase.

Con Maira todo iba genial, nos pasábamos las noches en su cama o en la mía, nos habíamos pasado todo el viaje esquivando a mis padres, a pesar de  que mi madre estaría encantada con la situación no quería oír las advertencias de mi padre.

—Vamos Nick ven a bañarte —la oí desde la tumbona.

Estábamos en casa de Perla los cuatro, ellas estaban en la piscina hablando sobre cualquier tontería y mi amigo y yo comentando los últimos detalles de la fiesta. En un rato nos iríamos a preparar la casa y ellas se quedarían.

Perla le contaría cualquier mentira sobre una fiesta y se prepararían y luego iría a casa. Tenía el plan completamente calculado y sabía que Maira no sospecharía nada.

—Pasó Mai, nos vamos a ir en nada Kendric y yo.

Ella me miró un segundo y cuando me vio sonreís asintió antes de volverse con Perla. Nos despedimos con un rápido adiós y luego nos fuimos hacia casa.

Teníamos exactamente tres horas, el catering con la comida empezó a llegar y la gente, todos tenían que ir de negro o blanco, era la condición de la fiesta, lo había acatado Perla, que cuando la pedí que comprase un vestido para Maira se le ocurrió esa idea.

Kendric llevaba un ridículo traje blanco, yo ya le había dicho que parecía salido de un convento de vírgenes, pero él seguía las normas de su novia a rajatabla.

Pude ver a Lewis por ahí y por unos momentos me tentó  echarle, pero no iba a joder la fiesta de Maira.

Por fin llegaron las once, eso significaba que Maira y Perla tardarían exactamente diez minutos en llegar, así que fuimos apagando todas las luces y quedándonos en silencio.

—¿Me puedes explicar que hacemos aquí? —la oí abriendo la puerta y antes de que nuestra amiga pudiese contestar las luces se encendieron, comenzó a sonar el cumpleaños feliz y la gente saltó de sus escondites.

Yo tenía una sonrisa justo enfrente de ella, y creció al ver como su pelo tan rubio estaba recogido en una perfecta coleta, y el maquillaje de sus ojos provocaban que el azul natural que tenía se viese mucho más.

Llevaba un vestido de satén rojo, con la espalda completamente al aire y sus largas piernas también. Una idea vaga pasó por mi cabeza, echar a todos y follarla, pero la sonrisa que ella tenía mientras estaba saludando a todos, a pesar de que a la mitad no los conocía me hizo retroceder ante mis instintos.

—Gracias Nick —me dijo antes de abrazarme.

Dejé varios besos por su cuello y ella se removió riendo, luego dejó uno en mi mejilla y se fue de allí dejándome con una sonrisa como si fuese imbécil.

Definitivamente me estaba volviendo un imbécil.

La fiesta fue animándose, la música sonaba por toda ella, las personas ya estaban metidas en las piscinas, apenas quedaba comida, y no dejábamos que nadie se acercase a la tarta hasta que llegasen las doce, para que soplase las velas.

—Hey, venga, vas a soplar las velas —Perla llevó a Maira hasta la cocina.

No estaban todos, pero si sus amigos, y eso parecía bastarle, porque nos mostró una sonrisa antes de mirar la llama. Cerró los ojos y sopló, en cuanto los abrió nuestras miradas conectaron y me la sudó el resto del mundo, la gente seguía bebiendo y seguía bailando, pero rodeé la encimera y llegué hasta Maira.

—Felicidades —susurré mientras mis dedos recorrían su cuello.

Su mano agarró la camisa blanca que llevaba y me atrajo hasta ella buscando un beso entre ambos. Agarré con fuerza su cadera mientras mi otra mano agarraba su nuca.

Necesitaba este beso, y que consiguiese solo aumentó mis ganas de subirla a mi habitación. Necesitaba estar junto a Maira. Se había convertido en mi droga personal y no iba a renunciar a ella ahora, ni en este momento.

—Hey chicos —maldije a Kendric por interrumpirnos —vamos a jugar a verdad o reto ¿Os venís?

—Claro, danos cinco minutos —miré a Maira con las cejas elevadas y ella levantó los hombros como si fuese inocente de todo.

Se acercó a la tarta y cogió uno de los chocolates que la decoraban, y después un poco de nata. El chocolate se lo comió, pero con el dedo lleno de nata lo acercó a mí y yo la miré divertido esperando su acción.

Fue pasándolo y dejando un rastro de nata por mi cuello, subiéndolo por la mandíbula hasta dejarlo entre mis labios. Yo no me resistí y terminé mordiendo su dedo provocando que ella riese y lo alejase de mí.

Su mano agarró mi pelo y echó hacia arriba mi cabeza dándole un mejor acceso al cuello, noté su lengua alrededor de la nata y como iba dejando pequeños besos, hasta que llegó a los labios.

—No, no puedes tocarme —me dijo cuando agarré sus caderas para poder besarla.

Me dio un beso corto, demasiado, y se fue con una sonrisa, de nuevo dejándome con una sonrisa muy idiota de mi parte. 

En cuanto dejé de verla cogí un trozo de la tarta y después busqué al círculo que estaría jugando al estúpido juego. Me senté a su lado y comencé a comer mientras veía a algunos hacer un reto o contar una verdad.

—Maira te toca —miré a Perla que sonreía.

—Reto —comentó sin mucha importancia comiéndome otro trozo de mi tarta. La estábamos compartiendo.

—Te reto a que —hizo una pequeña pausa —tienes que conseguir que una chica del círculo —pude notar como su mirada iba a mi —tienes cinco minutos  para provocar una erección a alguien en un cuarto.

Miró a su amiga y luego pasó una rápida mirada por el círculo, como si buscase a alguien, pero su mirada acabó en mí y me sonrió antes de levantarse y ofrecerme su mano. La cogí completamente encantado y la seguí por la casa hasta subir a su habitación. Las habitaciones estaban cerradas para evitar que nadie entrase así que después de abrir me invitó a pasar como si nunca hubiese entrado.

—¿Qué vas a hacerme? —sonreí mientras la veía mirar algo en su móvil.

—Siéntate en mi cama —lo hice y la miré esperando.

Comencé a oír una canción en su móvil, era un remix y estaba claro que me iba a hacer un striptease. Comencé a oír la voz de Britney Spears y ella pasó sus manos por sus piernas subiéndolas poco a poco, doblándose, pero manteniendo su mirada en mí.

Su vestido se levantó un poco y luego noté como sus dedos bajaban poco a poco las tiras de su vestido provocando que me dejase a la vista sus pechos completamente descubiertos. Tragué nervioso mientras ella seguía bajándose el vestido mientras movía la cadera hasta que me dejó a la vista su ropa interior.

Solo le quedaban los tacones y al parecer no tenía mucha intención de quitárselos porque caminó decidida hasta mí. Su mano pasó por mi pierna y la separó de la otra mientras que las mías hacían todo el esfuerzo posible para no tocarla. Cuando su mano llegó a mi entrepierna y notó la erección sonrió felizmente y separó sus piernas para sentarse encima de mí.

—A la mierda el reto.

La besé, agarrándola de la coleta y mi otra mano de la cintura, nos moví para que ella quedase tumbada en la cama, mientras que yo me dedicaba a desabrochar los botones de mi camisa. Sus manos recorrieron mi cuello y bajaron por mi cuerpo hasta llegar al pantalón. Sin dejar de besarnos me desabrochó los pantalones y yo pasaba mis manos alrededor de todo su cuerpo una y otra vez.

No tardamos ambos en quedarnos desnudos, agarré el condón que llevaba en el bolsillo del pantalón y mientras ella me lo ponía con delicadeza y sin dejar de mirar mis ojos, mis dedos tocaban su centro provocando que se humedeciese más aún.

—¿Estás segura? —asintió y yo besé primero un pecho y luego el otro mientras poco a poco nos uníamos ya no solo en alma, nuestros cuerpos también.

Amor de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora