Bianca
Hoy me siento bien. Me siento linda, bella, sensual.
Hace tiempo no me sentía así.
Elijo para ir vestida a la oficina una pollera tipo cuadrillé que me llega por encima de las rodillas, más o menos a la mitad de los muslos, con pantimedias y botas con plataformas a tono. La acompaño con un saco escotado y un labial rojo. Me saqué un par de fotos frente al espejo de pared antes de salir.
Las subo desde el colectivo. Quiero que todos vean lo gloriosa que estoy hoy.
Quiero que él se quede obnubilado conmigo.
Camino moviendo las caderas, moviéndome al compás de la música que suena por mis auriculares, sonriéndole a la vida.
Hasta que dejo de sonreír: los pasajeros no dejan de mirarme. Me miran como una prostituta en exhibición. ¿En serio piensan que les estoy sonriendo a ellos?
¿Por qué los hombres se creen dueños de cada parte de una mujer, incluso de su sonrisa?
Me doy cuenta de que no puedo estar feliz. No es nada más mostrar los pechos, o el culo, o las piernas: es mostrar cualquier cosa, cualquier expresión. Ven un solo dedo de tu mano y ya te quieren saltar encima como leones a las cebras. Somos carnada, sin importar cómo luzcamos, o lo que sea que estemos haciendo.
Mejor no prestar atención.
Bajo del vehículo y mi cara se vuelve a iluminar cuando diviso a unas cuadras la impotente construcción gris. A Bauti se le va a caer la baba.
¡A mí se me cae la baba de verme! ¡Madre de Dios, qué hermosa soy!, pienso al verme pasar por el vidrio transparente de un edificio donde me veo reflejada. El encargado y los albañiles que andan por ahí también lo piensan. Qué considerados.
Subo por las escaleras hasta el pasillo de los ascensores sintiéndome la reina de la oficina. El ascensor me deja en el piso de siempre, y cuando se abre la puerta, me encuentro a Bauti tomando agua, seguramente dispuesto a bajar para buscar su desayuno.
Cuando sus ojos se posan en mi cara y en mi cuerpo, se termina ahogando con el agua. Empieza a toser como un enfermo hasta que sus ojos se llenan de pequeñas venas hinchadas, al igual que su frente y su cuello.
―¡Ay, Bauti! ¿Estás bien?
¡Quería que se emocionara, no que se muriera!
Sostengo con el pie la puerta del ascensor, evitando que se cierre. No me puede responder: trata de masajearse la tráquea para aliviar la picazón.
Lo incentivo a meterse conmigo, atrayéndolo de un tirón en la camisa. Saco el pie y dejo que el ascensor funcione. Aprieto el botón que lleva a la planta baja.
Se ve igual que en mis fantasías, pero menos glorificado, pobre. Aunque no voy a mentir: esas venas infladas de sangre también aparecieron en mi video inventado, sólo que por hacer fuerza por otra cosa.
Respira hondo. Tiene los ojos llorosos.
―Bi. ―Carraspea. Toma un poco más de agua, paradójicamente―. ¿Cómo estás?
―¿Vos cómo estás?
Se ríe nerviosamente.
―Me tomaste por sorpresa, es eso.
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Verte a través del cristal [COMPLETA]
RomancePara Bianca, las cosas han ido de mal en peor desde esa horrible noche con su ex pareja años atrás. No ha sabido recomponer su vida, aunque cada vez se siente más cerca de lograr perdonarse a sí misma. Si tan sólo pudiera volver a confiar, quizás n...