Bianca
Dios Santo, cuánto lo extrañé. Cuánto extrañé su cara tersa, su olorcito a espuma de afeitar mentolada, los movimientos de su mandíbula mascando chicle, sus camisas y sus rulitos locos. ¡Qué hermoso que está!
―¡Ay, mi amor, te amo!
―Hola de nuevo, mi pequeña bailarina.
Le salto encima. La valija hace un estruendo cuando choca contra el piso. Le dejo marcas de pintalabios rosa en los dos cachetes.
Pasaron tantas cosas desde la última vez que lo vi que nos debemos una larga charla de sentimientos y al menos diez sesiones de sexo para compensar el tiempo perdido. Lo quiero, lo quiero demasiado. Vamos a pasear, vamos a ir en canoa sobre el lago como esa película romántica que pasan a cada rato en los canales de aire y que me hace llorar a moco tendido. Vamos a hacer una fogata de noche y quedarnos desnudos bajo las estrellas.
¡Tengo tantos planes para nosotros!
Cuatro días son suficientes, y si no lo son, ya encontraremos más, porque todo está preparado para que pueda reiniciar mi vida.
―Tenemos la casa para nosotros solos, preciosa. Se fueron a almorzar a otro lado.
―¿Los echaste?
―Quiero presentarte formalmente en el cumpleaños. Van a asistir parientes de mi vieja, mis tías, mis primos...
Okey, okey, ¡no hace falta que me cargues de nervios!
Después de pasar el cambio me apoya una mano decidida en el muslo. Recuerdo que antes su agarre era tímido. Cuánto hemos pasado, y qué lindo que es este lugar.
―No conozco Bariloche.
―¿Ah, no? ¿No fuiste de viaje de egresados?
―Después de lo de Agustín no pude...
Es un recuerdo triste, sí. Es parte del pasado. La vida me concedió una nueva oportunidad y esta vez la estoy tomando.
―Vamos a salir a caminar. ¿Te trajiste ropa cómoda?
―Es todo lo que traigo. Eso, y bueno, los tacones para bailar.
Sonríe.
―Pero antes... Una parada rápida.
―Sí, porque voy a tener que cambiarme.
―Vas a tener que desnudarte..., y cambiarte...
Estaciona frente a una casa enorme, con techos a dos aguas, de paredes empedradas y puertas de madera. Parece ser muy luminosa y apuesto a que tiene trofeos de caza adentro. La cubren árboles frondosos y se sostiene bajo pasto brillante. Sobresale una chimenea sobre el techo.
El olor a naturaleza impregna mis fosas nasales. Así a que a esto huele el sueño andino que meten dentro de los desodorantes de ambiente.
―Pasá, hermosa. Te llevo las cosas.
La mansión por dentro es igual a la de las películas navideñas (más todavía porque está decorada para las fiestas). Cortaron un pino pequeño, literalmente, y lo decoraron en el living. Son tan yanquis que asusta.
La madera de las escaleras cruje a mis pies. Bauti me indica que su habitación en una de las tantas en el corredor a la izquierda.
La cama, blanca, reluciente, está deshecha. Su ropa está ordenada en el placard abierto.
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Verte a través del cristal [COMPLETA]
RomancePara Bianca, las cosas han ido de mal en peor desde esa horrible noche con su ex pareja años atrás. No ha sabido recomponer su vida, aunque cada vez se siente más cerca de lograr perdonarse a sí misma. Si tan sólo pudiera volver a confiar, quizás n...