Bautista
―¿Crees que fue bien?
Su amplia sonrisa me dice todo.
―La rompiste. Estuviste perfecto. Boludo, tenés una oratoria... Podrías ser locutor de radio.
No es la primera vez que me dicen que mi voz masculina y solemne podría servir para relatar un partido de fútbol, o para presentar un audiolibro en un podcast.
Sin embargo, agradezco mucho más su opinión que la del resto.
Me está llamando Renato desde la primera fila de sillas. Le pido a Bianca que me aguante un cachito antes de irnos.
Voy a su encuentro y él ya está esperándome con un abrazo rompedor de costillas.
―¡Mi querido!
―No-no-no, yo no fui el de la magia. Ella preparó los datos, todo. –Señalo a mi compañera, que se quedó atrás mío. Está mirando su celular, sin prestarnos atención.
―Buah, buah, buah. No te desacredités, che. –Me da palmada tras palmada en el omóplato. Es tan fuerte que te destroza el cuerpo. Es petiso, pero cuando era más joven tuvo una etapa de boxeador amateur―. Vamos a almorzar acá. Venite.
―Bancame que la llevo de vuelta a la oficina.
―¿'Tás seguro? –Al principio, no logro entender por qué la pregunta. Claro que no me molesta en lo más mínimo llevarla.
―Sí, pa. Vengo en un segundo.
―Dale, te esperamos. Che..., estás muy preparado. Muy preparado, eh. Te felicito.
Todos me saludan con gratitud y esmero. Hoy más que nunca me siento listo para lo que se viene en mi carrera profesional. Ya obtuve el tic verde del único de quien lo necesitaba. Me esperan grandes cosas, entonces, y en poco tiempo.
Exhalo, liberando toda la tensión.
―Te llevo de vuelta a la oficina. Voy a estar acá hasta la tarde al final, así que... no voy a estar rompiéndote las pelotas.
―Menos mal. Un día libre para mí –festeja Bianca. Le apoyo una mano en la cadera y la acompaño por entre el gentío.
Ya en el auto estamos más relajados. Comienzo a encogerme, avergonzado, porque sentarme en este mismo lugar me hace acordar a mis minutos en el baño. No tiene que volver a pasar. No tiene que enterarse, bajo ningún concepto. Si lo hace, corro el riesgo de que nunca vuelva a dirigirme la palabra.
Al principio, comentamos sobre el evento, con entusiasmo. Estoy contento de que me lo saqué de encima, de que salió todo perfecto.
Unas gotitas de agua caen en el vidrio. Se nubló tan rápido que ni me esperaba que lloviera.
―Che, vos no vas a tener frío, ¿no? –Otra vez, invoco a las piernas poco tapadas de mi asistente y su pollera de verano. Además de que lleva el pecho desnudo.
―Son más calentitas de lo pensás. –Se frota las manos en las medias. Parece que quisiera cargarse de energía.
Aprovecha un semáforo en rojo para agarrarme de la muñeca y apoyar mi mano en su muslo. Madre mía, ese movimiento fue totalmente repentino.
ESTÁS LEYENDO
Verte a través del cristal [COMPLETA]
RomancePara Bianca, las cosas han ido de mal en peor desde esa horrible noche con su ex pareja años atrás. No ha sabido recomponer su vida, aunque cada vez se siente más cerca de lograr perdonarse a sí misma. Si tan sólo pudiera volver a confiar, quizás n...