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Bianca


―¿Por qué esa cara? ¿Qué pasa?

―Nada.

Decidí no ir a su fiesta y por eso me estoy culpando a mí misma. Me pareció que iba a ser muy pronto, y puede que me estoy perdiendo de la posibilidad de ser feliz por primera vez en mucho tiempo, de pasarla bien y conocer gente nueva.

―Te pasa algo. Sabés que podés contarme todo.

Válgame, qué insistencia.

Quizás me sirva charlar con una psicóloga. Estoy un tanto confundida después del beso que nos dimos con Bauti: quiero decir, primero nos dimos con un palo, y después nos dimos de otra forma. ¿Eso en qué me convierte? ¿En qué situación nos deja? ¿Seguiría siendo una asistente más? ¿A qué se refiere con que no quiere perderme? ¿Acaso ya quiere una relación conmigo?

¿Y si estoy pensándolo demasiado y está bien que no vaya?

―De hecho... Puede que necesite un consejo al respecto –me animo.

Ella se emociona, aplaudiendo y rezándole al cielo.

Apa. Que quieras charlar conmigo, significa que estás sufriendo horrores. Esperá que traigo el mate.

Fue corriendo a buscarlo, no es joda. Trajo su "mate para charlas profundas", un mate más grande que el resto, colorido y de madera. También trae, porque no pueden faltar, los bizcochitos salados en paquete.

Son las siete de la tarde. Es una hora perfecta para la merienda. De todas formas, para los argentinos, cualquier hora es perfecta para tomar mate.

―Te escucho. –Me hace sentir como en una auténtica sesión de terapia. Mientras tanto prepara la bebida, que para ella es todo un ritual sagrado.

―Creo que... Puede ser que... me guste alguien.

―Ay, lo puedo creer. ¡Al fiiiin, querida! Años pidiéndole a los dioses del sexo que te trajeran a alguien para tu corazón afligido.

―Callate, gremlin. ―Ese es el apodo más cariñoso que tengo, desde que era muy chica y conocí la existencia de los duendecitos esos, y me parecieron iguales a mi hermana cuando se levantaba a las seis para ir al colegio―. Quiero hablar en serio. Es complicado.

―Era un chiste. No creo que necesites a alguien, pero es hermoso lograr una conexión. ¿Es un amor prohibido? ¿Por eso estás...?

―Sí.

Me mira fijamente, perforando mis pupilas, adentrándose en los confines más secretos de mi subconsciente, para encontrar la verdad.

―Es de tu trabajo, o de la facultad.

―Del trabajo. ―¿De la facultad? ¡Qué asco!

―Es un compañero, entonces.

Eehh... no... ―Va a matarme. Van a encontrar mi cuerpo congelado en el freezer―. Es mi jefe.

Se le cae la mandíbula.

¡Nooo! ―Deja la boca semiabierta en una "O" cerrada. Acto seguido, se empieza a reír como nunca―. ¡Ay, Bianca, sos tremenda! Mirá lo que me venís a contar...

―No me boludees, tarada.

―¡No te boludeo! ¡Me pongo recontenta por vos!

Verte a través del cristal [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora