°The Extra Three°

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Maia corrió lo más rápido que sus piernas le permitieron, mientras que su nombre resonaba a través del altavoz por todo el aeropuerto. La joven rubia temía de sobremanera no llegar a tiempo, puesto que aquel parecía el ultimo llamado de alerta antes de que su vuelo finalmente despegase. Debido a su poca organización y a un mal calculo en sus horarios, estaba llegando espantosa e inevitablemente tarde al horario establecido de embarque en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza.

La tan esperada boda de Abigail y Julián era en pocas semanas, y Maia había sido invitada por su amiga a pasar unos cuantos días en la ciudad de Manchester, con el objetivo de compartir tiempo juntas en su hogar previo al gran evento. Los preparativos de la gran boda tenían por demás estresados a la joven pareja y Maia se encontraba super entusiasmada al poder ir a darles una mano para aminorarles la carga de responsabilidades, además de todo el tiempo que compartiría junto a su amiga. Lastimosamente desde que la pareja se había mudado a Inglaterra, Maia y Abigail se veían muy pocas veces al año, pero aun así la amistad entre ellas dos seguía intacta.

Al haber recibido la noticia de la propuesta de Julián meses atrás, Maia se alegró de sobremanera por ambos. Ella sabía desde un principio que la pareja estaba destinada a estar junta y era un hecho que ambos estaban escritos para encajar a la perfección, así que era una alegría que finalmente pudiesen unirse en matrimonio por lo bien que ambos se hacían mutuamente.

Aquella boda significaba una alegría inmensa para todos los que conocían a la pareja, así que Maia no era la única extremadamente ilusionada por aquel evento. Lo único que la mantenía intranquila en esos momentos, era no llegar a tiempo para ayudar con los preparativos. Su visita con tanta antelación no serviría de absolutamente nada si perdía su vuelo y causaba problemas al llegar más tarde de lo planeado. Su error era haber salido dos horas más tarde de lo que debía y por consecuente, en ese momento Maia se encontraba corriendo a toda velocidad mientras arrastraba su maleta por el suelo reluciente del aeropuerto.

Afortunadamente, Maia logró presentarse en la puerta del embarque justo a tiempo para el último llamado, pero se ganó la mala mirada de aquellas azafatas que se quedaron aguardando a que la muchacha llegase para poder abordar. La actitud de la rubia ante aquellas situaciones era completamente desinteresada ante la mirada de otros, ya que Maia era tenaz y obstinada. Su objetivo era no perder el vuelo y haberlo alcanzado a tiempo era lo único que le importaba en aquel momento. La rubia entrego con rapidez todos los documentos requeridos para poder abordar y cuando le dieron el permiso correspondiente ingresó al avión, caminando apresuradamente y con su respiración completamente agitada luego de la maratón que corrió a través de todo el aeropuerto.

Su asiento era el número 24 y se encamino hacia donde le correspondía sentarse con rapidez, buscando su lugar entre todas las butacas e ignorando por completo la mala mirada que el resto de los pasajeros le dedico al verla pasar. Maia no tardo mucho tiempo en encontrar su lugar, pero para su completa desgracia, la persona que se sentaría a su lado durante todo el viaje la recibió con una sonrisa de dientes perfectos.
Sonrisa que Maia conocía de sobra.

- ¿Mira a quien trajo la marea? – La voz de Enzo Fernández tenía cierto tono de burla y diversión, mientras que los ojos del jugador observaban atentamente a la chica que parecía petrificada en el pasillo del avión – ¿Por tu culpa se atrasó el vuelo como 15 minutos?

- ¿Qué haces acá?

- Vine a ver una peli, ¿Y vos? – Enzo le respondió de manera sarcástica mientras rodaba los ojos, era un hecho que ambos se encontraban en aquel avión para dirigirse al mismo destino.

- Dale Enzo – Maia le reclamó intentando que las maldiciones que soltaba internamente no se exteriorizasen.

- ¿Y qué voy a estar haciendo? – Enzo le respondió con obviedad antes de soltar una carcajada – Dale princesa, sentate que estorbas en el pasillo

The Game - Julián AlvarezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora