— Y si le sacas la raíz cuadrada a este monto daría...— el profesor escribió la cantidad en la pizarra. Matemáticas, cero, la única materia que no le agradaba, no se llevaban para nada bien. Su atención se desvío hacia su lado donde se escuchó el tan reconocido ronquido de Rebeka, sus ojos se abrieron cuando la vio dormida con un suéter encima. Negó con la cabeza y la movió ligeramente, nada, iba a volver hacerlo cuando el profesor empezó hablar de frente, volvió a voltearse y Margot aprovechó agarrar su cuaderno y pegarle a la morena en la cabeza.
— ¡Imbécil! — se sobresaltó a la vez que todo el salón se quedaba en silencio y todos giraban hacia ella incluyendo el profesor. Margot agachó la cabeza con pena.
— ¿Señorita Durand, que acaba de decir?— se quitó los anteojos y se cruzó de brazos.
— Ehm...si, yo, no se lo decía a usted— murmuró arrastradamente.
— No me interesa si me lo dijo a mi o al presidente, aquí no se usa las malas palabras señorita Durand. Salgase de mi clase— exigió, la castaña negó mientras ponía sus dedos en el puente de la nariz.
— Pero...
— Fuera, Durand— Rebeka bufó con molestia y me miró, susurrándome un "tu y yo luego arreglamos" Agarró sus cosas y salió.
— Si alguien le dan ganas de seguir interrumpiendo mi clases con su grosería, puede ser libre de salirse de mi clase— nadie le respondió, por lo tanto siguió con lo suyo.
Margot después de que terminara la clase de Matemáticas, salió del salón para dirigirse hacia la clase de Economía «más números, madre mía». Y aunque Economía no se enfocará en solo números, a veces era necesario incluirlo.
En parte se le hacía fácil esa clase, solo que a veces sus neuronas no se recargaban y por eso estaba como ahora, sin entender de dónde había salido tantas letras de aquel esquema y porque había tantas líneas diagonales cruzándose. Horas después el timbre sonó afirmando que las clases habían terminado.
Resopló y se dirigió hacia la biblioteca para tomar un libro de economía, próximamente tendrían un examen. Ya el libro en mano avanzó hasta su habitación y teniendo en mente que debía de pedirle ayuda a Marcela, que era una dinamita en esa materia y sabía muy bien que la pelirroja no se negaría.
— Ojitos lindos— por favor—. Hola.
Se giró para responderle de manera monótona, pero una sonrisa casi se le asoma cuando vio que Eva no venía sola, estaba con sus otras amigas, y pudo reconocer a Lucia y a Ivette hablando entre si, Ivette cerraba los ojos como si se estuviera conteniendo.
— Hola Eva— la rubia se acercó y chocó mejillas.
— Que linda estás hoy. Disculpa por no buscarte desde el día de la presentación, he estado estudiando y...
— No te preocupes— era innecesario que le diera explicaciones, la verdad, no le interesaba.
— ¿Estarás ocupada en unas horas? Quisiera verte— Eva la miraba expectante mientras Margot solo desviaba su mirada.
— Pues...— su mirada cayó hacia la otra rubia que estaba detrás, Lucía la tomaba del brazo reteniendola—. Tengo que estudiar Economía, tengo examen.
— Yo te puedo ayudar— sugirió emocionada.
— Ya tiene a alguien que la ayude— la voz predominante de Ivette se escuchó segura. Eva rodó los ojos y Margot agachó la cabeza para que no la viera sonreír.
— ¿Y que pasa que yo también la quiera ayudar? ¿Acaso solo tú la puedes ayudar?— se giró hacia Ivette quien la miraba duramente.
— ¿Para que necesitar dos cuando perfectamente una sola puede bastar?—Ivette le sonrió irónicamente.
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Flower Art
RomanceMargot amaba el arte. Ivette amaba las flores. Margot tenía heridas que curar. Ivette se negaba a tenerlas. Una prefería no tener la atención de los demás, la otra lo tenía sin quererlo, solo por ser la nieta de la directora y dueña del internado. M...