23. Obsequios.

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— Marcos— la rubia saludó cuando encontró al mayor a un lado de su auto.

— Hola Marcos— Margot saludó dulcemente, el chófer hizo una reverencia con su cabeza respondiendole el saludo.

— ¿Vamos?— preguntó Ivette. Margot frunció el entrecejo al detallar el auto y ver que no era el que normalmente manejaba Marcos, este era distinto. Se extrañó aún más cuando observó que Marcos no se subía al auto, y que al contrario Ivette se acercaba al asiento del piloto.

— ¿Marcos no nos acompañará?— Ivette sonrió y negó con la cabeza.

— Marcos no tiene porque manejar mi auto, Margot— respondió con simpleza. La castaña abrió los ojos sorprendida, aquel auto era de ella.

— ¿Sabes manejar?

— ¿Que tal si te montas y lo comprobamos?

Margot estaba atónita, esto no se lo esperaba. Volteó a ver al hombre que se mostraba paciente y bondadoso.

— Tranquila señorita Margot, no sería la primera vez que la señorita Ivette sale en su auto.

— Vale— se acercó al auto, a la vez que Ivette abría la puerta del copiloto dejando entrar a la más baja. Margot detalló la gran pantalla curvilínea que se encontraba en el panel y algunos adornos de cristal que venían integrados, la tapicería parecía de cuero pero no estaba muy segura.

— Te presento a mi bebé—informó la rubia al estar dentro.

— Es bastante...lujoso— Ivette río para después prenderlo— ¿Tiene suficiente gasolina para donde vamos?

— Si, tiene bastante carga. Es un auto eléctrico, así que...— la ojiazul no escondía su sorpresa, detalle que le pareció tierno a la rubia.

Las expectativas y los nervios se había dispersado por todo su cuerpo, Margot esperaba encontrar alguna respuesta para sus preguntas y no solo haber viajado en vano. Sentía que cualquier cosa que supiera sobre ese lugar dejaría en paz su mente, su intuición le repetía que algo importante debía encontrarse detrás de todo esto, su mamá lo había escrito en su diario con una nota inquietante las dudas no cabían, estaba segura que era información indispensable para su pasado.

Sus ojos estaban puestos en las calles que estaban tras el cristal, las nubes se encontraban grises y el olor a lluvia se hacía notar. Por el rabillo del ojo captó como la conductora extendió su mano hasta la pantalla y le dio play al reproductor de música sin mirar.

Una melodía empezó a resonar y no hizo falta la primera estrofa para saber cuál era.

I might never be the one you

take home to mother.

And I might never be the one who

brings you flowers.

El auto se detuvo al encontrarse frente a un semáforo. Ivette aprovechó para mirar fugazmente a Margot pensando en qué tan identificada se sintió al escuchar la última línea. Ivette amaba las flores, y repetiría mil veces que las flores son un regalo hermoso pero para Margot...eso era poco, Margot merecía muchas más cosas que apenas flores.

Girl, I hope you're sure

What you're looking for.

'Cause I'm not good at making promises.

Margot giró su cabeza hacia Ivette cuando justamente esta la volteaba para seguir andando el carro. Aquella canción no le sentaba bien a ellas, Ivette sabía que podía cantarle la canción entera a Margot, porque esa era la canción que literalmente definía su sentimientos y pensamientos, en cambio Margot solo podía imaginar conduciendo por todas partes con Ivette, escapándose a su lugar secreto por la oscuridad y su corazón le gritaba que por más que se sintiera incorrecto era lo que deseaba.

Flower ArtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora