41. Reencuentros.

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— ¿Te quedarás aquí o ya Rebeka te convenció de quedarte en su casa?— Charlotte estaba cruzada de hombros sentada de un lado frente a la pintora.

— Puede que me quede aquí luego, pero por ahora estoy con Rebeka — Charlotte negó con la cabeza.

— Una se me va de la casa para vivir en una mansión grandísima, y la otra después de su llegada también me deja— Margot río a carcajadas ante la mueca de Charlotte.

— Estaré aquí unas semanas, no me iré tan pronto.

— Pero te irás. ¿No puedes traer tus cosas? Puedo apostar que aquí consigues mejores clientes y asociaciones que allá.

— Mamá Charlotte y sus apuestas— rodó los ojos—. Aunque eso sea verdad, mi vida ya está hecha en Estrasburgo.

— Te traje tu plato favorito y tu bebida favorita — Paúl llegó con un plato de pasta a la carbonara y una copa de vino tinto.

— Oh por dios— Margot aplaudió emocionada—. No sabes cuánto extrañaba tu sazón.

— Se irá nuevamente — se quejó Charlotte con Paúl, mientras Margot empezaba a comer.

— Amor, es su vida, sus decisiones, déjala — Paúl le sonrió a Margot con complicidad— ¿Rebeka está entrenando ahora verdad?

Margot asintió esperando pasar su comida.

— Si— afirmó—. Está muy nerviosa por el torneo de mañana.

— Estamos muy orgullosos de ella, le irá bien.

— ¿Quieren que mañana los pase a buscar para ir juntos al torneo?

— Claro, cariño, nos encantaría — contestó Charlotte.

— Llamaré a Rebeka para que luego de las prácticas venga y cenemos juntos.

Las dos mujeres asintieron ante la sugerencia de Paúl.

Esa tarde Margot se sentía tan feliz, estaba con su familia después de tanto y quería aprovechar esos momentos todo lo que pudiera ya que al irse no sabía cuándo volvería. Más de una vez Charlotte la hizo lagrimear al decirle que el que ella llegara a las vidas de ellos era lo mejor que les había pasado luego del nacimiento de Rebeka, estaban todos muy sensibles ese día.

Ya estaba anocheciendo cuando Rebeka llegó a la casa de sus padres, encontrando a Margot con sus progenitores en el patio trasero, como usualmente pasaba su mamá estaba tomando sus cócteles sin alcohol sentada en la mesa circular y su padre con Margot asando la carne a la vez que hablaban entre si y bromeaban.

Sonrió enternecida, su familia estaba completa.

— ¡Llegué familia!— todos voltearon a verla.

— Al fin— dijo Margot rodando los ojos, acto seguido río — ¿Cómo te fue?

— Pues el entrenador dice que la competencia de mañana será toda mía — se sentó junto a su mamá quien besó su mejilla.

— Así será, ya verás. Además, se quedarán aquí — no fue una pregunta que hizo Paúl.

— Papá...— Rebeka suspiró —. No podemos dejar a nuestros chicos solos, además de que tenemos nuestras cosas en la mansión.

— Mañana nos podemos ir por la mañana — Margot sugirió encogiéndose de los hombros.

— Papá te compró con su comida ¿o me equivoco?

— Soy débil — Paúl la abrazó por los hombros.

Pasaron unos minutos cuando empezaron a cenar los cuatro, los adultos escuchaban atentos a los que las chicas comentaban sobre sus vidas, y más de una vez habían reído, tanto así que Rebeka casi le escupía su bebida a Margot.

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