4. Caparazón.

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¿Quién puede determinar el peso de una perdida? ¿Quién tiene el poder de decir cuando es el fin de un duelo? Nadie. Todos tienen procesos distintos, unos beben, otros comen en exceso, otros dejan de comer a punto ser partícipe de la anorexia, otras personas caen lamentablemente en las adicciones ¿Qué tan peligroso puede convertirse la tristeza? Podría decirse que la ira es una de las emociones más fuertes de sentir y de lidiar, pero es una blasfemia, a la que se le tiene que temer es a la tristeza y todo lo que lo compone.

Con un fuerte dolor de cabeza y cansancio amaneció Margot. La alarma había sonado, lo que provoco que se despertara, se frotó los ojos y bostezo mientras miraba la cama deRebeka, su figura se dejaba ver entre las sabanas. Se levantó y siguió al baño, se duchó y lavó los dientes para luego ponerse el uniforme que estaba en el closet. Minutos después la morena también se había levantado y hecho lo mismo.

— Que los nervios no se apoderen de ti— Apoyó Rebeka a Margot tomándola del brazo.

Entraron a la cafetería que ya estaba repleta de las estudiantes, algunas cargaban cara de sueño, otras tenían el ceño fruncido y apenas miraban a quienes estaban al frente y otras...milagrosamente amanecían de buen humor y tenían sonrisas en sus rostros.

— Amaneciste de buen humor, esto es un milagro — Alejandra se les unió en la fila para tomar su desayuno.

— Milagro es el que tú lo estés.

— Cállate— sus ojos se posaron en la castaña — ¿Y tú, pequeño conejito?

Margot al darse cuenta que no observaba a nadie más, junto sus miradas.

— ¿Yo?— se señaló.

— Tranquila, no es buena con los apodos.

— Claro que sí — rodó los ojos—. Mírala, parece un conejito.

Iba a responder cuando observó que la persona que llevaba por delante ya se había ido.

— ¿Eres nueva? No te había visto por acá — preguntó una señora mayor con una sonrisa amable.

— S-Si, lo soy— se cacheteó mentalmente cuando se escuchó tartamudear.

— Soy Antonia — extendió su mano, Margot dudo pero junto su mano—. Ve, aquí está un sándwich con una banana ¿Te gusta?

— Si — cuando ya todo estaba en su charola, agradeció y salió de la fila esperando a Rebeka, era como su protectora, donde iba ella iba Rebeka y viceversa. Caminaron hasta la mesa donde se encontraba las otras chicas.

—Buenos días — saludó Marcela— ¿Todo bien?

— Si bien te refieres aguantar los ronquidos de esta dama, si, estupendo — reprochó Alejandra, refiriéndose a Nohelia.

— Oye, yo no ronco.

— Ignoralas ¿cómo te sientes? Es tu primer día — la mirada de Marcela cayó sobre Margot.

—Podría decirse que bien, nerviosa pero bien — las demás asintieron, todas sabían que tenían que darle tiempo para que se soltara y le darían el tiempo si eso significaba conocer a la verdadera ojiazul, lo que cada una desconocía es que esa era la Margot desde siempre, no había una que opacar cuando toda su vida se comportó de la misma manera.

Sonó el timbre justo cuando estaban terminando de comer, la ojiazul tomó su horario, su primera clase seria historia, en esta clase no sería acompañada por la morena sino por Ale. Entraron al salón y había varias chicas sentadas encima de las mesas hablando, otras postradas en el asiento leyendo.

Alejandra la sostuvo por el brazo y la sentó junto a ella. Margot tomó el bolso que le habían propinado, había un repertorio de cuadernos y lápices junto con borradores y reglas ‹debí de sacar esto antes› sacó uno de los cuadernos y un lapicero, minutos después llegó un profesor.

Flower ArtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora