34. Soltura de caderas.

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Margot Rousseau.

— Te lo suplico, por lo menos conócelos— reí levemente—. Si, búrlate de mi.

— Rebe, veras a tus padres no a Shawn Mendes.

— Conocer a Shawn sería mejor— inclinó la cabeza—. Están afuera. Vamos.

Sin previo aviso tomó mi mano y me arrastró con ella.

Sábado por la tarde, después de una preciosa y cálida mañana entre los brazos de Ivette, tuve que irme por dos razones, la primera era que entre más tarde saliera de esa habitación más probabilidades había que alguien se enterara, la segunda…era que Rebeka y Lucia no estaban soportándose en lo más mínimo.

La noche anterior…creo que nunca había tenido tantas emociones a la vez, sentir el toque de Ivette sobre mi piel, sus labios recorriendo cada parte minúsculo de mi cuerpo, de solo recordarlo provocaba que mi interior ardiera de deseo nuevamente.

Cuando sentí que Rebeka despegaba nuestras manos, a lo lejos visualice dos figuras mirando atentamente cada paso dado por Rebeka. Confirmé que eran los padres de mi amiga cuando noté el parecido de sus facciones, Rebeka había heredado la misma forma de cara de su madre pero sus ojos y su nariz eran similares a los de su padre.

— Papá… mamá — se acercó tímidamente. Me sentía como una invasora, era un momento familiar, yo no pintaba nada aquí.

— Que alegría poder verte— su madre la abrazó con fuerza, a la vez que su papá las miraba con atención.

— Papá…— soltándose del abrazo de su mamá miró a su papá.

— Ven aquí— la tomó de los hombros y la rodeó.

Desvíe la mirada, si al inicio no quería venir porque pensaba que era un momento familiar de Rebeka junto a sus padres, ahora sobraban las razones.

— Les quiero presentar a una de mis más queridas amigas— se separó y agarro mi mano para presentarme—. Se llama Margot, es nueva.

— Ho..hola— saludé. Los pares de ojos se mantenían fijos en mi sin ningún tipo de expresión.

— Que lindos ojos tienes— la señora se acercó y me tendió la mano—. Soy Charlotte, un gusto conocerte.

— Gracias— le sonreí.

— Paúl— el señor también tendió su mano—. Es buena noticia que mi hija tenga más amigas, así le ayudan a subir sus notas.

— Papá…— replicó Rebeka.

— ¿No es la verdad?— la miró incrédulo—. Espera…dijiste que tenías una nueva compañera de habitación ¿Eres tú?

— Si.

— ¿Te ha sacado canas verdes?— preguntó la mamá con gracia.

— Ehm… creo que ha sido al revés — exclamé al recordar los últimos acontecimientos por las que le he hecho pasar.

— Somos un dúo extraordinario— Rebeka pasó su brazo por encima de mis hombros—. Nos sacamos canas verdes mutuamente.

Paúl río girando los ojos, a la vez que Charlotte solo nos veía con nostalgia, parecía que mientras nos observaba recordaba etapas de su vida.

— Espero que no te moleste Margot, pero necesitamos hablar con nuestra hija a solas.

— No, no se preocupe, yo debía de irme igualmente — mentí—. Fue un placer verlos.

— Lo mismo decimos— murmuró Paúl—. Ya nos conoceremos más después.

Asentí de acuerdo. Rebeka se giró mirándome con súplica…sabía lo que se vendría al dejarla sola.

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