39. Cambios.

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5 años después...

El movimiento de sus caderas era paralelo, la punta de su tacón hacía sonido en cada paso que daba. Los pares de ojos que estaban a su alrededor se quedaban embelesados al ver su cuerpo curvilíneo y su quijada tan puntiaguda como un alfiler. Su rostro era inexpresivo y sus ojos ardían con amenaza.

Caminó hasta la otra punta del lugar y llegó a la barra, dejó su peso caer sobre sus brazos que eran postrados en el mostrador de madera. Concentró su atención en la persona que estaba detrás de la barra de espaldas, en cuanto se volteó se sobresaltó causando una sonrisa ladeada por parte de la castaña.

— ¿Tanto miedo doy?— preguntó con un tono bromista.

— Siempre eres tan silenciosa y sigilosa— comentó el pelirrojo.

— ¿Las bebidas ya están listas?— se enderezó, miró su reloj que se acomodaba en su muñeca—. No tardará en llegar.

El chico asintió confirmando su pregunta.

— ¿No volverán?

Los ojos de Margot se posaron en el bartender que en ese tiempo se había vuelto en su compañero de fiestas.

— Lo dudo, solo vinimos de vacaciones.

— Que lástima— Margot le sonrió brevemente para volver a darse vuelta y ver que la gente ya iba llegando— ¿Ella vendrá?

Escuchó a Philip susurrando en su oreja.

— Ni que venga. Dejé las cosas claras.

— Ustedes las mujeres son muy testarudas, dudo que se rinda.

— Pues...— volvió a girarse tomando un vaso y extendiéndoselo a Philip para que le sirviera un trago—. Si no le quedó claro por las buenas, lo hará por las malas.

— Que ruda— alzó las cejas. Margot río.

Philip le pasó su trago y como debía seguir trabajando se marchó, dejando solitaria a la ojiazul. Margot bebía de su trago mientras su codo derecho estaba descansando en la barra, desde allí tenía una buena vista de quién entraba. Volvió a ojear.

Debe estar a nada de entrar.

Y como si lo hubiera llamado con la mente, la figura alta y de buen porte se asomó saludando a varios de los invitados, pero sus ojos recorrían el lugar a la vez buscando a la persona responsable de todo este festejo.

Cuando la encontró entrecerró sus ojos y sonrió, saludó rápidamente a los demás invitados hasta que finalmente quedó libre para acercarse.

— ¿Por qué no te acercaste? Debías de ser la primera.

Margot ladeó la cabeza.

— Esta mañana fui la primera, ¿lo olvidaste?

— No sufro de amnesia, Mar.

— Eso podríamos debatirlo— le pasó su trago a su amigo.

— Me hubiera gustado quedarme más aquí— se quejó el moreno.

— Es hora de volver— dijo sin más.

— ¿Vas a hacer el posgrado?

— No lo sé, Thomas. Hace unos meses fue que me gradué, me han llovido miles de propuestas para exponer mis cuadros en varios lugares, sería un sueño. Pero a la vez quiero hacer el posgrado y capaz hasta hacer el máster.

— Tu cabecita nunca descansa ¿no?—Margot negó.

Habían pasado cinco años, cinco años en los cuales Margot no desaprovechó el tiempo. Estudió la carrera deseada, bellas artes, se había mudado a Estrasburgo junto con Thomas, lo que tanto había deseado el castaño se había cumplido. Al principio rentaron un departamento, que era pagado por Thomas pero luego cuando Margot empezó a trabajar en una cafetería, no había un mes donde ella no aportara, a pesar de que Thomas se quejaba.

Flower ArtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora