Ivette Lambert.
Notaba como todos mantenían su mirada encima de mi, era yo con mi café de la mañana sentada en aquella cafetería que propinaba el hotel.
Algunos de los empleados todavía no se acostumbraban a mi presencia y que ahora era una mujer quien los lideraba. La mitad de los hombres que trabajan allí les ardía eso y yo solo sonreía triunfante.
No había nada mejor que hacer callar a un hombre ególatra y misógino con tan solo tu presencia.
— Señorita Lambert, ¿no hay nada más que se le ofrezca?— preguntó uno de los meseros.
— No, gracias.
Me coloqué de pie dejando el dinero en la mesa para retirarme hacia mi oficina.
Tenía miles de papeles encima del escritorio, permisos, facturas, un sinfín de cosas que provocaba que me acariciara la sien. Repentinamente fui interrumpida por dos toques a mi puerta.
— Adelante.
Mi secretaria entró con su sonrisa educada acercándose pero aún manteniendo su distancia.
— Señorita, su abuelo está en la línea.
— ¿Por qué no me llamó directamente?— Carla era su nombre. Se encogió de hombros.
— No tengo respuesta para eso.
Asentí agradeciéndole e hice un ademán con la mano de que se retirará.
— Querido abuelo— rodé los ojos.
— Cariño, la encontré.
Inhalé y cerré los ojos al saber de quien se trataba.
— Se graduó de la carrera de Bellas Artes y al parecer está en París ¿No te encontenta?— hablaba emocionado.
— ¿Cómo supiste que está en París?— pregunté sin emoción alguna.
¿Cómo le explicaba que yo ya la había visto hace unos días exactamente?
— Porque ayer por la noche visité a un amigo que me habló sobre una exposición de cuadros que habrá en el centro de París esta noche, estarán a la venta. Él se encarga de la parte administrativa del lugar y le dieron una lista de las personas que llevarán sus cuadros, a mi me entró curiosidad y ojeé la lista...
— ¿Y su nombre estaba allí?— me levanté de mi silla con rapidez.
— A menos que exista otra Margot Rousseau.
— ¿Tú irás?— pregunté.
— No, querida. Lo estoy diciendo para que tú vayas, se que lo necesitas más que yo.
— Pásame los datos, abuelo. Por favor.
— Ya te los paso. Me cuentas luego como te fue.
Cuando obtuve los datos, llamé inmediatamente a Marcos, llevaba un tiempo sin ser mi chófer y aunque ya era hora de que se retirara quería llevarlo a la exposición. El se había encariñado con Margot, tenía derecho.
Luego de haber pulido los detalles con Marcos, regresé a mi trabajo.
Estaba tan inmersa en los papeles frente a mi que me sobresalté en el momento que la alarma de mi celular sonó avisando que era hora del almuerzo.
Aviste un mensaje de mi padre invitándome justo para la hora de almuerzo, dejó la dirección y hora. Si iba ahora llegaba perfectamente a tiempo.
Dejé todo ordenado y tomé mis cosas. En cuanto salí de la oficina Carla salía de su lugar, seguramente también iba almorzar. Pero de pronto algo captó mi atención, unas lágrimas se deslizaban por sus mejillas.
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Flower Art
RomanceMargot amaba el arte. Ivette amaba las flores. Margot tenía heridas que curar. Ivette se negaba a tenerlas. Una prefería no tener la atención de los demás, la otra lo tenía sin quererlo, solo por ser la nieta de la directora y dueña del internado. M...