29. Incógnita.

1.9K 171 40
                                    

El cementerio siempre poseía esas vibras oscuras y espantosas, miles de cuerpos bajo esas tierras, miles de vidas acabadas, personas que pudieron vivir lo máximo u otras que apenas y disfrutaron su vida. Margot e Ivette sentían esa tensión en el aire, olía a muerto y a pasto mojado.

Margot sentía su cuerpo entero temblar y aunque tenía a Ivette a su lado todo su ser se sentía débil y vulnerable, no sabía cómo se comportaría al ver el nombre de sus padres en las lápidas, dudaba que lo aguantaría.

- Es de aquí a la tercera tumba, fueron sepultados juntos- al acabar la frase se marchó dejándolas a solas.

- ¿Quieres esperar?- Ivette le preguntó mientras daba vuelta y acunaba su rostro.

- Ya esperé mucho.

- No es fácil, lo sé, por eso te digo si quieres darte unos minutos- la castaña negó segura de su decisión- Vale, vamos.

Cada paso dado era una punzada al corazón de Margot, se sentía feliz porque ya tendría un lugar donde llegar a hablarles pero a la vez era un sabor agrio, daría todo por tenerlos de vuelta.

Se posicionaron a un lado de la tumba Margot contó hasta cinco para alzar la mirada y sintió sus piernas perder el equilibrio cuando leyó los nombres de sus padres, no hizo falta unos segundos para que empezará a llorar. Ivette iba a tomarla porque su paso era inestable pero la ojiazul se arrodilló y pegó su frente en la cerámica.

- Ya estoy aquí...- dijo con la voz quebrada-. Ya vine, los encontré.

La rubia no quería interferir, era un momento de ella, Margot necesitaba eso.

- No saben cuánto desee encontrarlos. No sé si me escuchan o no, pero les juro que siempre quise saber dónde estaban- Ivette notó las lágrimas caer por las mejillas de la otra chica, su nariz y sus ojos estaban rojos- ¿Por qué? ¿Por qué me dejaron sola? No es justo, una niña debería de crecer con sus padres...yo debí...de tenerlos conmigo.

«Su ausencia cada día pesa más, ustedes se fueron cuando yo apenas tenía seis, y nadie entiende porque después de tantos años su muerte aún me mata. Y es que, ¿cómo no? Pasé una infancia y adolescencia horrible, a veces solo rogaba que todo fuera una terrible pesadilla, que al despertar estuviera papá cantándome una canción o mamá abrazándome con fuerza, a veces lo único que necesitaba era una sonrisa de alguno de los dos para llenarme de energía.

Igualmente no se preocupen, aunque la herida de ustedes nunca se sanará, aunque la cicatriz nunca se complete y a veces sangre mas de lo debido, estoy conociendo a personas geniales. Mamá, a ti te caería tan bien Thomas, es el mejor, es un gran amigo, a veces me llega con regalos o se pone a decir tonterías que me hace reír como nunca, o papá, a ti te encantaría Marcela, es tan inteligente como alguna vez lo fuiste tú.

Pero hay alguien, alguien que hubiera amado presentarles, es la misma chica que me está acompañando hoy. Ivette, ella...es la razón por la que estoy aquí y la que tanto me ha ayudado, ella se convirtió en mi apoyo, en mi fortaleza, a veces creo que nunca podré pagarle todo lo que ha hecho por mi, es una mujer hermosa tanto como lo eras tú, mamá. Estoy en buenas manos, estoy bien, pero nunca tan bien como lo estaría con ustedes.

Y les pido perdón porque ustedes muchas veces me dijeron que luchara por lo que me llenaba, por lo que me amaba pero...las circunstancias me prohibieron seguir pintando...pero les prometo que algún día volveré a usar mis manos para crear arte, cada cuadro será dedicado para ustedes. También les prometo volver, no habrá día en la semana que falte, siempre los visitaré»

Margot se quejó cuando sintió una punzada en su cabeza, sintió el toque de las manos de Ivette en sus hombros.

- ¿Estas bien?- se arrodilló junto a ella para verificar su estado.

Flower ArtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora