8. Éxtasis.

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— Supongo que aprendiste algo — su voz seguía en el mismo tono que siempre, duro, frío, Margot empezaba a dudar si ese era su tono natural o lo hacía a propósito.

Ya habían regresado del teatro, el chofer las había dejado justamente frente a la academia, ya había anochecido y la hora de cenar ya había pasado por lo tanto, no les quedo de otra que ir a la cafetería y tomar algo, Margot estaba segura de que Ivette tomaría algo y se iría, pero en contra de sus pensamientos y sorprendiéndola la oji grisáceos le pidió que la siguiera al patio, donde estaban sentadas una del lado de la otra a una distancia considerable.

— La verdad si, fue una experiencia única. Gracias— Ivette asentía, sin mirarla.

— Lo dices como si nunca hubieras salido de tu casa — el silencio se prolongó, lo que hizo que Ivette volteara a verla y frunció el ceño cuando observó que Margot jugaba con sus dedos y su cabeza estaba gacha—. Margot.

Margot.

La castaña se sintió rara al sentir un calor en su pecho y como sus vellos se encrespaban al escuchar a Ivette llamándola por primera vez por su nombre de forma atenta y preocupada. Alzó sus ojos y se encogió cuando esos ojos alumbrados por la clara noche se hacían más claros, sus ojos intimidaban un montón.

— Creo que debo irme a dormir— trató de levantarse, no quería estar allí, a ella no le debía porque interesarle ni un poco su vida. Sin esperarselo Ivette agarró su brazo y la volvió a sentar.

— Mañana no hay clases, no hay excusa— suspiró y solo se dignó en mirar a las estrellas, una sonrisa se iluminó en su rostro cuando notó como estas alumbraban más que nunca— ¿Nunca habías ido a un teatro?

— No que yo recuerde — entre menos dijera era mejor para su bienestar.

— ¿Alguna vez has ido al cine? — Margot podía ser inocente pero era inteligente, sabia a donde iba esto.

— No llegaras a la pregunta que quieres hacer— aseguró. Al decirlo sintió como la mirada de Ivette se concentraba en ella, trató de no parecer nerviosa y que eso no provocaba nada.

— ¿Y cuál es la pregun...

— Que si alguna vez he salido de casa — esta vez la castaña volteó con seguridad, encontrando a Ivette muy cerca. Su corazón empezó a latir frenéticamente cuando apreció que, por primera vez desde que conocía a Ivette, esbozó una sonrisa, no era una sonrisa amable o amistosa, era una sonrisa altanera.

— ¿Y lo has hecho?— silencio— Con eso dices mucho.

— No te han dicho que preguntar por la vida personal de alguien es mala educación — escuchó una pequeña risa a su lado, se giró rápidamente y fue inevitable no sonreír al ver que Ivette reía, por fin.

— Tú me diste entrada libre— se levantó de la grama tomando sus cosas y se paró frente a Margot—. Que descanses, phala.

— ¿Algún día me dirás su significado?

— Será el mismo día que tus ojos dejen de brillar al mirar el cielo— Margot se quedó muda al escuchar eso—. Buenas noches Margot.

La rubia se marchó dejando a la ojiazul con las mejillas encendidas y sonriendo penosamente. Alguien había notado su amor por la luna, por las estrellas y no se había burlado como tantas veces imaginó, su bisabuela lo hacía...

Había sido un día lindo, disfrutó de la obra, tuvo aperitivos gratis y muy deliciosos y aparte de todo, tuvo una buena compañía, capaz Ivette no era tan habladora y solo el ver su rostro serio te desechaba la idea de comenzar una conversación pero estuvo allí dándole algunos datos sobre la obra, la corregía cuando hacia cosas que en ese lugar no era bien visto, pero en ningún momento llego a burlarse o decirle que era una buena para nada, no tenia quejas de ese día, tal vez era exageración pero era uno de los mejores días que había tenido.

Flower ArtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora