Capítulo VI

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Bong-Cha, subida en un mástil sujetándose de una cuerda, le daba las indicaciones a Orvyn. Habían perdido de vista a Bronzeshore, pero la joven estaba segura de que iban por el camino correcto. El sol de las primeras horas de la tarde no era tan intenso, pero no había ni una sola nube que lo ocultara. El trayecto no fue tb largo como esperaban, Bong-Cha avisó que había visto la isla a una corta distancia. Cuando estuvieron un poco más cerca, esta reconoció que efectivamente era la isla donde había despertado hace algunos días. El barco se detuvo en la orilla y Bong-Cha se agarró de la cuerda para dejarse caer hasta la cubierta. Anclaron el barco en la arena y bajaron. Bong-Cha subió por la primera pared de roca, seguida de sus acompañantes.

—¡Cayden! —exclamó sin recibir respuesta —¡Cayden! ¡Cayden, soy yo, Bong-Cha! ¡¿Puedes oírme?!

La isla estaba en silencio, no se escuchaba ni el movimiento de las hojas de los árboles, solo las olas chocando en la orilla.

—¡Cayden!

—¿Estás segura de que fue aquí donde lo viste? —Agatha la interrumpió.

—Te lo juro. Pude haber perdido la memoria, pero recuerdo perfectamente cada detalle desde ese día —contestó Bong-Cha.

Finalmente escalaron la última pared de roca hasta llegar a la cima. La tumba con el collar de perlas y la concha estaban ahí, pero no había rastro de Cayden.

—Debería estar aquí. Ese es el collar de su hermano. Cuando me encontré con él estaba frente a esa tumba —dijo ella.

—Probablemente se fue, no creo que tuviera muchas ganas de quedarse a vivir en este lugar —señaló Orvyn.

—Dijo que no había nada para él allá afuera... se veía convencido de quedarse aquí... al menos un tiempo. Yo misma le dije que debería empezar una nueva vida en algún lugar nuevo, pero se negó... —Bong-Cha respondió con la cabeza baja.

Si dirigió hacia un árbol y se dejó caer ahí, escondiendo su cara en sus brazos. Orvyn se hincó junto a ella y le puso una mano en el hombro.

—Seas quien seas, eres una mujer increíble. Estás llena de valor, Bong-Cha —le dijo suavemente.

—Creí que encontraría las respuestas aquí, pero jamás lo sabré... —ella sollozó.

Agatha estaba a punto de acercarse a ellos, cuando vio un extraño resplandor en la arena que llamó su atención. Bajó de las rocas hasta llegar a la orilla. Escarbó un poco en la arena donde había visto el brillo. Lo que encontró la sorprendió, era una katana con el símbolo del dragón y la media luna.

—¡Oigan, vengan a ver esto! —exclamó llamando a sus compañeros.

Bong-Cha y Orvyn bajaron al mismo lugar que ella. Agatha les enseñó la katana y señaló el símbolo. Bong-Cha la agarró rápido y la comparó con el cuchillo. Intercambió una mirada de impacto con sus amigos.

—Busquemos en la arena, tal vez haya más objetos enterrados —indicó.

Los tres separaron en diferentes direcciones y buscaron más artefactos que estuvieran perdidos entre la arena. Orvyn se topó con algo metálico que estaba entre unas rocas, se preguntó cómo había podido terminar ahí tan atascado. Logró mover algunas rocas de pequeño y mediano tamaño, pero las más grandes eran demasiado pesadas. Con su espada intentó alcanzar el objeto, pero estaba muy atrás. Suspiró y pensó un momento en que podía hacer. En eso, reparó en Agatha recolectando cosas de la arena y le llamó.

—¡Agatha!

Ella volteó sorprendida.

—¿Puedes ayudarme a mover estás rocas? —le preguntó, pues probablemente lo lograrían entre dos.

Mar ArcanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora