Capítulo XLII

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El velero se detuvo en el puerto de Coppertown. Yeong-Seok, acompañado de los suyos bajó de este para encontrarse después con el resto del grupo. Una vez que estuvieron todos juntos, Yeong-Seok los llevó hasta la residencia donde se ocultaban todos.

—Yeong-Seok, me alegra que hayas vuelto —dijo Bong-Cha al verlo entrar.

—Te dije que lo lograría.

—¿Enserio fuiste hasta las Tierras Orientales?

—No tuve que hacerlo. Encontré a Cayden pasando por Frostwake, tu tripulación te estaba buscando. Y a alguien más.

Yeong-Seok se movió a un lado, dejando pasar a Cayden y otra figura encapuchada y con cabello rojo.

—¡Asdis! —exclamó Bong-Cha y fue corriente a abrazar a su amiga.

—Bong-Cha, me alegra que estés bien.

—¿Pero, tú que haces aquí?

—Las noticias corren y cuando escuché de la emboscada a la Perla Roja y la captura de varios tripulantes, bueno, no podía quedarme de brazos cruzados —la pelirroja explicó —Por cierto, ellos son Hannah y Lance, me ayudaron mucho cuando nos separamos.

—Eres increíble, Asdis, enserio —dijo Bong-Cha.

—Lo sé —bromeó su amiga.

—Capitana —Cayden habló —Estamos a sus órdenes —enunció con una reverencia.

Algunos otros miembros de la tripulación de la Concha Negra aparecieron y se reverenciaron también, Bitgaram, Iseul, Sage, William y Edward.

—Enserio están aquí... —Bong-Cha apenas podía creerlo, parte de su tripulación reunida ahí con ella.

—Por supuesto, Capitana. Díganos que hacer y nosotros lo llevaremos a cabo —respondió Iseul.

—Pues ya que están aquí, será más fácil realizar el plan. Esto es lo que vamos a hacer...

Bong-Cha les explicó a los recién llegados el plan que había estado elaborando para rescatar a Jang-Seo y los otros y darle una lección a la Marina por lo corrupta e injusta que era.

. . .

Llegó el día de la ejecución. La pequeña ciudad de Coppertown estaba muy alborotada. Ese era el día en que moriría el Colmillo Escarlata, un pirata y criminal que había sembrado el caos y el temor a través del Mar de Bronce y el Mar Escarlata. Aquel, cuya recompensa pesaba sobre su cabeza, esperando por ser reclamada.

El joven Capitán se encontraba tumbado en su celda, escuchando el alboroto en las calles, pero sin entender demasiado al estar inconsciente. Se despertó en cuando algunos oficiales de la Marina entraron y uno le golpeó el abdomen con la rodilla. Lo obligaron a ponerse boca abajo y le encadenaron las manos en la espalda. Luego lo forzaron a levantarse, aunque apenas podía sostenerse.

—Camina —le ordenó un oficial.

Lo llevaron a través de los pasillos de las mazmorras, pasando frente a las celdas donde se encontraban los demás miembros de la tripulación. La vergüenza lo invadió al ser expuesto en ese estado ante sus seguidores, lastimado y torturado, tan débil, apenas pudiendo mantenerse en pie, su rostro sangrado, su espalda azotada, sus pies y sus manos llenas de cortadas y su ropa rasgada y sucia.

—Despídete de tus ratas —el mismo oficial dijo empujándolo al suelo.

Jang-Seo mantuvo la cabeza baja, con el cabello cubriéndole la cara. No quería que sus compañeros vieran sus heridas y sus cicatrices, las ojeras y surcos en sus ojos.

Mar ArcanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora