Capítulo XI

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Jang-Seo se despertó al día siguiente con los rayos del sol de la mañana. Antes que nada, vio a Bong-Cha profundamente dormida. Optó por no despertarla hasta que todo estuviera listo para zarpar. Salió de la tienda para encontrarse con su primo, quien estaba despierto desde hace rato.

—Buenos días, Capitán. Me tomé la molestia de reparar lo poco que quedó dañado del barco ayer —anunció.

—Ya veo, gracias Yeong-Seok —Jang-Seo le dio un par de palmadas a su primo en la espalda.

—¿Y la chica? —preguntó este.

—Déjala dormir hasta que estemos listos. Está muy cansada —explicó Jang-Seo.

—Uy, ¿qué es ese cariño hacia una desconocida? —Yeong-Seok bromeó.

Su primo lo fulminó con la mirada.

—Ve y asegúrate de que tu trabajo haya quedado bien, si no quieres que te aviente por la borda.

Yeong-Seok entornó los ojos y fue al barco para revisar que los arreglos estuvieran listos.

Bong-Cha no tardó demasiado en despertarse. Salió al escuchar voces afuera. Para su sorpresa, ya no cojeaba al caminar, aunque todavía le dolía un poco la herida. Pero más le sorprendió ver al glorioso barco que se alzaba junto a la costa. Jang-Seo se acercó a ella al verla admirando la nave.

—¿Te gusta?

—Es... increíble.

—Si, bueno, te presento a la Perla Roja, la mejor nave de todos los mares, hermosa, veloz y resistente.

Bong-Cha se llevó las manos a la boca, el enorme barco era impresionante, sus dimensiones, su estilo, su magnificencia. No lo había visto tan de cerca, y ahora que la tenía frente a ella, era gloriosa.

—¿Quieres conocerla? —él preguntó mirándola de reojo.

—Oh, si... me encantaría —respondió Bong-Cha sin quitarle los ojos de encima al gran navío.

Siguió a Jang-Seo hasta subir por la plataforma para entrar en la nave. Era verdaderamente grande, elegante, espaciosa y daba un ambienta vivaz.

—Supongo que te estarás preguntando cómo es que conseguí tal belleza —Jang-Seo continuó hablando —Es obra mía y de mi tripulación. Con el tiempo fue creciendo y creciendo hasta llegar a ser lo que es ahora. Algunos dicen que es el terror del océano, pero yo la veo más como la reina de los mares. ¿Algún comentario? ¿Opiniones, quejas?

—No puedo creer que esto exista. Admirable trabajo.

Jang-Seo se mostró satisfecho con su respuesta. Pero aún había otra cosa que debía preguntarle. El barco estaba listo y ella tendría que tomar una decisión.

—Y... ¿Qué has pensado de mi propuesta de ayer? De cualquier modo, no pienso dejarte sola aquí, puedo llevarte a donde quieras, el viaje es gratis, de preferencia a un lugar que no esté custodiado por la Marina. O puedo ayudarte como dije, saldrás limpia de esta situación.

Bong-Cha pensó un poco. Podía decirle que la llevara a Bronzeshore, pero, en cualquier caso, si la Marina aparecía, la tomarían por una criminal.

—Creo que podemos hacer un buen trato —empezó —Ya sabes, dando y dando. Si tú me ayudas a recuperar mi reputación como dijiste, no revelaré información sobre ti, Colmillo Escarlata, ni de tu gente. De algún modo tendría que pagarte, ¿no es así?

—Trato hecho, Moon —aceptó él.

—¡Todo listo, Capitán! —avisó Yeong-Seok retirando la plataforma.

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