Capítulo XXII

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Yeong-Seok notó que e estaba haciendo cada vez más tarde y su primo no regresaba. Escuchó como alguien tocaba la puerta de la casa y fue a abrir de inmediato. Se encontró con Zelda.

—Zelda, que sorpresa —dijo al verla.

—Si... ¿Está el Capitán? Queremos preguntar si es prudente zarpar mañana, la marea está muy alta y podría durar —explicó la chica.

—Hace más de una hora que salió con Bong-Cha, pero no ha regresado. Empieza a preocuparme.

—Podemos ir a buscarlos. Deben estar por el pueblo —sugirió ella.

—Voy con ustedes —habló Asdis a sus espaldas.

Yeong-Seok se volvió en su dirección y asintió. Los tres se dispusieron a a buscar a Bong-Cha y Jang-Seo. Después de recorrer todo el pueblo, fueron al otro extremo cerca del acantilado.

—Que extraño... —balbuceó Asdis.

Yeong-Seok vio algo como una Mancha en el suelo gracias a un farol cercano. Cuando se acercó a verlo se dio cuenta de lo que era.

—Sangre —dijo.

—Eso no es bueno —señaló Zelda.

—¡Jang-Seo! ¡Bong-Cha! —Yeong-Seok empezó a correr entre las casas de la costa angustiado por lo que podría haber pasado.

Cuando menos se lo esperaba, vislumbró la sombra de alguien tirado en el suelo. Rápidamente fue hasta esta para darse cuenta de que se trataba de Jang-Seo.

—No, no, Jang-Seo. Mierda —balbuceó y comprobó que siguiera respirando.

Trató de despertarlo varias veces sin tener éxito. Al sostener su cabeza, notó una herida y cuando quitó su mano, esta tenía sangre.

—¿Qué pasó? —preguntó Asdis.

—No lo sé —Yeong-Seok respondió —Pero Bong-Cha no está, no debe ser nada bueno. Zelda, tráeme algo para que despierte.

La rubia asintió y se fue corriendo para buscar algo que pudiera funcionar. Mientras tanto, Yeong-Seok revisó la herida de su primo.

—Es una herida de golpe... con un arma seguramente —dijo.

—¿Es muy grave? —inquirió Asdis.

—No, pero quien sea que haya sido, lo agarró desprevenido, fue muy directo.

—Creí que este era un lugar pacífico.

—Y lo es. Necesitamos que despierte para saber lo que pasó, y donde está Bong-Cha.

Zelda regresó al cabo de unos minutos con un pañuelo y un líquido en la mano. Vacío un poco del líquido en el pañuelo y se lo puso a Jang-Seo cerca donde pudiera olerlo. El chico tardó un poco en despertar, pero finalmente abrió los ojos y respiró ondo.

—Bong-Cha... —habló al instante y miró a todos lados.

Se levantó, pero sintió un fuerte mareo, que estuvo a punto de caer de nuevo.

—Jang-Seo, estás sangrando —le advirtió su primo —Tranquilo, tranquilo.

Zelda le entregó a Yeong-Seok otro pañuelo más grande que había traído para detener el sangrado. Yeong-Seok le ayudó a su primo a sentarse junto a una cabaña y le puso el pañuelo en la herida de la cabeza.

—Bong-Cha... tengo que ir por ella... —añadió Jang-Seo.

—Respira, primo. Respira y dime que sucedió. ¿Qué pasó con ella?

—James... y Relish, de algún modo supieron que vinimos aquí... se la llevaron... creo que... a la Isla Hueso...

—¿Estás seguro de que fueron ahí?

Mar ArcanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora