Capítulo XX

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Bong-Cha entró en la casa después de Young-Soon, quien llevaba cargando a su pequeño hermanito. Cerró la puerta detrás de ella y encendió algunas luces, pues estaba oscureciendo ya. La madre de los chicos salió de la cocina para encontrarse con ellos.

—Se quedó dormido. Le compré algunos dulces, así que no quiero despertarlo para la cena —dijo Young-Soon.

—Está bien, hija, llévalo a la cama.

La chica subió con su hermano en brazos hasta su habitación. Lo puso cuidadosamente sobre la cama y lo tapó con las cobijas. Colocó el barco de hielo en un estante que estaba al lado, el sombrero de Jang-Seo junto a él, y el tridente recargado en una esquina de la habitación. Hecho esto, le dio un beso en la cabeza y bajó a ayudar a su madre con la cena.

Bong-Cha aprovechó para pasar a ver cómo estaba Jang-Seo. Se encontró a Yeong-Seok recargado afuera de la habitación, completamente dormido. Ella se llevó la mano a la frente y negó con la cabeza. Luego se agachó para despertarlo. Lo movió ligeramente del hombro hasta que abrió un poco los ojos.

—Hinata... ¿Hinata...? —murmuró él.

A los pocos segundos reparó en Bong-Cha y se sobresaltó.

—Mierda, Bong-Cha, dime que no escuchaste eso —dijo exaltado.

—Tranquilo, tu secreto está a salvo conmigo —ella lo calmó —¿Qué haces aquí?

—¿Qué hago aquí? Me dijiste que cuidara a Jang-Seo.

—Si, que lo cuidarás, no que fueras su carcelero.

—No especificaste.

Bong-Cha rio un poco para después abrir la puerta. Ahí vio a Jang-Seo respirando profundamente con un brazo cruzado sobre el gato, el cual también estaba dormido. Se sintió aliviada al ver que estaba descansando. Posteriormente se dirigió de nuevo a las escaleras para bajar. En el camino encontró a Asdis y se extrañó al ver lo que estaba haciendo. Las puertas eran corredizas, y la pelirroja abría y cerraba la de su habitación.

—¿Te sientes bien? —le preguntó.

Asdis volteó en su dirección con los ojos bien abiertos.

—Estás puertas son geniales, casi no hacen ruido.

—Ah si, son muy comunes en las Tierras Orientales. Pero ya enserio, ¿estás bien? No es por nada, pero te he visto algo extraña y sé que lo de tu padre es un golpe muy duro y... quiero ayudarte, Asdis.

La pelirroja suspiró y se recargó en la pared.

—¿Sabes? No soy una persona muy normal para empezar, y... trató de encontrar algo que me distraiga, no quiero hacer a los demás cargar con algo que no les pertence. Sé que estoy haciendo cosas raras, mi papá siempre decía que detrás de los momentos malos, se enconde una ligera sonrisa. Aún puedo escuchar sus palabras diciéndome que en vez de llorar debo encontrar cosas sin sin sentido que me hagan reír. Creo que si funciona.

—Me alegra que puedas sobrellevarlo, Asdis.

—Si bueno... al menos no tengo que lidiar con esto sola. Haremos justicia.

Bong-Cha le dio un abrazo a su amiga.

—Por cierto, hay cierta persona con un gran barco que está ahora mismo en esta casa que no te quita los ojos de encima —dijo esta.

—Asdis -Bong-Cha cruzó los brazos.

—¿Qué? Es la verdad —insistió y la otra y bajó rápidamente.

Bong-Cha se quedó unos instantes donde estaba. Se pasó la mano por el cabello y respiró para después alcanzar a los demás, los cuales ya estaban sentados en el suelo alrededor de la mesa. Young-Soon y su madre se encargaron de repartirle los platos a sus invitados. Era un delicioso ramen combinado con algo de verdura y carne. Bong-Cha tomó un bocado con sus palillos y se dio cuenta de que estaba realmente bueno. A su lado, notó que Asdis estaba teniendo problema para manejar los palillos. Esto le causó gracia.

Mar ArcanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora