Capítulo XXXI

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Asdis llegó a las Tierras Orientales antes de lo que había previsto, la corriente y el viento le habían favorecido. El lugar en invierno era más frío de lo que pensaba. Después de que el velero quedó anclado, empezó a adentrarse en el bosque en busca de algún asentamiento humano.

—Espero que sea aquí, las Tierras Orientales son muy grandes —se dijo a sí misma.

Para su alivio, no tardó demasiado en encontrar un pueblo habitado por una buena cantidad de personas. ¿Pero, dónde estaba Bong-Cha? Decidió acercarse a uno de los habitantes para preguntar.

—Disculpe, ¿usted conoce a Moon Bong-Cha?

—Oh, habla de la Capitana, claro, debe estar en casa de su madre —respondió el hombre.

—¿Capitana...? Oh, si, si. ¿Quiere decirme donde queda la casa? —continuó Asdis.

—Siga por esta calle a la derecha, la encontrará el final —le indicó el hombre.

Asdis hizo un gesto de agradecimiento y siguió la calle como le habían dicho. Cerca del final, vio la casa y sintió un gran alivio, pero antes de que fuera hacia esta, Bong-Cha apareció del lado izquierdo de entre los árboles.

—¡Bong-Cha! —le gritó.

La otra volteó y se sorprendió al ver a su amiga ahí.

—¿Asdis? ¿Qué estás haciendo aquí? —inquirió yendo hacia ella.

—Se que esto es confuso pero tienen que venir ahora. Es sobre la orden, ya no se esconden tanto como antes, estaban en la Isla Hueso, peleamos contra ellos —empezó la pelirroja.

—¿Peleamos quienes? —Bong-Cha la interrumpió.

—Yo, la familia de Yeong-Seok y un par de amigos ravneanos. Todo ese grupo de la orden quedó destruido, pero debe haber muchos más. Bong-Cha, más gente está despareciendo no solo por lo que ya ha estado ocurriendo. Nos están buscando. A todos, a mí y a ustedes. Tenemos que actuar ahora, si vamos a hacer esto, hay que hacerlo ya —Asdis continuó.

—¿Qué hay de la Marina?

—Se han calmado un poco, casi no he visto sus barcos.

Bong-Cha asintió.

—¿Y qué debemos hacer primero? Digo, no tienes un plan, ¿o sí?

—No... pero creo que es importante encontrar a Lady Kariana.

—¿Lady Kariana? Pero ella...

—Creo que sigue con vida. Estoy casi segura. Y creo que ella puede ayudarnos.

Bong-Cha pensó un poco en las palabras de su amiga, pero al final coincidió en que podría tener razón.

—Hay que ir por Jang-Seo, se lo diremos y veremos cuando partir —dijo.

Bong-Cha guió a Asdis a la casa de su madre y al entrar solo vieron a Yeong-Seok echado en el suelo.

—¿Sigues con la resaca? —Bong-Cha rió un poco.

—Tomé el doble que mi primo, ¿qué esperabas? —se quejó él.

—Si, lo vi. Hablando de Jang-Seo, ¿sabes dónde está?

—Soy su segundo al mando, no su guardaespaldas. Quizás esté afuera.

En cuanto Yeong-Seok terminó de hablar, comenzaron a escucharse voces y mucho bullicio afuera. Bong-Cha miró a Yeong-Seok y después a Asdis, quien levantó los hombros igual de confundida que su amiga. Bong-Cha salió de la casa seguida de la pelirroja extraña por tanto alboroto. Afuera había una cantidad considerable de personas juntas que miraban algo que sucedía.

Mar ArcanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora