Estábamos en la última clase del día. Entre matemáticas avanzadas y arte, no tarde ni un segundo en elegir arte. La única desventaja era tener que verle la cara a mi enemigo jurado mas tiempo del normal. Jean Kirschtein , el idiota que choco conmigo el primer día de clase, cuando yo apenas ingresaba a esta escuela de niños ricos. El decidió gritarme por manchar con mi café, un dibujo que traía consigo. Fue un accidente, y yo no pretendía causar gran alboroto. Me disculpe de inmediato, pero para el no fue suficiente y continuó gritando. Al parecer, estropee una obra maestra para el, y desde ese día no podemos vernos sin atacarnos verbalmente. Era difícil no enfrascarse en una discusión con el cuando compartíamos amigos y varias clases.
— ¿Qué es esa mierda? — escucho una voz conocida detrás de mi espalda y luego le veo pasar a mi lado, mirando mi trabajo con una ceja levantada y una risa burlona. Reconozco su perfume antes incluso de oír su voz. El era un tipo insufrible, pero olía exquisita mente. El usaba el perfume que más me gustaba de la línea masculina de YSL. Sino hubiese sido un imbecil conmigo la primera vez que nos vimos, hubiese quedado prensada de él. A veces me preocupaba no responder a sus ataques con suficiente rapidez y que notará qué me distraía por su perfume.
Hoy llevaba una camiseta negra de cuello alto debajo de su camisa blanca . Usaba el uniforme regular de la escuela y lo único destacable eran sus mocasines versace. En general los alumnos respetaban el uniforme, pero se llenaban de accesorios para demostrar lo que tenían. Jean no era la excepción, sin embargo, era bastante sutil. El Maldito tenía clase y estilo, eso no lo iba a negar.
Yo me destacaba por mi maquillaje. No tenía intención de demostrar cuanto tenía o no. Me bastaba con verme linda.
—Arte, mucho mejor que esa mierda qué tienes ahí —Puntualizo lo evidente y apunto el lienzo que tenía en su mano
—¿Ya van a empezar? —cuestiona Ymir. Mi mejor amiga desde que llegué a este lugar, junto a Historia, su novia. Ymir me defendió de Jean el primer día cuando paso lo del café. No todas las chicas ricas eran unas perras... Bueno, Ymir si era una perra, pero solo con quien se lo merece. Y por eso mismo nos volvimos amigas. Nos parecemos bastante en ese sentido. Historia por otro lado, era la abeja reina de la escuela. Capitana de las porristas y las chica más linda y rica de aquí. Al principio pensé que ella sería la típica chica rica y popular. Una Regina George, pero me encontré con una chica dulce y atenta. Aun que con el tiempo me di cuenta que es solo una careta y que es más sombría de lo que parece, y no es para menos, Historia era una hija bastarda. En casa tenía problemas con su madrastra y padre. Ymir, sabiendo esto, al principio fue un poco ruda y amenazante conmigo, en otro de sus intentos por proteger a su novia , pero cuando le deje claro que las rubias no eran mi tipo, y que no quería joderla, dejo de estar tan a la defensiva. Ymir era posesiva y eso le encantaba a Historia.
—Pregúntale a ese imbécil. El fue quien empezó— le respondo a la pecosa
—No se de que hablas — le escucho decir mientras toma asiento en su lugar como si no hubiese hecho nada.
—Hoy estas más desagradable qué nunca. ¿Nadie quiso coger contigo durante las vacaciones ? —digo burlándome —Claramente no, porque si lo hubieran hecho, tal vez, mantendrías tu boca cerrada y no me incordiarías con tu puta voz y presencia.
—Pareces muy interesa en mi vida sexual. ¿Estas celosa? ¿Quieres saber con cuantas chicas me revolque en mis vacaciones ?
—Si, y sus números de teléfono. Alguien tiene que avisarle a esas pobres chicas que han sido contagiada de alguna enfermedad de transmisión sexual. Pobres.
— Veo que están muy animados este día — el profesor de artes, el señor Ackerman, atraviesa puntual la puerta del salón de clases —ese mismo animo deberían poner en sus trabajos.
