Introducción (Bajo la nieve que cae)

165 7 2
                                    

Era una tarde nevada, no muy diferente a los últimos días, en donde el viento era fuerte y la nieve caía de golpe contra las ventanas del bien fortificado palacio Valhalla. La soberana de las heladas tierras de Asgard meditaba en sus aposentos. Cómo era posible que posteriormente a las duras penalidades que habían sufrido tras la lucha contra Athena y sus santos, los contratiempos no dejaban de caer sobre sus guerreros.

Después de las batallas que se libraron contra Athena, ella había pedido a sus ocho guerreros que habitaran en el palacio, pues en verdad deseaba poder sostener una buena relación, (incluso poder tener amistad) con aquellos que le habían jurado lealtad, no con muchos frutos.

Siegfried y Hagen no tenían problema, pues siempre habían estado ahí. Hagen disfrutaba poder compartir el tiempo con Freya y recuperar lo perdido tras la incursión del Cisne en Asgard. Alberich tampoco tenía mucho lío, pues, aunque tenía propiedades, herencia de su respetada familia, se notaba que disfrutaba más estar en Valhalla, sobre todo pasar tiempo en sus amplias bibliotecas. Syd, aunque siempre estaba presto a servirle, no dejaba de lado su vida aristocrática, y pasaba la mayor parte del tiempo en su mansión, más desde la inesperada muerte de los niños que había adoptado, lo cual lo habría llevado a recluirse si no hubiera tenido a su lado a aquella chica con quien sostenía una relación especial desde hacía algún tiempo.

Las dificultades se presentaban sobre todo con el resto.

Mime, aunque era muy sociable y buscaba entablar conversación con todos, no gustaba de permanecer mucho tiempo en el palacio. Siempre buscó excusas para ausentarse, o sólo presentarse en los banquetes oficiales, incluso corría el rumor de que se había logrado hacer con una serie de trabajos distintos en el centro de la aldea, desde hacerse cargo de los correos, empacador, músico de tabernas, entre otros, con tal de mantenerse ocupado.

Al parecer esa era la forma que él se había inventado para resarcir sus culpas, evitar intimar con la gente (aunque se mostrara amigable en lo superficial), o bien para retribuir algo al pueblo que su padre tanto había protegido. Mime sabía bien como eran los asuntos del palacio, solía vivir en esos ambientes cuando era pequeño. Siempre había sido un niño muy correcto, tal vez por la estricta educación que recibió de su padre, por lo que no se le dificultaba la cotidianidad en Valhalla.

Hilda creía que para Mime el estar en el palacio le recordaba aquellas épocas con Folker, su padre, y que por ello prefería evitar a toda costa estar ahí, pero siempre tratando que eso no mermara su relación con el resto de sus camaradas.

Solía siempre tratar de llevarse bien con todos, a todos tenía algo que decirles, una plática interesante, una charla amena con bromas, o a veces seria cuando se trataba de algún asunto de importancia. Con quienes más solía platicar era con Fenrir, a quien estaba convencido de que debían darle una oportunidad y con Alberich, pues el genio tenía un interés muy intelectual sobre Mime, ya que lo consideraba el más culto de sus compañeros de armas, sobre todo por sus dotes artísticos. De todos modos, el arpista seguía siendo un hombre solitario, aunque muy social en apariencia.

Las mayores dificultades se presentaban especialmente para Thor, Bud y Fenrir, quienes no habían estado nunca en una corte real.

Thor por un lado, aunque se esforzaba por encajar e incluso ya se había instalado de planta en las habitaciones que Hilda le había reservado en el palacio, sus costumbres no eran muy bien vistas por el resto de sus compañeros. A veces incluso era desagradable para la misma Hilda, pues había llegado a ser muy insistente en sus intentos por conquistarla, sin contar los frenesíes qué tenía constantemente contra Syd, a quien parecía despreciar sin razón aparente. Sobre ese tema, algunos de sus guardias más cercanos especulaban si en realidad Thor tendría alguna clase de atracción por el portador de Mizar Zeta, que trataba de esconder con su agresividad hacia él.

Los Nuevos cantaresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora