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—¿Por qué insistes en querer hacer esto? —me había preguntado Xander Malatesta, Líder del Consejo de Brujos, la mañana que solicité hablar con él—. Podrías realizar cualquier otra cosa, excepto cometer suicido.

—He sido entrenado para esto —le contesté—. Debo hacerlo. Por mi madre.

Xander meditó mis palabras.

Según los rumores, habían capturado a un Brujo Negro que ayudó a destruir una de las Líneas Ley, quería escapar una vez hecho el daño, pero los cazadores lo retuvieron a tiempo y lo trajeron a Eryldium.

Luego de torturarlo, lograron que el brujo confesara no solo los planes de mi padre, sino su ubicación y su siguiente movimiento.

Además, aseguró que mi padre había estado reuniendo varios Brujos Blancos Desertores para armar un ejército y atacarnos, quizá se enteró que no ha habido quien pudiera proteger la ciudad.

El brujo, en su desesperación, accedió a ayudar y fue así que el Consejo decretó que él sería maldecido para que cumpliera con su palabra.

De no hacerlo, moriría de manera instantánea.

Era un gran avance, eso era evidente.

Y era necesario aprovechar esa ventaja.

La furia estalló dentro de mí y me dije que esta vez mi padre no escaparía.

—Tengo que atraparlo —insistí, apretando mis manos en puños—. Soy el único que lo puede hacer.

Xander meneó la cabeza con desaprobación.

—Wylan, cálmate. No trates de precipitar las cosas.

Quería que entrara en razón, pero Xander… era un hombre bastante rudo, llevaba tiempo formando parte del Consejo y su ayuda desinteresada había cambiado ciertos aspectos notables en mi vida.

No solo me había impulsado a seguir el mismo camino que él, sino que incluso me había prometido un puesto importante dentro del Gobierno.

Supuse que sería el suyo, a lo mucho que podía aspirar.

—Por favor, déjeme hacer esto —le supliqué—. Si no lo hago ahora, no me lo perdonaría nunca.

Xander parecía considerarlo, por la expresión seria que tenía en el rostro.

Se levantó de su silla y se acercó a mí, estaba imponente en su traje negro y si alguna vez había estado cerca de él, podría decir que podría intimidarme hasta los huesos.

—Eres como mi hijo, Wylan —dijo, colocando una mano en mi hombro—. ¿Sabes lo difícil que es para mí, que me pidas esto? Más aun, ¿sabes lo difícil que se ha vuelto la situación?

Asentí con la cabeza.

—No quiero más muertes —le confesé—, incluso si tengo que entregar mi propia vida.

Xander apretó los labios e inclinó la mirada, no estaba seguro si estaba triste o preocupado.

—Allá fuera no puedes confiar en nadie y existen peligros que se esconden incluso bajo las sombras, salir podría significar dos cosas: regresar con vida o morir en el intento.

—No me importa.

—Wylan…

—Quiero ir. Necesito hacerlo.

—¿Por qué no te quedas a cuidar Eryldium?

Eryldium era una ciudad que hacía siglos fue levantada en lo que solía ser un pueblo habitado por humanos, abandonaron dicho lugar y cuando nuestros antepasados se asentaron, usaron la magia para restaurar los salones, las casas y santuarios para vivir.

El ritmo de la tormenta | ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora