No tenía intenciones de retomar el tema.
Eran tantas cosas que pasaban en mi mente, no sabía realmente si me sentía confundido o es la misma sorpresa que me tenía pensativo, pues en verdad no me había dado cuenta de las señales.
La vez que se enojó cuando estaba con Selene, por ejemplo.
No comprendía bien su enojo, esa molestia hacia ella. Quizá en parte se debía a la desconfianza que generaba su presencia, sino también se debía a que estaba interactuando conmigo.
¿Qué estaría pensando ahora Asael?
¿Era por eso que no quería estar cerca de mí en este momento?
Supuse que Ewan se había dado cuenta que quería hacer otra cosa que no fuese hablar de Asael o de Xander, porque ordenó que nos trajeran la cena al refugio.
—¿Dónde consigues los suministros? —le pregunté a Ewan.
Nos habían traído nuevamente rodajas de pan, algo de carne de conejo y agua en botella.
El hambre se me había quitado, pero necesitaba tener algo en el estómago porque no pretendía pasar la noche con dolor y molestias por no haber consumido nada por un simple capricho.
Ewan encogió los hombros, sosteniendo la botella cerca de su boca.
—Pasé muchos años conviviendo con humanos —contestó él, dándole un sorbo—. Aprendí mucho acerca de cómo se expresan, en cómo interactúan con los demás y de qué manera consiguen sus alimentos —repuso, luego de un momento—. Solo algunos decidieron quedarse conmigo cuando se propagó el virus.
Miró el suelo por un instante, pensativo.
Dejé mi plato sobre la mesita y lo observé.
—¿Cómo sobrevivieron? —cuestioné en voz baja.
—Realmente no teníamos un lugar seguro, viajábamos de un sitio a otro y buscábamos las cosas que nos pudieran servir.
—Por eso Xander y el Consejo no podían encontrarte, estuvieron buscando en los lugares incorrectos.
—Los brujos tenían prohibido estar con los humanos, pero como yo ya tenía mala fama, no me importó romper esa regla —Ewan sonrió.
Arrugué la frente, pensando en hacer la siguiente pregunta.
—Fue una estrategia improvisada, pero no tenía idea que el Consejo ejecutaría sus planes antes de que yo lo hiciera primero —intervino Ewan, esfumando las palabras que daban vueltas en mi cabeza.
—¿Por qué no te quedaste con los Brujos Negros? La mayoría de ellos ya sabía tus intenciones, ¿no es así? —cuestioné luego de pensarlo demasiado.
—Me llevó años convencerlos de que ya no trabajaba para el Consejo y que ahora yo estaba de su lado, no fue fácil hacer que creyeran en mí, ¿sabes?
—¿Por qué? ¿Por qué no confiaban en ti?
—Algo similar como te pasó a ti —dijo Ewan—. Les habían hecho creer que yo era un infiltrado del Consejo, que tenía planeado destruirlos desde adentro.
Bueno, tenía sentido.
De cualquiera manera, tampoco significaba que él fuese sincero del todo conmigo, porque algo me decía que él estaba mintiendo de cierta manera.
—¿Los humanos no se dieron cuenta que eras un brujo? La presencia de tu magia es muy evidente, debieron sentirlo. ¿Cómo pudiste ocultarla?
—En realidad, no lo hice.
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El ritmo de la tormenta | ✔
Fantasy[COMPLETA] Un virus silencioso y letal se ha propagado, matando a brujos y humanos. El Gobierno de Brujos Blancos sostiene que los culpables son los Brujos Negros liderados por Ewan Presonus, un brujo desertor con deseos perversos. Y para asegurar l...