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Al caer la noche, pasaron cosas muy interesantes.

La primera es que todos parecían convivir en armonía, tanto Asael como Archer y Lawson, quienes hoy por la mañana parecían indiferentes con Selene, ahora conversaban como si fuesen amigos de toda la vida.

La segunda, uno de los amigos de Selene finalmente despertó.

Y no fue sorpresa que la otra mujer también haya abierto los ojos.

Los sanadores y yo teníamos planeado llevar a cabo mañana el servicio de curación, sin embargo ellos se propusieron hacerlo lo antes posible o sería demasiado tarde. No estaba muy seguro, pero confiaba en la determinación que se reflejaba en ellos.

Fueron los minutos más agonizantes para Selene, ella misma lo confesó.

Mientras los sanadores hacían lo suyo, Selene se había puesto de rodillas y con los ojos cerrados, la escuchamos elevar plegarias, suplicaba con fervor la sanación de sus amigos y las lágrimas que caían sobre la tierra, no eran más que de aflicción.

La tensión e incertidumbre pesaban en el aire.

Akos, que también lo estaba presenciando, empezó a ladrar de angustia.

Los brujos nos caracterizamos por creer en una sola cosa: el poder que había en nosotros y en la naturaleza.

Los humanos, sin embargo, creían en muchas cosas. Algunas quedaban cerca de lo creíble y otras que rayaban hacia lo absurdo, de cualquier modo así ha sido siempre y no era nuestra obligación intervenir.

Ignorando esta excepción, claro.

—Aldous… Citra… —Selene no perdió tiempo y abrazó a sus amigos, quienes con esfuerzo se irguieron y no paraban de toser, aparentemente desorientados.

—Déjalos respirar, Selene —sugirió Lawson, jadeando—, necesitan aire.

—O harás que se desmayen de nuevo —convino Korben, tragando saliva varias veces.

Por la frente de ambos bajaba sudor, era la primera vez que veía algo así.

Incluso Asael parecía preocupado, porque no era buena señal.

Expuse a mis compañeros, si les llegaba a pasar algo, la culpa sería mía.

Asael me lanzó una mirada de advertencia mientras ayudaba a Lawson a ponerse en pie, Archer echó un vistazo y se marchó, sospechaba que aquel ritual había sido para él una dosis de aburrimiento.

Yo ayudé a Korben, pero advertí que no tenía equilibro, le costaba mantenerse en pie. A él lo notaba más cansado y aturdido que Lawson, pero no descartaba la idea de que ambos se sentían de la misma manera.

—¿Se encuentran bien? —le pregunté a los sanadores, ellos asintieron en silencio.

Korben y Lawson habían hecho un excelente trabajo y me impresionaba el resultado, creía que esos humanos no soportarían la magia y la evidente carga de energía que circulaba en sus frágiles cuerpos.

Akos daba vueltas alrededor de ellos y ladró un par de veces, lleno de alegría.

El hombre tardó en reconocer al perro, cuando lo hizo, le dio un abrazo tan fuerte que creí que le rompería los huesos.

Selene lloró de nuevo y corrió para abrazar a Lawson y Korben, incluso les dio un beso como agradecimiento a cada uno en las mejillas.

Ambos se quedaron estupefactos por unos segundos.

Archer, Ramsey e incluso Asael no se esforzaron en ocultar la envidia.

—Estamos en deuda con ustedes —dijo Selene, sorbiendo la nariz. Tenía los ojos rojos debido al llanto—. Gracias, muchas gracias —inclinó la cabeza.

El ritmo de la tormenta | ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora