» 28 «

3 2 0
                                    

Traté de esbozar una sonrisa, creyendo que eso haría sentir bien a Asael, pero no fue así.

Asael ayudó a recostarme y usando la mínima fuerza que ya había recuperado, solté la carcajada más triste de mi vida, porque aunque podía hablar y escuchar bien, todavía me seguía sintiendo ligeramente mareado y cansado.

Tenía que equilibrar el ambiente, pues no se trataba de un funeral.

—Asustarme de esa manera… Wylan… no lo vuelvas a hacer —Asael me apretó las manos para consolarme—. Eres demasiado importante para esta misión.

—¿Dónde está Ewan? —pregunté.

—Salió a tomar aire, estaba igual de preocupado que yo —respondió Asael.

—Tengo que hablar con él. Necesito que me dé más detalles.

—¿Estás loco, Wylan? —dijo Asael en tono molesto.

Me quedé callado por unos minutos.

No idea la menor de qué me pasaría si mi padre terminaba de contarme su historia, pero tenía que estar al tanto de la misma, para saber qué clase de persona era Xander, su hijo Lynn y los miembros del Consejo.

Faltaban pocas piezas para armar el rompecabezas que dio inicio a este caos.

Y necesitaba las piezas que faltaban para ponerle fin.

—Qué extraño. Tus ojos son de un color azul… casi verde. Y tu cabello no es rojo como el fuego —le dije a Asael en tono casual, para romper la tensión acumulada.

—Sí, lo sé.

—¿Por qué? —le pregunté.

—No entiendo qué quieres decir…

—Las personas que tienen los ojos verdes normalmente son pelirrojos.

—Intenta no delirar, por favor.

—Debe ser un problema genético.

—¿Ah, sí? Pues yo no sabía que tus ojos negros tuvieran el poder de someter a cualquiera, incluso a la misma muerte y salvarte de ella  —me dijo en voz alta.

—De hecho, trabajé duro toda mi vida hasta perfeccionar ese maravilloso don, sin saber que me serviría en momentos como este —musité, forzando una sonrisa.

Pensé que ese comentario haría reír a Asael, pero no funcionó.

—Como sea. Avísame cuanto te sientas mejor —fue lo que me dijo Asael antes de marcharse y dejarme solo.

Cerré los ojos y traté de dormir, sin embargo, mis pensamientos me obligaban a permanecer despierto.

Así estuve el resto de la mañana, hasta que cayó la tarde y la noche venía consigo.

Mi padre vino a visitarme y fingí que estaba durmiendo, sabía que era él porque su presencia era muy marcada por su magia. Además, sentí su mano en mi frente y en mi pecho, supuse que estaba revisando mi pulso. 

Notó que estaba mejor, entonces se quedó conmigo un rato.

De esa manera descubrí que me estaba hablando en susurros, pero no pude descifrar sus palabras. Tal vez se dio cuenta que mi sueño era fingido, por lo que se levantó y se marchó, sin decir nada más.

Desde el interior del refugio vi que la oscuridad indicaba que ya casi era momento de que mi padre y Asael iba a regresar.

No tuve otra alternativa que levantarme e ir a buscarlos.

La noche fue la primera en recibirme, el segundo en hacerlo fue Dash.

Estaba de pie justo en la salida del refugio, montando guardia.

El ritmo de la tormenta | ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora